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  • mesmontse 2:41 am el 30 June, 2021 Enlace permanente | Responder
    Etiquetas: , , , Japón,   

    CORONAVIRUS : Una pandemia en el Paleolítico dejó huella en los genes de los asiáticos orientales modernos 

    Una investigación llevada a cabo por un equipo de científicos de la Universidad Nacional de Australia ha encontrado evidencias en el ADN de los asiáticos orientales modernos, de que hace unos 25.000 años, sus ancestros enfrentaron una pandemia de un coronavirus que barrió el este de Asia.

    El estudio lo ha realizado la Universidad de Australia. El Instituto de Wuhan no ha tenido nada que ver. Por otra parte, hace unos 25.000 años, aquellos remotos ancestros asiáticos estaban en el Paleolítico superior, es decir recorriendo el tramo final de la Edad de Piedra y no tenían laboratorios de virología. Parece obvio, pero puede no serlo tanto para funcionarios de algunos países, que ya dieron muestras de su (in)cultura general cuando se asombraban de que hubiera «tantos jarrones antiguos» en el Museo de Bagdad, ante las imágenes que mostraban el saqueo del mismo tras la invasión al país.

    Hallados rastros de una guerra milenaria de la humanidad con coronavirus escritos en el ADN

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    YASSINE SOUILMI – RAY TOBLER / THE CONVERSATION

    El Dr. Yassine Souilmi es Biólogo computacional especializado en estudios genómicos a gran escala para abordar cuestiones médicas y evolutivas. Es Investigador visitante en la Universidad Nacional de Australia
    El Dr. Ray Tobler, es Investigador postdoctoral en la Universidad Nacional de Australia, interesado en la genética de poblaciones y la adaptación y su papel en la generación de la diversidad humana moderna.

    Un coronavirus habría barrido el este de Asia hace más de 20.000 años, dejando rastros en el ADN de los habitantes de la China moderna, Japón y Vietnam.

    La investigación, publicada en Current Biology, encontró evidencia de adaptación genética a la familia de virus coronavirus en 42 genes de poblaciones modernas en estas regiones.

    La pandemia de COVID-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, es hasta ahora responsable de más de 3.8 millones de muertes y miles de millones de dólares en pérdidas económicas en todo el mundo. La familia de coronavirus también incluye los virus MERS y SARS relacionados, los cuales han causado importantes brotes mortales en los últimos 20 años.

    Los resultados de la investigación muestran cómo la búsqueda de rastros genéticos de brotes virales históricos puede ayudarnos a tratar los brotes del futuro.

    Las pandemias pueden ser tan antiguas como la historia de la humanidad

    Hemos tenido pandemias antes. Sólo en el siglo XX, tres variantes del virus de la influenza dieron como resultado brotes de gran alcance que causaron la muerte de millones: la «gripe española» de 1918-20, la «gripe asiática» de 1957-58 y la «gripe de Hong Kong» de 1968-69. Los registros históricos de brotes causados ​​por virus y otros patógenos se remontan a miles de años. Parece plausible que estas interacciones se remontan aún más atrás, a los primeros períodos de la prehistoria humana.

    Las antiguas migraciones que vieron a nuestros antepasados ​​extenderse desde África por todo el mundo los expuso a nuevos patógenos. Como muchos otros desafíos ambientales, estos antiguos encuentros virales pueden haber desencadenado adaptaciones que ayudaron a sobrevivir a nuestros antepasados. Estas adaptaciones pueden haber incluido cambios fisiológicos o inmunológicos que mejoraron la resistencia a las infecciones o redujeron los impactos de la enfermedad en la salud.

    La adaptación a la enfermedad puede dejar rastros genéticos

    Durante las últimas décadas, los genetistas han ideado poderosas herramientas estadísticas para descubrir rastros genéticos de eventos históricos de adaptación que permanecen presentes dentro de los genomas de las personas que viven en la actualidad. Estas herramientas han permitido a los científicos descubrir genes que marcan adaptaciones para la vida a gran altitud y para el consumo de leche de los adultos, entre otras cosas.

    El equipo de investigadores tenía curiosidad por ver si los encuentros históricos con coronavirus antiguos habían dejado algún rastro de este tipo en las poblaciones humanas de hoy.

    Además de revelar brotes históricos de coronavirus, esta información puede contener nuevos conocimientos sobre la base genética de la infección por coronavirus y cómo estos virus causan enfermedades en los seres humanos modernos.

