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  • mesmontse 12:09 am el 28 February, 2021 Enlace permanente | Responder
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    EEUU: Los demócratas retoman la política exterior militarista de los neoconservadores 

    Política exterior estadounidense de Joe Biden: ¿regreso a la vieja normalidad?


    ROGER HARRIS / COUNTERPUNCH

    Roger Harris pertenece a la junta del Task Force on the Americas, una organización antiimperialista de derechos humanos fundada en 1985, dedicada a apoyar los movimientos de justicia social en Latinoamérica y el Caribe, y a educar a los estadounidenses sobre las realidades de las Américas y el papel que juega Estados Unidos allí.

    El presidente de los Estados Unidos, Biden, proclamó belicosamente, «Estados Unidos ha vuelto», en su discurso sobre las principales prioridades de política exterior en la Conferencia de Seguridad de Múnich el 19 de febrero. Repitiéndolo dos veces para dar efecto, Biden señaló el fin del interregno de Trump.

    No se podrían haber pronunciado más palabras tranquilizadoras para el ex secretario de Defensa de George W. Bush, Colin Powell, y los 70 y tantos funcionarios de seguridad nacional republicanos, que escribieron una carta abierta respaldando a Biden por temor a que Trump altere el consenso bipartidista de política exterior del cambio de régimen, las guerras para siempre, y la alianza de la OTAN.

    Los neoconservadores republicanos ahora se refugian en la gran carpa de los demócratas, el partido de la guerra de hoy.

    La principal diferencia con su predecesor es que el nuevo presidente de Estados Unidos promete una mayor confianza en la diplomacia multilateral y los acuerdos de cooperación internacional para lograr los objetivos imperiales de Estados Unidos. Biden se comprometió a permanecer en la Organización Mundial de la Salud y volver al Acuerdo Climático de París, aunque el cumplimiento de este último es voluntario y Biden defiende el fracking. Después de que Trump retiró a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU hace tres años, Estados Unidos volverá a participar como observador. Y la «prohibición musulmana» de Trump se revirtió en el primer día de mandato de Biden.

    Independientemente del cambio de guardia en Washington, el objetivo imperial del «dominio de espectro completo» perdura de una administración a la siguiente. La red global de 800 a 1000 bases militares extranjeras no se cerrará.

    El hecho de que Estados Unidos pueda castigar impunemente a un tercio de la humanidad (39 naciones) con sanciones ilegales, lo que la ONU llama medidas coercitivas unilaterales, es un ejemplo de su posición hegemónica. Estas sanciones son una forma de «guerra híbrida», que puede ser tan mortal como la guerra directa.

    Aunque Biden está revisando la política de sanciones, considerando la pandemia de COVID-19, se espera que “siga usando el arma de las sanciones de Estados Unidos pero con una puntería más precisa”, según informó Reuters.

    El nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, afirmó que sus políticas seguirían a las de su predecesor, pero «apuntarán más eficazmente» a enemigos oficiales como Venezuela y seguirán su intento de doblegar a Rusia. Siguiendo a Trump, Biden está apelando al Tribunal Superior del Reino Unido para extraditar a Julian Assange.

    «Estamos en un punto de inflexión»

    Biden advirtió, en su discurso de prioridades de política exterior, sobre la «competencia entre países que amenazan con dividir el mundo» causada por «dinámicas globales cambiantes».

    La amenaza de «dividir el mundo» que preocupa al presidente estadounidense es precisamente cualquier desviación del dominio estadounidense.

    Biden se refería al surgimiento de potenciales poderes rivales. Su advertencia afirma y amplía la doctrina de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 de Trump de «competencia entre grandes potencias» y se aleja de la concepción anterior y posteriormente abandonada de Obama de «interdependencia internacional».

    La «dinámica global cambiante» de Biden es lo que el secretario de Defensa de Obama, Chuck Hagel, denominó «desafiar el orden mundial que el liderazgo estadounidense ayudó a construir después de la Segunda Guerra Mundial». En otras palabras, la única superpotencia del mundo se opone a un mundo multipolar emergente.

    El discurso de Biden concluyó: «Estamos en un punto de inflexión» causado por «nuevas crisis». Si bien Biden no lo identifica, se trata de un reconocimiento implícito de la inminente crisis de legitimidad del orden mundial neoliberal. Estados Unidos es el principal beneficiario, proponente y ejecutor de una economía política global que cada vez se considera más incapaz de satisfacer las necesidades de la gente. Las disparidades de clases durante una recesión económica son cada vez más evidentes en los EEUU e internacionalmente. En EEUU los multimillonarios agregaron 4 billones de dólares a su patrimonio neto desde el inicio de la pandemia.

    Regreso al atlantismo y la expansión de la OTAN

    Mientras aún era presidente, Trump habló contra el papel de Estados Unidos como gendarme mundial: «El plan es salir de guerras interminables para traer a nuestros soldados de regreso a casa, no ser agentes policiales en todo el mundo». Por una variedad de razones, las palabras iconoclastas de Trump nunca encontraron su camino en la política. Y, ciertamente, los redactores de discursos de Biden nunca le darán palabras similares para leer.

    Biden dijo en su discurso de política exterior que Estados Unidos está «plenamente comprometido con nuestra alianza en la OTAN» y «da la bienvenida a la creciente inversión de Europa en las capacidades militares». Se ampliará la misión de Estados Unidos en Irak y se enviarán más tropas estadounidenses a Alemania.

    Biden justifica el cerco militar a Rusia por parte de la OTAN, con insinuaciones de que Ucrania y Georgia pueden eventualmente unirse, por «la amenaza de Rusia». Sin embargo, las reacciones rusas a la realización de juegos de guerra hostiles e instalaciones con capacidad nuclear en su frontera son plausiblemente defensivas. Mientras tanto, la alianza militar liderada por Estados Unidos se ha separado hace mucho tiempo de sus fronteras centradas en el Atlántico, y se extiende a Afganistán, Australia, Colombia, Irak, Japón, República de Corea, Mongolia, Nueva Zelanda y Pakistán.

