ERDOGAN Y LOS HIDROCARBUROS AJENOS: Turquía envía una flota militar a aguas griegas del Mediterráneo
El pasado 21 de julio quince buques militares turcos zarparon para escoltar a un buque de exploración de gas submarino, que realizaría sus actividades en aguas de la isla griega de Kastelórizo, en el Mediterráneo oriental, en una operación planificada hasta el 2 de agosto. La protesta internacional, ha detenido por el momento los planes de Erdogan y ha rebajado algo la tensión en el Mediterráneo, ya que Grecia desplegó su Armada en defensa de posibles ataques a su soberanía.
Conociendo los antecedentes de la política exterior del presidente turco, no hay lugar para pensar que renuncie a un plan largamente trazado para el cual ha ya dado muchos pasos. En octubre de 2019 Grecia, Chipre y Egipto, ya instaron a Turquía en un duro comunicado, a dejar de cometer “acciones ilegales” y abandonar la perforación del yacimiento de gas en la zona económica exclusiva de las aguas territoriales de la República de Chipre. La UE, Rusia y EEUU se pronunciaron a favor del respeto a los derechos de Chipre. Lejos de desistir, el presidente turco Erdogan, fue más lejos: al mes siguiente firmó un acuerdo, a cambio de ayuda militar -que ya ha hecho efectiva- con el gobierno de Trípoli, una de las facciones contendientes en la guerra Libia, para rediseñar la soberanía sobre las aguas territoriales del Mediterráneo oriental en perjuicio de los países que tienen reconocida allí una zona de explotación exclusiva.
Asi fue como, con la soberanía autoadjudicada sobre territorios ajenos, este 21 de julio envió al buque explorador de gas submarino, junto a una flota miliar hacia la isla griega de Kastelórizo. La isla pertenece al archipiélago griego del Dodecaneso (163 islas), en la cual está la legendaria isla de Rodas. Los otomanos siempre han intentado conquistarla militarmente aprovechando épocas convulsas como las guerras, pero en su larga historia -los antiguos griegos la habitaron y construyeron una civilización hace 3.600 años- los turcos sólo han conseguido retenerla por breves períodos, y al final siempre la han tenido que devolver. Ahora, Erdogan vuelve a las andadas con el tema, porque esta pequeña isla, la menor del archipiélago, es la llave que abre la puerta a sus ambiciones en el Mediterráneo oriental.
Turquía tiene una población de 82 millones. Grecia tiene sólo 10 millones de habitantes, y como es bien conocido, el país fue duramene castigado por la crisis de 2008 (de la cual el sur de la UE aun no se ha recuperado). Es obvio, que sin apoyo de sus socios de la Unión Europea, Grecia no tiene ninguna posibilidad de frenar las pretensiones turcas. La política exterior del presidente turco Recep Tayyip Erdogan se parece mucho a la de la Alemania nazi en la década de los años 30 del siglo pasado: anexión de Austria, ocupación de Checoslovaquia, Bohemia y Moravia, aprovechando que las potencias europeas de la época permitieron al Führer anexionarse a los países pequeños, hasta que Europa se encontró a los nazis gobernando Francia durante 4 años, tras sólo 6 semanas de combate.
«Ankara juega con fuego»: la peligrosa escalada militar entre Grecia y Turquía en el Mediterráneo

FABIEN PERRIER / MARIANNE
Desde el 21 de julio, el Mediterráneo oriental ha experimentado una peligrosa escalada militar: quince buques militares turcos zarparon el 21 de julio para acompañar a un buque de exploración de gas submarino, el Oruc Reis, en el Mediterráneo oriental, hasta el 2 de agosto. Para Grecia las aguas donde se realizará la exploración son parte de su zona marítima, por lo que la Armada griega desplegó barcos en el Mar Egeo y anunció «mejores preparativos» ante las recientes actividades de exploración de gas turco en la zona.
Durante una reunión en Atenas, con el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, acusó a Turquía de «intentar invadir su plataforma continental».
Atenas también presentó una queja ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) -de la cual Ankara y Atenas son miembros-, y ante la Unión Europea.
El primer ministro Mitsotakis también se reunió el pasado 23 y 24 de julio con todos los líderes de los partidos parlamentarios para discutir los asuntos «de política exterior griega». Esta actividad dice mucho sobre los temores griegos.