    Los virus son criaturas simples con un objetivo: hacer más copias de sí mismos. Pero su estructura biológica simple significa que no pueden reproducirse de forma independiente, para ello deben invadir las células de otros organismos y secuestrar su maquinaria molecular. Las invasiones virales implican unirse e interactuar con proteínas específicas producidas por la célula huésped, que llamamos proteínas de interacción viral (VIP).

    Las marcas del antiguo coronavirus

    Los investigadores aplicaron análisis computacionales de vanguardia a los genomas de más de 2500 personas de 26 poblaciones de todo el mundo. Encontramos firmas de adaptación en 42 genes humanos diferentes que codifican las VIP.

    Estas señales VIP estaban presentes en sólo cinco poblaciones, todas ellas del este de Asia, la probable patria ancestral de la familia del coronavirus. Esto sugiere que los antepasados ​​de los asiáticos orientales modernos estuvieron expuestos inicialmente a los coronavirus hace unos 25.000 años.

    Pruebas adicionales revelaron que los 42 VIP se expresan principalmente en los pulmones, que es el tejido más afectado por los síntomas de COVID-19. También confirmaron que estos genes VIP también interactúan directamente con el virus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia actual.

    Otros estudios independientes también han demostrado que las mutaciones en los genes VIP pueden mediar la susceptibilidad al SARS-CoV-2 y la gravedad de los síntomas del COVID-19. Además, varios genes VIP se están utilizando actualmente como dianas farmacológicas para tratamientos al COVID-19 o forman parte de ensayos clínicos con este fin.

    Varios de los genes VIP adaptativos identificados en nuestro estudio también son objetivos farmacológicos para otros tipos de virus, como el virus del Zika y la hepatitis C. Varios de estos medicamentos se han reutilizado con éxito y sugieren que otros podrían potencialmente reutilizarse para el tratamiento del COVID-19.

    Al descubrir los genes afectados por brotes virales históricos, el estudio apunta a la esperanza de que los análisis genéticos evolutivos sen una nueva herramienta para combatir brotes futuros.

     
  • mesmontse 4:30 pm el 22 December, 2020 Enlace permanente | Responder
    Etiquetas: , , Japón   

    HOLOCAUSTO DE ASIA: China recuerda los crímenes de guerra de Japón durante la II Guerra Mundial 

    El pasado agosto, la prensa mundial se hizo eco de la conmemoración en Japón del 75 aniversario de la tragedia de las bombas nucleares lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki durante la II Guerra Mundial. Pero casi ningún medio occidental recordó que en esas mismas fechas China celebraba el 75 aniversario de la victoria del pueblo chino en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa (1931-45), y en septiembre inauguró una exposición en el Museo de Evidencia de Crímenes de Guerra de la Unidad 731 del Ejército Japonés, en la ciudad de Harbin, capital de la provincia de Heilongjiang, en la región de Manchuria.

    El hecho de que en la II Guerra Mundial, sobre Japón se lanzaran las primeras bombas nucleares dejando al descubierto el horror de las armas atómicas, y que las lanzara EEUU cuando en el frente occidental (para algunos sólo contaba lo que ocurría en Europa) la guerra estuviera terminada, ha protegido en cierta manera a Japón, situándolo en el lugar de víctima, cuando en realidad fueron el terror de Asia.

    Durante la invasión japonesa, en Harbin tuvo su base la División 731 de Experimentos de Guerra con Gérmenes del Ejército de Japón, que afectó a diez aldeas de la zona. En las ruinas de la base japonesa, China ha creado un Museo para exhibir lo ocurrido durante la II Guerra Mundial.

    De todos los horrores infligidos a los chinos por el ejército de ocupación japonés en las décadas de 1930 y 1940, tal vez ninguno puede igualar lo que sucedió en Harbin. Entre 1939 y 1945, los prisioneros de guerra y civiles chinos fueron congelados vivos, sometidos a vivisección o infectados con peste bubónica, sífilis y otras enfermedades virulentas. Entre tres y cuatro mil personas murieron allí de la manera más espantosa, incluidos rusos, coreanos, mongoles y, se cree, que también algunos aviadores estadounidenses.