    África y Medio Oriente

    La nueva administración ampliará la presencia militar estadounidense en África a través de su Comando de África (AFRICOM), que en 2019 desplegó Fuerzas Especiales en 22 países y estuvo en combate activo en al menos trece de ellos.

    El ejercicio militar más grande de la historia de Estados Unidos en África, African Lions 21, está programado para este mes de junio con «naciones amigas».

    El Departamento de Estado de Biden aprobó una venta de armas por 200 millones de dólares a Egipto, un país encabezado por el hombre al que Trump llamó su «dictador favorito». Estados Unidos es y sigue siendo el mayor proveedor mundial de equipo militar, superando las ventas combinadas de los siguientes cuatro mayores especuladores de la guerra.

    El petróleo y el gas son recursos estratégicos y sus flujos internacionales son factores clave para el control imperial. Sin las ventas de petróleo y gas, que son el 60% de su PIB, Rusia sería una economía menor. Ahora que Estados Unidos es un exportador neto de petróleo, las monarquías del Golfo, ricas en petróleo, son tanto aliados como competidores potenciales.

    Trump extendió la «relación especial» de Estados Unidos en el Medio Oriente con Israel y Arabia Saudita. Biden continúa esta trayectoria.

    Biden no revocará el movimiento provocador de Trump de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, ni se reconocerán los derechos de los palestinos.

    Ignorando las armas nucleares de Israel, el equipo de Biden continúa la obsesión de Estados Unidos con el programa nuclear de Irán. Biden se ha comprometido a renegociar «un mejor acuerdo» con respecto a Irán después de que Trump se retiró del Plan de Acción Integral Conjunto, su acuerdo incluye la demanda de Trump de incluir toda la política regional de Irán.

    La nueva administración de Estados Unidos aumentará las tropas en Siria y ampliará y construirá nuevas bases militares allí.

    Damasco se encuentra debilitado por la pandemia, el bloqueo económico y las continuas hostilidades militares por parte de Estados Unidos y sus «socios».

    Biden anunció que Estados Unidos ya no apoyará las «operaciones ofensivas» en la guerra liderada por Arabia Saudita en Yemen, una catástrofe para los derechos humanos. Queda por ver qué implica continuar la ayuda letal «defensiva» a los saudíes. Los saudíes tienen el quinto ejército más grande del mundo, con un costo astronómico del 8% de su PIB. Algunas ventas militares estadounidenses a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se han suspendido temporalmente. En respuesta, el director ejecutivo de la industria militar Raytheon comentó: «La paz no va a estallar en el Medio Oriente pronto». Lo sabían, ya que el secretario de Defensa de Biden formaba parte de su junta directiva.

    El patio trasero de Estados Unidos y la Doctrina Monroe del siglo XXI

    El tratamiento de América Latina y el Caribe como el patio trasero de propiedad de los Estados Unidos, bajo la Doctrina Monroe de 1823, está siendo desafiado por una «marea rosa» creciente: recientes victorias electorales de izquierda en México, Argentina y Bolivia y una posibilidad en Ecuador en abril; movimientos populares en Argentina, Haití y otros lugares; y la resistencia continua de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

    Biden, el día que asumió el cargo, tenía el poder de dar una orden ejecutiva para restaurar las aperturas de Obama a Cuba, que habían sido revertidas por Trump. Ahora, a más de un mes en el cargo, Biden no ha terminado con los límites a las remesas, las restricciones a los viajes u otras sanciones ilegales contra Cuba. Biden continúa con la política ilegal de forzar un cambio de régimen para Cuba de los doce presidentes estadounidenses anteriores: desestabilización, bloqueo y ocupación encubierta y abierta de Guantánamo. Las aperturas de Obama hacia Cuba, según su propia descripción, no fueron una desviación de la política anterior, sino un intento de lograr un cambio de régimen por diferentes medios.

    Venezuela ocupó un lugar destacado en los discursos de la campaña presidencial de Trump y Biden, y ambos promovieron el cambio de régimen. El falso presidente de Venezuela ungido por Estados Unidos, Juan Guaidó, ha perdido sus credenciales con la Unión Europea. Pero la farsa, iniciada en 2019 por Trump, está siendo continuada por Biden, quien se echó atrás en su promesa de campaña de posiblemente negociar directamente con el presidente elegido democráticamente, Nicolás Maduro.

    Biden, una vez en el cargo, ha deportado a miles de emigrados a Haití y otros países. Este es «un paso atrás decepcionante de los compromisos anteriores de Biden de romper por completo con las políticas de deportación dañinas de las presidencias de Trump y Obama», según la Unión Estadounidense de Libertades Civiles.

    Pivote a Asia

    La política exterior de Estados Unidos refleja las cualidades personales de la persona que ocupa la Oficina Oval, la afiliación a un partido y la constelación de poderes estatales y corporativos detrás de la administración. Eclipsando estos factores hay desarrollos geopolíticos más importantes, especialmente ahora con el surgimiento de China como la fábrica mundial.

    China es un próximo rival, pero se queda corto como par de Estados Unidos en términos de poder económico. El notable crecimiento económico de China se ha basado en su integración y, de hecho, en su dependencia del mercado capitalista internacional, dominado por Estados Unidos. Aunque China es el principal exportador mundial, solo un minúsculo 4% del intercambio internacional de divisas está denominado en yuanes chinos en comparación con el 88% en dólares estadounidenses. Es revelador que cerca de la mitad del comercio entre China y Rusia, dos países sancionados por Estados Unidos, aún se haga en dólares estadounidenses.