Una provocación turca en opinión de los griegos sin excepción
«Ankara está jugando con fuego», dijo en portada el diario griego de derecha Kathimerini del del 22 de julio. «Guerra de nervios», tituló el periódico izquierdista Efsyn. Según este último, «Erdogan sigue tirando de la cuerda enviando al Oruç Reis al sur de Kastelórizo». (N.de la E.: esta isla pertenece al archipiélag griego de Dodecaneso). Incluso las fechas no parecen dejar nada al azar: la ofensiva militar de las fuerzas armadas turcas que llevó a la ocupación del 38% del territorio chipriota por parte de Turquía se lanzó el 20 de julio de 1974. En cuanto al Tratado de Lausana, que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan tanto quiere derogar, se firmó el 24 de julio de 1923. (N.de la E.:El tratado de Lausana se firmó entre Grecia, Turquía y las potencias vencedoras de la Primera Guerra mundial, excepto Rusia y EEUU -Turquía participó en ambas guerras mundiales como aliada de Alemania- y fue una sustancial mejora para los turcos del Tratado de Sèvres que había firmado el Imperio Otomano en 1920, al fin de la guerra. El nuevo Estado turco no aceptó este tratado firmado por el sultán, y atacó Grecia y Armenia, consiguiendo más territorio por el Tratado de Lausana. El Tratado de Sèvres, que quedó invalidado, era mejor para los kurdos y los armenios, pueblos muy maltratados por los otomanos, porque creaba un Kurdistán independiente y los armenios podían reunificarse). «Es una provocación», explica Nikos Christofis, especialista en Turquía y profesor asociado en la Universidad Normal de Shaanxi (China). Según el profesor, «es obvio: los mapas muestran que el barco turco se encuentra en la zona económica exclusiva de Grecia».
Además, incluso las autoridades turcas parecen reconocerlo. El comunicado de prensa publicado el 22 de julio por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía, dice «para Grecia, el área de prospección está dentro de su propia plataforma continental», pero «basa esta afirmación en la presencia de islas lejos de su territorio continental, especialmente Kastelórizo». Para Ankara, el reclamo griego es, por lo tanto, «maximalista», «contrario al derecho internacional, a la jurisprudencia y a las decisiones judiciales». «Entonces, para las autoridades turcas, el área marítima en la que el Oruç Reis realizará su exploración es turca», según lo que hemos declarado a las Naciones Unidas y las licencias otorgados por el gobierno turco a la compañía petrolera turca (TPAO ) en 2012″.
Las fuentes de tensión se acumulan
De hecho, las tensiones han aumentado desde la firma del acuerdo entre Turquía y la facción libia con sede en Trípoli, en noviembre, que permite a Turquía buscar hidrocarburos en el Mediterráneo oriental. Grecia, como muchos países ribereños, denunció este texto, que extiende considerablemente la plataforma continental de Turquía. Este acuerdo equivale a negar las zonas económicas exclusivas vinculadas a Chipre o las islas griegas (especialmente Creta y el Dodecaneso).
Otra fuente de tensión, es la conversión de la iglesia de Santa Sofía en una mezquita. Una decisión ofensiva para Atenas, el primer protector moral e histórico de la herencia bizantina. Por otra parte, las autoridades griegas ya han perdido la cuenta de las violaciones de su espacio aéreo por parte de las fuerzas aéreas turcas Esto es aún más preocupante ya que las áreas de fricción están aumentando en la región. El mes pasado, un buque militar turco atacó una fragata francesa, que estaba asegurando el embargo de armas a los contendientes en la guerra civil Libia, a riesgo de desencadenar una peligrosa batalla naval. (N.de la E.: en la guerra civil Libia, Turquía -junto a Qatar e Italia- apoya a la facción con sede en Trípoli, mientras que Francia, Rusia, Egipto, Sudán, Jordania, Emiratos Árabes y Arabia Saudita, apoyan al general Haftar, del Ejército Nacional Libio, con sede en Tobruk, al este de Libia. En el mes de julio, tanto Turquía como Egipto, comenzaron su intervención militar directa en la guerra de Libia; y Rusia –extraoficialmente– cuando aviones de combate rusos “aparecidos de no se sabe dónde” –tal vez de la base en Siria– frenaron el ataque de drones turcos contra las fuerzas de Haftar, que antes de la entrada de Turquía en la guerra tenía una clara ventaja sobre los oponentes).
Una escalada útil para Erdogan
La semana pasada, el canciller alemán habló por teléfono con el primer ministro griego y con el presidente turco, mientras que el Departamento de Estado de EEUU pidió a Turquía que detuviera su acción. En este momento en que las acciones de Erdogan en Siria, Libia o el Mediterráneo Oriental se enfrentan a las críticas de Occidente, (y de Rusia) la reconversión de Hagia Sophia y las violaciones del espacio aéreo o marítimo son la expresión de los objetivos expansionistas de Recep Tayep Erdogan y su confrontación con Europa. Sin embargo, «esta escalada sirve al régimen de Erdogan a la perfección», explica el profesor Nikos Christofis. A nivel nacional, el presidente turco se enfrenta a la recesión. Después de quince años de poder indiscutible, los votantes manifiestan su cansancio e incluso su protesta; su partido perdió la ciudad de Estambul en las últimas elecciones municipales, y muchos observadores señalan que esta tendencia podría aumentar durante las próximas elecciones presidenciales en 2023. Pero hoy, nadie puede predecir las consecuencias del menor paso en falso en un mundo ya muy tensionado.
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