    La entonces capital de China, Nanjing, también conoció la barbarie nipona. Allí tuvo lugar un terrible episodio conocido como Masacre de Nanjing, en el cual las tropas imperiales de Japón asesinaron civiles y soldados desarmados, cometieron violaciones masivas y saqueos, contra los habitantes de esa ciudad, a lo largo de seis semanas. Las víctimas fueron alrededor de 300.000, calculadas por el censo de escolares. Los mandos militares de Japón destruyeron los registros sobre la masacre en vísperas de su rendición a los aliados en 1945, hecho que da argumentos a los negacionistas japoneses para decir que no ocurrió. En 1946  el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente estimó que más de 200.000 chinos murieron en la Masacre de Nanjing.

    Una de las atrocidades más infames fue un concurso de asesinatos entre dos oficiales japoneses, para ver quién llegaba primero a matar a 100 personas usando sólo una espada, que fue cubierto por el Tokyo Nichi Nichi Shimbun (“Noticias diarias de Tokio) y el Japan Advertiser en inglés como un evento deportivo con actualizaciones periódicas del puntaje durante una serie de días. Tras la rendición de Japón en 1945, ambos oficiales fueron arrestados y juzgados como criminales de guerra, declarados culpables y ejecutados. El Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente estimó que 20.000 mujeres, incluidas  niñas y ancianas, fueron violadas sistemáticamente y en ocasiones en grupo, durante la ocupación de Nanjing, a menudo mutiladas y violadas con bayonetas, palos de bambú u otros objetos. Los niños pequeños fueron previamente cortados para poder ser violados por los soldados japoneses. Las imágenes y los testimonios que se han conservado de estas masacres son profundamente perturbadores, tanto que abandoné su lectura y la visión de fotos.

    Japón sigue siendo reacio a pagar indemnizaciones, a diferencia de Alemania, que aún sigue pagando compensaciones a las víctimas de los nazis y hasta 2010 estuvo pagando reparaciones de guerra. Las víctimas de Japón durante la II Guerra Mundial siguen presentando en pleno siglo XXI demandas antes los tribunales japoneses en busca de justicia por parte del Gobierno nipón y las empresas del país que los sometieron a trabajo esclavo. La mayoría de las demandas han sido desestimadas por los tribunales japoneses, con diversas excusas. Una de ella, se basa en la ley japonesa que establece que los delitos prescriben a los 20 años, un argumento que no se sostiene porque los crímenes de lesa humanidad no prescriben.

    Tras este breve recordatorio histórico, vale la pena señalar que Japón acaba de aprobar un presupuesto para 2021, con el gasto militar incrementado por séptimo año consecutivo, a pesar de que tendrá que recurrir al endeudamiento para financiar el 40% de los gastos del país (que ya es el más endeudado del mundo, en relación con su PIB). Una buena parte del gasto de Defensa irá destinado al desarrollo de un caza sigiloso de última generación, a la creación de un nuevo misil, a la construcción de buques de guerra y la compra de seis cazas a EEUU. A pesar de que en el país se hallan estacionados 48.000 soldados estadounidenses el informe de Defensa del gobierno nipón justifica el incremento de los gastos militares por la necesidad de responder al desafío que representan para su seguridad, China y Corea del Norte. La Historia nos cuenta que Japón no ha sido incomodado por sus vecinos, sino bien al contrario, que son los nipones quienes han cometido todo tipo de tropelías en Asia. Y prácticamente se han ido de rositas.  

    Es hora de que Japón expíe sus atrocidades de la Segunda Guerra Mundial

    Museo en la ciudad de Harbin

    PAUL SURTEES / CHINA DAILY

    En 2020 Japón conmemoró el 75 aniversario de los dos terribles bombardeos atómicos de sus ciudades que lo obligaron a rendirse, lo que ayudó a poner rápidamente fin a la Segunda Guerra Mundial con el cese de todas las hostilidades en el Lejano Oriente en 1945, y  la declaración de guerra contra los agresores japoneses por parte de la Unión Soviética.

    Desafortunadamente, el mensaje que transmitió la ceremonia conmemorativa implica que Japón fue la víctima, y ​​no el agresor.

    China continental en general, y Hong Kong también, tuvieron una amplia y dolorosa experiencia como destinatarios de la agresión militar japonesa, al igual que muchas otras partes desafortunadas de Asia oriental y el Pacífico.

    Japón atacó a China al invadir Manchuria en 1931. Esto fue descrito por la Comisión Lytton como «éticamente ilegítimo». La Comisión fue establecida por la Sociedad de Naciones -la primera organización internacional cuya misión era mantener la paz mundial- para determinar qué causó la invasión japonesa de Manchuria.