    Tras el «giro hacia Asia» de Obama en 2012, la política de Biden presagia una continuación de la hostilidad de Trump hacia China, y con una mayor intensificación.

    La acumulación militar de Estados Unidos para confinar a China incluye fuerzas terrestres, aéreas, marítimas e incluso espaciales con el Mar de China Meridional como un punto de conflicto.

    Trump negoció un acuerdo de paz entre los talibanes y el gobierno respaldado por Estados Unidos en Afganistán, ahora en su vigésimo año de guerra. La administración de Biden ha indicado que no cumplirá con el acuerdo, que requiere una reducción de las tropas estadounidenses en lugar del aumento anunciado por Biden.

    La República Popular Democrática de Corea está entrando en su 71 año de guerra oficial con Estados Unidos sin un final a la vista. Cuando Trump se reunió con el presidente de DRPK, Kim Jong-un, en 2019, los demócratas gritaron «traición». Sin duda, Biden no cometerá el error patriótico de intentar reducir la tensión entre los dos países.

    Política nuclear: 100 segundos antes de la medianoche

    Estados Unidos está rodeando a Rusia y China con «sistemas de defensa contra misiles», que habían sido ilegales hasta que George W. Bush derogó el Tratado ABM entre Estados Unidos y Rusia en 2002. Un «sistema de defensa contra misiles» está diseñado para protegerse contra una respuesta de represalia después de un primer ataque nuclear.

    El Congreso autorizó recientemente una nueva generación de misiles balísticos intercontinentales estadounidenses (ICBM).

    La política oficial de China es «no ser el primero en usar armas nucleares en ningún momento ni bajo ninguna circunstancia». La política rusa es usar armas nucleares sólo «cuando la existencia misma del Estado está amenazada». Por el contrario, Estados Unidos se reserva el derecho de «usar por primera vez» armas nucleares.

    Una modernización de armas nucleares de más de un billón de dólares, iniciada por Obama y continuada por Trump, es nada comparado con todo el arsenal nuclear de Estados Unidos programado para ser actualizado que tiene Biden por delante. Las consecuencias son riesgos mucho mayores de lanzar una guerra nuclear accidental y una carrera armamentista acelerada con Rusia y China.

    El jefe del Comando Aéreo Estratégico de Estados Unidos, el almirante Charles A. Richard, advirtió este mes que en un conflicto con Rusia o China «el empleo nuclear es una posibilidad muy real».

    Dado el estado de cosas internacional, el Bulletin of the Atomic Scientists fijó el reloj del fin del mundo de 2021 en 100 segundos antes de la medianoche. Aunque el Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares se convirtió en ley internacional el 21 de enero, Estados Unidos no lo ha ratificado. En el lado positivo, Biden extendió el tratado de armas nucleares New START por cuatro años.

    Otro mundo es posible, otro Estados Unidos es necesario

    El “liderazgo estadounidense” del mundo, promocionado tanto por republicanos como demócratas, no es democrático. Nadie eligió a Estados Unidos como la niñera (ni el gendarme) del mundo.

    Las encuestas internacionales muestran que Estados Unidos está clasificado entre los países más temidos, odiados y peligrosos del mundo y la mayor amenaza para la paz mundial.

    Mientras tanto, el proyecto Vox Populi informa que la mayoría o pluralidad del pueblo estadounidense apoya la reducción del presupuesto militar, el logro de la paz evitando la intervención en el extranjero, la negociación directa con los adversarios para evitar la confrontación militar, la disminución de las tropas estadounidenses en el exterior y la limitación de la capacidad del presidente para atacar a un adversario extranjero.

     
  • mesmontse 7:41 pm el 6 December, 2020 Enlace permanente | Responder
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    BRASIL: Un acuerdo con EEUU sobre una base de lanzamiento espacial amenaza la soberanía del país 

    800 familias descendientes de esclavos amenazadas de expulsión por el acuerdo con EEUU

    La ampliación del Centro de Lanzamiento de Alcântara podría significar la eliminación de familias quilombolas y otra afrenta a la soberanía brasileña.

    DANIEL GIOVANAZ / GLOBETROTTER

    Antonio Marcos Diniz tenía sólo 13 años cuando su familia se vio obligada a abandonar su casa cerca de la costa atlántica de Brasil en 1983. Junto con otras 311 familias, tuvieron que trasladarse 60 kilómetros al oeste hasta Agrovila Perú para que el gobierno pudiera construir el Centro de Lanzamiento de Alcântara (CLA), en Maranhão, en el noreste de Brasil. Hoy, a la edad de 50 años, la vida de Diniz puede volver a cambiar por la expansión del mismo centro de lanzamiento.

    El Movimiento de Afectados por la Base de Lanzamiento (MABE) estima que unas 800 familias quilombolas, como la de Diniz, serán expulsadas si se produce la ampliación de la base. (El término quilombola se refiere a los descendientes de africanos y afrobrasileños que escaparon de las plantaciones de esclavos).

    La base de Alcântara tiene una de las ubicaciones más estratégicas del mundo para el lanzamiento de satélites. Fue construida en 1983 en el estado de Maranhão, que tiene el segundo peor Índice de Desarrollo Humano Municipal del país. Una de las razones para elegir la ubicación es la proximidad de la línea del ecuador terrestre, que permite ahorros de hasta un 30 por ciento en combustible.

    En marzo de 2019, un acuerdo entre los gobiernos de Brasil y Estados Unidos preveía la expansión de la base y autorizó los «lanzamientos desde un puerto espacial brasileño» y abrió las puertas para una mayor «cooperación aeroespacial entre las dos naciones», según SpaceNews.

