UNIÓN EUROPEA 2023: La autodestrucción económica y política que no cesa

​Camiones detenidos por el bloqueo en la frontera con Ucrania (Ludwinov, 4.12.2023)

JUNGE WELT

Los temas dominantes de 2023 para la UE fueron la guerra de Ucrania y la lucha de poder contra Rusia directamente relacionada con ella. La guerra no sólo ha sido molesta para los Estados miembros individuales, sino también para la UE misma. Hasta finales de octubre de 2023, un total de 77.100 millones de euros se habían enviado a Kiev, así como ayuda humanitaria por valor de 2.100 millones de euros, y ayuda en armamentos por valor 5.6 mil millones de euros. En algunos Estados miembros, la voluntad de ayudar a Ucrania en la misma medida comenzó a agotarse en el transcurso del año. Eslovaquia, por ejemplo, anunció que no había más, y hubo problemas en Polonia porque los cereales ucranianos desplazaron a la producción polaca del mercado y los conductores de camiones polacos comenzaron los bloqueos fronterizos porque se vieron sustituidos por colegas ucranianos. El año terminó con el hecho de que Hungría se negó a aprobar la liberación de los próximos 50 mil millones de euros para Ucrania, un paso que motivó la demanda del Partido Popular Europeo de que Budapest simplemente fuera eliminada.

Ucrania presionó a la UE en 2023 en un grado creciente, con vistas a la perspectiva oficial de membresía que abrió Bruselas en 2022. Cuanto más se prolongaba la guerra y más claro se volvió el fracaso de la contraofensiva ucraniana, más urgente era mantener feliz a Kiev. Recibir largas y quedarse con promesas vacías fue cada vez menos bien recibido.

En el verano de 2023, las dudas en Bruselas eran fuertes sobre si la adhesión era realmente factible bajo las circunstancias. La Comisión Europea primero consideró las consecuencias financieras de una adhesión ucraniana.

El continuo apoyo a Ucrania fue acompañado por un endurecimiento persistente de la política hacia Rusia y una expansión constante de las sanciones a Rusia, ahora ya el duodécimo paquete de sanciones, que se adoptó a mediados de diciembre de 2023. Los primeros once paquetes no han podido llegar a lo que la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock (Bündnis 90/Los Verdes), había designado como el objetivo de la política de sanciones de la UE: «arruinar» a Rusia.

Por el contrario: la UE tuvo que contentarse con un crecimiento de sólo el el 0.6 por ciento en 2023, mientras que las predicciones para Rusia se han tenido que elevar varias veces, hasta llegar a un aumento de un buen 3.1 por ciento.

Por un lado, la causa fue que Estados Unidos ejerció presión porque no hicieron verdaderos avances en su propia guerra económica contra China; por otro lado, cuenta el hecho de que la industria de la UE se puso parcialmente a la defensiva. Este fue el caso en la industria automotriz: los fabricantes chinos de automóviles eléctricos, que están en la cima del mundo, comenzaron a exportar y Europa lo vio como una amenaza (principalmente Alemania) porque pueden ofrecer sus vehículos a precios económicos comparados con los grupos de automotor europeos que se han quedado atrás en la electromovilidad.

Además de un debate sobre los controles de inversión que deberían tener en cuenta según las demandas estadounidenses, Bruselas también pone en la agenda, el debate de aranceles punitivos sobre la importación de automóviles eléctricos chinos.

Esto sucedió mientras la UE intentó reducir su creciente déficit tecnológico en importantes industrias de alta tecnología, especialmente en la producción de semiconductores. En el verano de 2023, Bruselas lanzó la Ley Europea de Chips, que, además de la financiación nacional, debería proporcionar 43 mil millones de euros en subsidios para nuevas fábricas de semiconductores en la UE.

A pesar del inmenso esfuerzo, las advertencias han aumentado en el mundo profesional: a pesar de todos los proyectos planificados esto sólo será suficiente para evitar que el déficit de la UE aumente, pero no pueden ponerse al día.

Mientras tanto, la UE también estuvo bajo presión económica de EEUU este otoño. De hecho, Bruselas había logrado un acuerdo con Estados Unidos sobre los aranceles estadounidenses que penalizan el acero y aluminio europeo y también en el conflicto del acceso, especialmente para los fabricantes europeos de vehículos motorizados, por la Ley de Reducción de Inflación. La cumbre de la UE-EEUU en octubre fue un fracaso. Sólo a mediados de diciembre se consiguió suspender nuevamente los aranceles punitivos estadounidenses hasta marzo de 2025. La esperada solución permanente falló.

El hecho de que la disputa comercial con los Estados Unidos continúe cansando a Bruselas también fue bastante incómoda, porque las relaciones con los estadounidenses no habían cambiado en beneficio de la UE en 2023. Por un lado, ha aumentado significativamente la dependencia del gas licuado estadounidense, para una serie de países de la UE, incluida Alemania. Por otro lado, la guerra de Ucrania, en la que Estados Unidos desempeñó el papel claramente principal en el lado occidental, fortaleció la influencia de Washington en la UE y, en particular, también la de varios Estados miembros del este, especialmente Polonia y los Países Bálticos, vinculados a EEUU. Esto también dificultó establecer en la UE una línea política uniforme, al menos en los casos en que esta línea no correspondía a la de los Estados Unidos.

Especialmente entre Francia y Alemania, las diferencias, por ejemplo, en armamento, cuando París se quejó de que Berlín adquirió los aviones de combate estadounidenses F-35 en lugar de poner fondos en el proyecto franco alemán Proyect Future Combat Air System. Francia también se quejó de que la República Federal de Alemania con su Iniciativa Europea del Escudo Aéreo (ESSI) promovió la adquisición de sistemas alemanes, estadounidenses e israelíes para construir una defensa aérea conjunta, pero excluyó los cohetes franceses-italianos.

El Ministro Federal de Economía Robert Habeck (Bündnis 90/Los Verdes) admitió abiertamente en septiembre que «realmente estamos de acuerdo en nada». Se agregó al conflicto entre los dos poderes más fuertes en la UE, el aumento de la disputa con Polonia y Hungría que se está intensificando cada vez más y hubo disputas adicionales con Eslovaquia al asumir el gobierno el primer ministro Robert Fico, en octubre de 2023. Aunque Bruselas espera mejores relaciones con Varsovia, después de la victoria electoral de Donald Tusk en Polonia, el pasado mes de octubre.

Los medios hablan de un supuesto éxito que la UE pudo lograr en 2023. Después de debates pendientes e interminables, logró extender su ley de asilo.

Italia acudió con el plan de llevar a los solicitantes de asilo a un centro en Albania, lo que despertó un interés considerable en Berlín. El «modelo Ruanda» (Reino Unido firmó un tratado con Ruanda para deportar al país africano a los solicitantes de asilo rechazados), en forma «europeizada» en Albania -o quién sabe, si pronto también habrá un «modelo Kosovo»- se hizo popular. La perla correspondió a la presidenta de la Comisión de la UE de los «valores europeos», Ursula von der Leyen, cuando negoció en julio con el presidente Kais Saied, de Túnez, medidas conjuntas para defender a los refugiados, mientras que docenas de refugiados desaparecieron en el desierto en la frontera libio-tunecina: Saied los hizo deportar allí. No se sabe que la UE haya presentando quejas por los DDHH.​