    La guerra chino-japonesa más amplia, que siguió a partir de 1937, continuó con la expansión militar del entonces creciente Imperio de Japón.

    La infame Masacre de Nanjing (entonces la capital de China, y actual capital de la provincia de Jiangsu de la República Popular de China) a finales de 1937, vio el asesinato en masa cometido por parte de soldados japoneses, de cientos de miles de prisioneros de guerra y de civiles, así como violaciones y saqueos masivos. La conducción de la guerra por parte de Japón ha sido descrita como «el Holocausto de Asia».

    Murieron millones de asiáticos, incluidos civiles y soldados chinos capturados. Algunas estimaciones sitúan el número total de muertos en 25 millones o más.

    En Hong Kong, invadido por Japón en 1941, casi al mismo tiempo que fue atacado Pearl Harbor, la ocupación japonesa – que duró tres años y ocho meses – incluyó la muerte de más de 10.000 personas por asesinato, tortura, mutilación y violación. En otras partes de China, las unidades militares japonesas utilizaron como armas enfermedades infecciosas mortales, incluida la exposición de soldados y civiles a la peste bubónica, el botulismo, el ántrax, la viruela y el cólera, lo que causó enormes bajas al pueblo chino en los años siguientes. Japón no dudó en utilizar esas técnicas prohibidas de guerra bacteriológica.

    Incluso había un plan secreto para atacar California mediante una guerra bacteriológica, que ya se había probado en los campos y ciudades de China.

    Se realizaron experimentos inhumanos e ilícitos con seres humanos, que fueron viviseccionados como parte de su programa de desarrollo de armas químicas y biológicas.

    El trabajo esclavo impuesto por Japón a los prisioneros de guerra y las víctimas civiles en los territorios que conquistó sigue siendo sinónimo de crueldad. Muchos miles fueron maltratados, murieron de hambre o asesinados, algunos mientras construían una vía férrea hacia Birmania, la actual Myanmar.

    Tanto la Alemania nazi como Japón tenían sus propias unidades de investigación secretas, encargadas de desarrollar armas nucleares. Si alguno de los dos países no se hubiera visto obligado a rendirse a tiempo, antes de que estuvieran completamente desarrollados, parece muy probable que ambos las hubieran utilizado.  Esto simplemente refuerza la justificación de obligar a Japón a rendirse con las dos bombas atómicas,  porque la alternativa podría haber provocado aún más víctimas y prolongado el sufrimiento de la gente en batallas terrestres y navales. Por esto, en lugar de simplemente predicar contra el uso de armas atómicas,  los líderes japoneses deberían estar depositando coronas de flores en los muchos lugares de Asia (como Nanjing)  para la gente a quienes los soldados japoneses mataron o abusado durante la Segunda Guerra Mundial.

    Una exposición en China muestra nuevas evidencias de la guerra biológica japonesa

    TIAN XUEFEI – ZHOU HUIYING / CHINA DAILY

    Para conmemorar el 75 aniversario de la victoria del pueblo chino en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa (1931-45), se inauguró una exposición relacionada con la guerra en el Museo de Evidencia de Crímenes de Guerra por la Unidad 731 del Ejército Japonés en Harbin, provincia de Heilongjiang, el pasado mes de septiembre.

    El museo da a conocer la evidencia de experimentos humanos y crímenes que involucraron armas bioquímicas por parte de Japón, incluidas 220 fotos antiguas, 1.810 artefactos y 51 horas de archivos de audio y video. Los materiales, que se recopilaron en China, Estados Unidos, Japón, Rusia y otros países, se centran principalmente en nuevas pruebas.

    «Esta exposición es una muestra general de los logros de investigación académica del museo», dijo Jin Chengmin, conservador del museo. «Algunos de los archivos, incluida la lista de nombres de dos unidades japonesas de guerra bacteriológica, la Unidad 1855 del Ejército Japonés en Beijing y la Unidad 9420 del Ejército Japonés en Singapur, se están mostrando al público por primera vez».

    «El sitio de la Unidad 731 del Ejército Japonés es un recuerdo especial que nos ha dejado sobre la cruel guerra. También es una advertencia para el mundo», dijo Zhang Shenghuo, de 87 años, descendiente de una víctima de la guerra bacteriológica. «Espero que más personas conozcan la historia y salvaguarden la paz».

     
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