    El Acuerdo de Salvaguardias Tecnológicas entre Estados Unidos y Brasil limita el uso extranjero de la base «con fines pacíficos». Sin embargo, según un artículo escrito en Brasil de Fato por el diplomático brasileño Samuel Pinheiro Guimarães, la ubicación de Alcântara es “ideal para los Estados Unidos desde el ángulo de sus operaciones político-militares en Sudamérica y África y de su estrategia global, frente a Rusia y China «.

    Estados Unidos tiene la intención de utilizar el CLA, operado por la Fuerza Aérea Brasileña, para 2021. Guimarães afirma además que Estados Unidos tiene suficientes bases de lanzamiento de cohetes, por lo que el objetivo principal del acuerdo para Estados Unidos es “ejercer su soberanía, fuera el alcance de las leyes y la vigilancia de las autoridades brasileñas ”.

    Impactos de la expansión

    Mapping Cultural Assets, Resources and Opportunities In Afro-Brazilian and  Quilombo Communities

    Antes de que Brasil aboliera la esclavitud en 1888, los barcos de esclavos llevaban a personas esclavizadas de África a las plantaciones de azúcar y café de Brasil. Quienes escaparon de estas plantaciones formaron comunidades secretas e independientes, lo que llevó al establecimiento de los asentamientos de quilombo. Actualmente, estos asentamientos están siendo desarraigados para construir y expandir el CLA. Los quilombolas, que son los habitantes de estos asentamientos, no son migrantes: son refugiados en su propia tierra.

    Agrovila Perú, donde Diniz ahora trabaja como campesino, no forma parte del plan inicial para ampliar la base, pero si se permite la implementación de este plan, toda la composición de la región se verá afectada. El pescado que come, por ejemplo, proviene de comunidades quilombolas vecinas al borde del Océano Atlántico, que son objeto de una inminente expulsión. La yuca que planta, igualmente, se vende a los quilombolas que ocupan la costa del otro lado de la base.

    Una de estas comunidades vecinas es Canelatiua, que es el hogar de Neta Serejo. Fue una de las fundadoras de MABE en 1999. “No podemos confiar en Estados Unidos. Sabemos lo que pasa cuando deciden entrar a otro país ”, dice Serejo. Brasil fue uno de los seis países de América del Sur que tuvieron dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX.

    Las fuerzas armadas de Brasil: más subordinadas a EEUU hoy que durante la dictadura

    La política exterior del presidente brasileño Jair Bolsonaro ha sido criticada por su sumisión y alineación con Estados Unidos. En entrevista con Brasil de Fato, el ex canciller Celso Amorim dice que las fuerzas armadas están más subordinadas a Estados Unidos y al gobierno hoy que durante la dictadura militar (1964-1985).

    Mientras tanto, el Acuerdo de Salvaguardias Tecnológicas también ha encontrado apoyo con el gobierno municipal de Alcântara y el gobierno del Estado de Maranhão. El argumento utilizado por ambos es que el acuerdo aumentará las perspectivas de desarrollo económico de la región. Sin embargo, el MABE afirma que los quilombolas nunca tuvieron acceso a investigaciones o documentos oficiales que demuestren que la expansión de la base o su uso por parte de Estados Unidos generará ingresos para los residentes actuales.

    La expulsión de quilombolas de Alcântara, por ahora, ha sido suspendida por una orden judicial desde mayo de 2020. Pero Danilo Serejo, asesor legal del MABE, dice que la decisión puede revertirse en cualquier momento, aunque la Constitución de 1988 les garantice a las comunidades quilombolas el derecho a poseer su tierra.

    Los dos argumentos para suspender los desalojos fueron la pandemia de coronavirus y la necesidad de un “proceso de consulta previa, libre e informada de las comunidades afectadas”. Tal consulta está prevista en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.

    Danilo Serejo agrega que esta prerrogativa ya fue violada: “El consentimiento previo significa que debe garantizarse antes del acuerdo con Estados Unidos, y no después”.

    David y Goliath

    Los residentes alrededor de la base de Alcântara describen la lucha por permanecer en el territorio como «una batalla entre David y Goliat». Las familias quilombolas dependen de la agricultura y la pesca para su subsistencia, y la mayoría de ellas reciben prestaciones de la seguridad social, que son su principal fuente de ingresos. Sus casas son sencillas, improvisadas y podrían destruirse en un solo día. En el otro lado está la mayor potencia económica del planeta, con carta blanca del gobierno brasileño.

    La amenaza a la soberanía radica precisamente en la falta de transparencia sobre el acuerdo y el proyecto de expansión. Diniz considera que esta brecha es reveladora: si los quilombolas fueran vistos por ambos gobiernos como personas de derechos, estarían “merecedores” de esta información, dice. No parece ser el caso. Según Diniz, no se les ha ofrecido la oportunidad de dar su opinión sobre el proyecto y, sin embargo, se espera que acepten lo que se haya decidido en el «piso superior», sin opinar sobre las decisiones que afectan significativamente sus vidas, la misma condición a la que fueron sometidos sus antepasados ​​durante 300 años.

    Danilo Serejo agrega que el gobierno brasileño es racista y no respeta a los descendientes de esclavos. En 2017, Bolsonaro declaró que visitó un quilombo y «no hacen nada», y agregó que no creía que fueran «mejores para la cría».

    Los gobiernos de Brasil y Estados Unidos nunca se han pronunciado sobre la posibilidad de remover a las familias quilombolas como resultado de la expansión de la base de Alcântara. Neta Serejo dice que el MABE mantendrá viva la lucha “en todos los casos posibles” para asegurar que los quilombolas sigan viviendo en su territorio.

    Daniel Giovanaz es periodista y máster en Historia por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC). Fue corresponsal de Brasil de Fato en India en 2020.

     
  • mesmontse 9:28 pm el 6 November, 2020 Enlace permanente | Responder
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    EEUU: Los planes militares estadounidenses no cambian con los presidentes 

    Las elecciones y el imperio


    RON JACOBS / COUNTERPUNCH

    Al examinar las actividades de las fuerzas armadas estadounidenses, es esencial mantener una visión a largo plazo. En otras palabras, a pesar de la práctica de observar las actividades del Pentágono en períodos de cuatro años, el mandato de un presidente de los Estados Unidos, la realidad es que el ejército opera en su propia línea de tiempo. Esto no significa que lo que sucede en las arenas legislativa y ejecutiva no afecte las acciones de los militares. Sin embargo, sí significa que los movimientos de tropas, las guerras y la adquisición de armas tienen una trayectoria propia.

    Nada en los últimos tiempos prueba esto más que los conflictos de décadas en Afganistán e Irak. Ambas naciones han sido escenario de un conflicto militar que involucró a las fuerzas estadounidenses durante bastante tiempo, desde finales de la década de 1970 en el caso de Afganistán y desde 1991 en Irak. Esas fuerzas incluyen operativos de la CIA, Fuerzas Especiales militares estadounidenses como los Boinas Verdes, SEALS y Rangers, tropas regulares y mercenarios privados contratados por el Pentágono.

    Además de estos dos países, hay otros lugares en el mundo donde la presencia militar de Estados Unidos es hostil. Estos incluyen el Golfo Pérsico, donde la Marina de EEUU mantiene una presencia grande y constante; el sur de Corea; algunas naciones de Centro y Sudamérica; y varias naciones del continente africano. Además, decenas de miles de efectivos estadounidenses también están estacionadas en condiciones más amigables en Europa, Japón y otros países latinoamericanos. La presencia de tropas en estas últimas zonas suele estar relacionada con la necesidad percibida de mantener a raya a los llamados enemigos: Rusia en Europa; Venezuela y Bolivia en Sudamérica; Nicaragua y Cuba en América Central.

    Incluso un examen superficial de la situación mundial muestra que ninguna de esas naciones es enemiga. Sin embargo, son competidores por ciertos mercados y recursos o, en el caso de Venezuela, Cuba, Bolivia, Irán y posiblemente Nicaragua, ejemplos de una forma alternativa de gobierno que no está en deuda con el imperio estadounidense.

    Desde que Donald Trump terminó en la Casa Blanca, algunos han insistido en que es una especie de presidente pacifista. Señalan el hecho de que no ha comenzado ninguna guerra nueva e incluso ha retirado algunas fuerzas regulares de Irak y Afganistán (la mayoría fueron luego transferidas a otro terreno en el extranjero). Estas mismas personas no reconocen el aumento de muertes de civiles a causa de las fuerzas lideradas por Estados Unidos en Irak y Afganistán, al igual que ignoran la presencia de al menos una base militar estadounidense en Siria, una nación a la que Estados Unidos no fue invitado y cuya guerra civil podría decirse que es el resultado de la actual intervención encubierta de Estados Unidos en la política interna de ese país que se intensificó en 2011, cuando Obama era presidente y las protestas sacudieron al mundo árabe. Tangencialmente, estos mismos campeones de las políticas militares de Trump parecen haber olvidado sus acciones agresivas contra Irán (más notablemente el asesinato de Suleiman) y el bombardeo criminal de Yemen por parte de la coalición liderada por Arabia Saudí, desde bombarderos fabricados en Estados Unidos y con bombas fabricadas en Estados Unidos. Además de los aviones y las armas; las fuerzas estadounidenses operan sobre el terreno en Yemen en apoyo del ataque saudita.

    Si uno cambia su mirada hacia el sur de Estados Unidos, no sólo descubrirá que los barcos de la Armada de los Estados Unidos acosan regularmente a los petroleros que transportan petróleo hacia y desde Venezuela, sino que también verán que cientos de tropas y agentes de inteligencia estadounidenses tienen su base en Colombia. Aunque no se conoce con exactitud el papel que juegan estas fuerzas en la subversión contra el gobierno venezolano elegido por el pueblo, es seguro asumir que es parte del intento en curso de Estados Unidos de derrocar a los gobiernos de Caracas y La Paz. El golpe de 2019 fue rotundamente derrotado en Caracas, y las elecciones recientes, derrotaron el golpe en Bolivia, pero la posibilidad de otro golpe de derecha no puede ser ignorda.

    Según el Centro de Recursos Humanos de Defensa del Pentágono, el Pentágono tiene tropas regulares en más de 150 países de todo el mundo, con aproximadamente 165.000 de su personal en servicio activo asignado permanentemente fuera de Estados Unidos y sus territorios. (Centro de datos de Recursos Humanos de Defensa, 7 de agosto de 2020). Estas cifras no incluyen a las tropas en Irak y Afganistán. Además, hay alrededor de cuarenta mil soldados de las fuerzas especiales en misiones clasificadas en lugares ocultos al pueblo de Estados Unidos. Como reveló un joven que recientemente salió del ejército: eso significa que Estados Unidos tiene 40.000 soldados entrenados para patear traseros y matar gente haciendo exactamente eso, con poca o ninguna responsabilidad para con los ciudadanos de los países en los que se encuentran ni con los ciudadanos de los Estados Unidos. Continuó, diciéndome que incluso las buenas personas a las que no les gusta golpear o matar a personas inocentes terminan haciendo exactamente eso bajo las circunstancias. Otros conocidos en el ejército o recientemente despedidos, han revelado su trabajo en naciones africanas estableciendo bases de drones, realizando registros nocturnos de hogares donde la gente dormía profundamente y arrestando a niños de diez años por estar en el «lugar equivocado en el momento equivocado».

    Cuando Ronald Reagan estaba en la Casa Blanca, las guerras llevadas a cabo se llamaban «conflictos de baja intensidad». Parece obvio que estos conflictos no fueron de muy baja intensidad en las regiones donde tuvieron lugar. De hecho, decenas de miles de civiles nicaragüenses, salvadoreños, guatemaltecos, hondureños y otros perdieron la vida debido a la participación financiera y militar de Estados Unidos. También se reconoció el uso de tropas de combate estadounidenses durante la breve y gratuita invasión de Granada. En cuanto al resto del mundo, el gabinete de guerra de Reagan financió, asesoró y participó en la guerra contra las fuerzas gubernamentales afganas y soviéticas en Afganistán. Igualmente importantes fueron los gastos en armamento, que se duplicaron en los primeros cuatro años de Reagan en el cargo, y no disminuyeron durante su último mandato.

    Aunque los conflictos en Centroamérica se habían calmado cuando el ex jefe de la CIA George HW Bush asumió la presidencia en 1988, el apoyo de Estados Unidos a la sangrienta guerra de Irak con Irán convenció al líder iraquí Saddam Hussein de que tenía margen para invadir Kuwait. Antes de esa invasión, Bush padre invadió Panamá y capturó a su mandatario. Cabe suponer que esta acción estuvo relacionada con la complicidad de Bush en las operaciones de contrabando de cocaína y el fin del Tratado del Canal de Panamá.

    Volviendo a Irak y Kuwait, es obvio que Hussein estaba equivocado. Papá Bush ordenó que decenas de miles de soldados estadounidenses ingresaran a la región y el 16 de enero de 1991 atacó Bagdad y otras ciudades de Irak. Esto inició la ocupación, la intimidación y la guerra en curso en Irak.

    El mandato de Bill Clinton en la Casa Blanca estuvo relativamente libre de acciones militares. Sin embargo, además de lanzar misiles de crucero a Irak y Sudán, fue la Fuerza Aérea de Estados Unidos la que realizó sobrevuelos del territorio iraquí y bombardeó esas naciones al menos una docena de veces.

    Todo eso fue sólo un preludio de la invasión de Afganistán en 2001 y la invasión de Irak en 2003 por parte de la Casa Blanca, con George W. Bush. Como se señaló al comienzo de este artículo, ambos conflictos continúan.

    De hecho, la Guerra Global contra el Terrorismo de Bush es ahora una trampa para cualquier operación militar ofensiva de las fuerzas estadounidenses. Barack Obama usó esa razón para matar a cientos a través de drones armados. Fue durante su Administración, cuando las fuerzas estadounidenses fueron enviadas a Libia y Siria, junto con otros lugares conocidos y desconocidos.

    Donald Trump no ha cambiado mucho este escenario, si es que lo ha hecho. Además, continúa la preparación para una posible guerra con Rusia o China. Recientemente, el Secretario de Estado Pompeo discutió un nuevo acuerdo con el gobierno griego para construir una base naval en Creta. Una razón probable para esta base es ser parte de un plan estadounidense en curso para recuperar una estrategia que hubo entre las dos últimas guerras mundiales, sobre crear una alianza de países que se extendería desde el Mar Báltico, por encima del Mar Negro, hasta el Mar Egeo, con Polonia como miembro principal. Conocida como Intermarium, esta alianza serviría como bloque de poder alternativo entre Alemania y Rusia. Esto podría ayudar a explicar la creciente presencia del ejército estadounidense en Polonia. («Intermarium in the 21st Century. ¿Un nuevo camino para Europa?»; Cohen, Nick; noviembre de 2019; consultado el 2/11/2020)

    El propósito de la línea de tiempo anterior es acentuar el hecho de que Estados Unidos es una nación belicosa. Incluso durante los períodos en los que hay pocos o ningún conflicto militar, Washington se está rearmando. Este es el significado del enorme aumento de los gastos militares durante la presidencia de Reagan. Una situación similar existió bajo Trump; los presupuestos militares aumentaron dinámicamente cada año de su mandato, y la mayoría de los aumentos se destinaron a la fabricación de armas. Su papel, como el de tantos presidentes antes que él, fue mantener y expandir el arsenal de Estados Unidos, que a su vez se utiliza para mantener y expandir el Imperio de Estados Unidos.

    Las elecciones no van a cambiar esto. Todos sabemos que los capitalistas y sus gobiernos harán cualquier cosa para proteger el capitalismo. La única restricción posible a la continuación de las guerras mencionadas aquí y cualquier conflicto futuro es un sentimiento contra la guerra consistente, articulado y organizado fuera de los dos partidos políticos principales, los cuales tienen un propósito único cuando se trata del Pentágono y el imperio. Construir este movimiento para expresarlo no sólo es una buena idea, es esencial para resolver la multitud de otros problemas que enfrenta la raza humana.

    Ron Jacobs es el autor «Capitalismo: ese es el problema»

     
  • mesmontse 12:39 am el 14 January, 2020 Enlace permanente | Responder
    Etiquetas: África; Burkina Faso;Sankara, , Imperialismo   

    ÁFRICA- TOM SANKARA: El revolucionario asesinado en 1987 vuelve a inspirar a los jóvenes de Burkina Faso 

    Sankara gobernó Burkina Faso de 1983 a 1987, poniendo en marcha con éxito una revolución económica, social y antiimperialista pionera en el continente, y propuso al resto de África no pagar la deuda externa. Con la única ayuda de la Cuba de Fidel, en 4 años Sankara consiguió para su pueblo unos logros a una velocidad sólo comparable a los de la revolución cubana. Fue asesinado hace 33 años. Burkina Faso, tiene una extensión similar a Ecuador y una población de 19 millones de habitantes (datos de 2017). Fue colonia francesa desde 1898 hasta 1960. Es uno de los países más pobres del mundo.

    En 2020 se cumplen treinta y tres años del asesinato de Sankara

    XAVIER MONTANYÀ / VILAWEB

    El 15 de octubre de 1987, el capitán Thomas Sankara, presidente revolucionario burkinés, fue asesinado víctima de un golpe de estado, encabezado por su mejor camarada y amigo, Blaise Compaoré. Tenía treinta y ocho años. Detrás del complot criminal se cree que estaban Francia, Costa de Marfil, la ‘Françafrique’ – como se conoce la política intervencionista de Francia en sus ex colonias africanas- y Libia, quizá también mercenarios de Charles Taylor y la CIA.

    Sankara gobernó de 1983 a 87, poniendo en marcha con éxito una revolución social y cultural antiimperialista pionera en el continente que hoy es admirada por la juventud. Se enfrentó al imperialismo, el neocolonialismo y propuso al resto de África de no pagar la deuda externa. Los poderes fácticos no lo podían tolerar y lo liquidaron.

    En 2014, veinte y siete años después de haber sido asesinado, su nombre y su liderazgo fueron referentes de una revuelta en Burkina Faso que liquidó el poder del traidor Blaise Compaoré. El ejército francés lo protegió y le ayudó a exiliarse en Costa de Marfil, concretamente en la capital, Yamusukro, ciudad natal del difunto dictador Félix Houphouët-Boigny, fiel a Francia, que en sus delirios convirtió a su pueblo en una fastuosa y fantasmal capital.

    En Yamusukro vive exiliado Blaise Compaoré, el hombre que lo sabe todo sobre la muerte de su amigo y camarada Sankara, y sobre multitud de historias sucias de la ‘Françafrique’ en ese territorio. Sobre él ya pesa una demanda de extradición y detención internacional emitida por un juez de Burkina Faso. Si Blaise habla, caerán cabezas del Estado y de los servicios secretos franceses y estadounidenses, en Libia, en Burkina y en Costa de Marfil. Como el hombre sabe demasiado, empieza a ser incómodo y peligroso.

    Desde la revuelta de 2014 y el exilio de Blaise Compaoré, en Burkina algunos testigos del crimen han ido perdiendo el miedo de hablar. La justicia nacional e internacional avanza lenta pero segura. Tras muchos años de lucha judicial, un juez en Burkina Faso que tiene el proceso bastante avanzado y Francia se ha comprometido a desclasificar documentos secretos y su Parlamento también ha pedido una investigación.

    Thomas Sankara es una figura de la importancia de Nelson Mandela, Amílcar Cabral, Patrice Lumumba, Julius Nyerere o Kwame Nkrumah. El llamado Che africano luchó contra el neocolonialismo y fue asesinado, pero se ha convertido después de muerto en un referente para los jóvenes africanos.


    Tom Sank, líder antiimperialista y precursor de las luchas actuales


    El capitán Thomas Sankara tomó el poder en 1983 por la vía de la insurrección junto a otros jóvenes militares pro-marxistas. Su lugarteniente y amigo Blaise Compaoré estuvo siempre a su lado hasta que cuatro años después encabezó la conspiración que puso fin a su vida.

    La primera medida de Sankara marcó un antes y un después simbólico respecto del colonialismo. Cambió el nombre del país, Alto Volta, por el de Burkina Faso, que el la lengua mayoritaria del país significa ‘la Patria de los hombres íntegros’. Y sustituyó los suntuosos coches oficiales por modestos Renault-5 negros.

    En poco tiempo, el capitán Tom Sank -como le llamaba el juventud- se hizo muy popular: jugaba al fútbol y tocaba la guitarra por la televisión, cantaba las cuarenta a los dirigentes sumisos con Francia, hasta al mismo general Gadafi, a quien expropió un Boeing porque «Libia ya tenía muchos y Burkina Faso cero». Después de haberse dado cuenta de que en todo su país no había nadie con capacidad para pilotar el aparato, abrió sus puertas para que los burkineses pudieran conocerlo por dentro y, finalmente, lo devolvió a su propietario, con una sonrisa de oreja a oreja. Sankara tenía sentido del humor, pero Gadafi, no. (N.de la E. Sankara se distanció de Gadafi por la intervención de Libia en la guerra del Chad, entre 1978 y 1987).

    En sólo cuatro años, la revolución hizo milagros. Combatió la desertificación, plantando diez millones de árboles en quince meses. La tasa de escolarización pasó del 6% al 22%. Hizo campañas titánicas de vacunación que le valieron la felicitación de la OMS: dos millones y medio de niños vacunados en quince días. Sin ayudas de potencias extranjeras, y desafiando la negativa de ayuda del FMI, construyó cien kilómetros de vía férrea a mano, con la colaboración de la gente de los pueblos por donde pasaría el tren. Fidel Castro le ayudó. Suprimió los alquileres durante un año, implicando a todos en tareas de rehabilitación y construcción de viviendas. Defendió los derechos de la mujer como nunca nadie lo había hecho en África. Nombró ministros cuatro mujeres y aleccionó a la población contra la mutilación genital femenina, los abusos y la violencia machista. Tom Sank demostró que se podía reconstruir una África más libre, más justa y más africana, liberándose del yugo neocolonial de las ex metrópolis, el FMI y el Banco Mundial. Y por eso era peligroso.

    Además, era inmensamente popular y simpático, la gente lo quería con devoción. Su fama cautivaba también a la juventud de Togo y Costa de Marfil, causando inquietud en los dictadores.

    Trató con Fidel -de quien era amigo-, con Gadafi, Gorbachov, Mitterrand y con todos los líderes con quienes podía discutir y establecer alianzas de futuro. Hizo discursos radicales en la ONU en Nueva York, en París, y en la Organización para la Unidad Africana (OUA). Cada día era más molesto para las altas esferas del poder neocolonial y la ‘Françafrique’.

    Lo consideraban tan nocivo que, después de haberlo asesinado se aseguraron de cortar toda conexión de sus ideas con el pueblo. Un ejemplo triste es lo acontecido con los llamados «alumnos de Sankara»:

    Fidel acogió para estudiar en Cuba a muchos chicos y chicas burkineses. Sankara le envió los más pobres, los huérfanos, los más desvalidos. El asesinato les sorprendió a Cuba. Fidel se los notificó y los consoló. Al finalizar los estudios, llegó a Burkina un avión lleno de flamantes peritos agrícolas, veterinarios, maestros, médicos, técnicos … Podrían haber aportado mucho a su país, pero el dictador Blaise Compaoré nunca permitió que trabajaran para poner en práctica lo aprendido en Cuba. Ser «alumno» de Sankara y haber estudiado en Cuba era un estigma.

    A pesar de tanto como se ha hecho para silenciar a Sankara, sus discursos hoy se revelan como premonitorios de las luchas actuales: contra la corrupción, la desertización, en favor de los derechos de la mujer y los niños, contra la deuda externa y el neocolonialismo, en favor del comercio justo, la vivienda, la educación y la salud pública. Él lo decía y lo hacía. Y con éxito.

    Era un hombre con una sólida formación política marxista y anticolonialista. Sus escritos deberían ser de lectura obligada tanto para los jóvenes africanos, que ya los leen, como para los europeos antiglobalización, los anticapitalistas y los ecologistas. Muchas de las luchas de Sankara, hoy son luchas globales.

    La negativa a pagar la deuda externa fue su condena a muerte


    François Mitterrand gobernaba con la derecha de Jacques Chirac, que volvió a delegar los asuntos africanos en el siniestro Jacques Foccart, el ‘monsieur Afrique’ de De Gaulle. Presumiblemente, Foccart y Houphouët -el dictador que gobernaba Costa de Marfil- conspiraron para atraer y dominar a Blaise Compaoré, y usarlo para eliminar Sankara, una maniobra en la que se supone que también estuvieron implicados la CIA, Libia y los mercenarios de Charles Taylor (N.de la E. Taylor es un «Señor de la guerra» de Liberia, condenado en 2012 por la Corte Penal Internacional de La Haya a 50 años de reclusión por crímenes de lesa humanidad) . Tenían que montar un buen operativo: se trataba de matar al presidente y además, de cambiar toda una revolución y el sentimiento de un pueblo que había recuperado el orgullo y la confianza, y trabajaba por su futuro con más entusiasmo que nunca.

    En julio de 1987 en una cumbre de la Organización para la Unidad Africana en Addis Abeba (Etiopía) Sankara hizo un discurso magistral contra la deuda externa, pidiendo a todos los países africanos reunidos que se negaran rotundamente a pagarla. Entre otras cosas dijo:

    «No podemos reembolsar la deuda porque no tenemos con qué pagar. No podemos reembolsar la deuda porque no somos responsables de la deuda. No podemos pagar la deuda porque son los otros los que nos deben lo que las potencias más ricas no podrían pagar nunca: la deuda de sangre. Es nuestra sangre la que se ha derramado».

    Sankara era un gran orador. En ese discurso, en un momento determinado, sonrió y pidió que lo hicieran todos los países «porque si lo hace sólo Burkina Faso, os puedo asegurar que en la próxima cumbre de la OUA yo no estaré». Y así fue.

    Cuatro meses después, un pelotón lo asesinó junto con doce de sus oficiales y colaboradores en el Palacio Presidencial. Era el fin de la revolución.

    Blaise Compaoré revirtió las medidas revolucionarias y se puso nuevamente a las órdenes de la ‘Françafrique’ y el neoliberialismo. Campaoré fue presidente durante veinte y siete años, hasta que en 2014, el fantasma de Sankara comenzó a despertar, arraigado en los sueños e ilusiones de las nuevas generaciones burkinesas.

    La verdad de un asesinato neocolonial: el proceso judicial hasta hoy

    En 1997 los abogados de la familia Sankara pusieron en marcha varios procedimientos judiciales en Burkina Faso. En abril de 2014 los jueces del Tribunal Superior se declararon incompetentes. Sólo les pedían una orden para comprobar si el cuerpo de Thomas Sankara está en la que se considera su tumba.

    En otra línea de acción jurídica, el Comité Internacional de Justicia para Sankara recurrió al Comité de Derechos Humanos de la ONU en 2006, que aceptó la demanda. Pero en 2008 el mismo comité decidió de cerrar el caso sin haber comenzado ninguna investigación.

    El mismo año la justicia de Burkina Faso propuso una indemnización a la familia, sin ni siquiera rectificar el certificado de defunción ‘por muerte natural’. La familia no lo aceptó.

    Entonces, el Comité Internacional de Justicia para Sankara solicitó la apertura de una investigación internacional independiente. Se apoyan en testimonios de compañeros de Charles Taylor, ex caudillo de Liberia, que contaba haber participado, acusando también Francia y la CIA de estar involucradas en un complot internacional.

    Diputados franceses también ha pedido una investigación parlamentaria en Francia sobre el asesinato de Sankara.

    En 2015 el nuevo gobierno de transición burkinés autorizó a la justicia a hacerse cargo del proceso. El juez del Tribunal militar inculpó a diecisiete personas, entre las que se encuentran el ex dictador Compaoré y su jefe de estado mayor, Gilbert Diendéré. Los seis miembros de la fuerza que asaltó el Palacio Presidencial a tiros ya se sabe quiénes son. Falta la parte más delicada: saber quién dio las órdenes. En 2016 el juez burkinés pidió la extradición de Blaise Compaoré y que se levantara el secreto de los documentos clave de los archivos franceses. Macron ha prometido que todos los documentos serán desclasificados.

    La verdad sobre el asesinato de Sankara pondría definitivamente en jaque toda la retórica imperialista que él combatió y de la que fue víctima.

     
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