Biden encabezó la creación de las condiciones que han llevado hasta Trump, explica el autor de una biografia crítica de Biden
El medio catalán Vilaweb entrevista al periodista y analista político Branko Marcetic, autor de Yesterday ‘s Man: The Case Against Joe Biden («El hombre de ayer: Argumentos contra Joe Biden»). Marcetic señala a Joe Biden como uno de los responsables de haber puesto, durante décadas, la semilla para que estallara el fenómeno Trump. También destaca su dilatada tradición de aliarse con el Partido Republicano y de alejarse de los valores progresistas del Partido Demócrata.
OT BOU COSTA / VILAWEB
-¿Su tesis es que hay que votar a Biden para echar Trump, pero Biden no es en ningún caso la solución.
-Sí. Ninguno de los dos candidatos es particularmente bueno: ambos son financiados por multimillonarios, grandes corporaciones y algunas de las industrias más perniciosas que existen: Silicon Valley, combustibles fósiles, farmacéuticas. Ambos son muy conservadores. Biden, no tanto, pero en el fondo tiene una trayectoria muy de derechas. Y Trump supera el espectro político. Ambas opciones son desoladoras. Pero si uno cree en la justicia climática o en la protección de los derechos de la gente pobre y la clase media, incluso si sólo quieres una gestión de la pandemia, que Trump ha demostrado ser incapaz de tener, existe la opción de votar Biden y justo después, organizarse en su contra. Eso mismo hizo mucha gente en 2008 y en 2012 con Obama.
-¿Qué pasó?
-Grupos de activistas por la defensa de los inmigrantes o activistas LGBTQ, por ejemplo, votaron Obama, pero cuando vieron que no actuaba suficientemente deprisa para acceder a sus reivindicaciones se manifestaron en contra hasta que los hizo algunas concesiones. La gente no debería ver su voto como un apoyo sin exigencias éticas, voten a quien voten. Es tan sólo una manera de ejercer su poder político. No es necesario que un candidato sea muy buena persona o muy buen político.
-¿Hasta qué punto cree que un segundo mandato de Donald Trump sería diferente del primero?
-Sabemos cosas que dijo que haría. Stephen Miller, su asesor en inmigración, de extrema derecha, hace semanas que planifica órdenes ejecutivas muy radicales. Por ejemplo, quiere derogar el derecho de convertirse automáticamente ciudadano de Estados Unidos si se ha nacido en el país. La Constitución defiende muy claramente este derecho, pero ellos lo ven como un recurso para los inmigrantes: «vienen, tienen un hijo en Estados Unidos y los padres también pueden tener opción a recibir la ciudadanía o ayudas». También han hablado de reducir hasta cero el número de refugiados y medidas similares que un presidente no puede tomar en su primer mandato porque lo harían demasiado impopular. Ya hemos visto cosas extremas en este primer mandato, pero ahora, como no puede presentarse una tercera vez, ya sería libre de ir más allá.
-¿Más allá con la inmigración?
-También pretende atacar la seguridad social de los Estados Unidos, que ya es muy débil. Siempre ha dicho que lo haría y los republicanos ya lo planean. Y este año Trump ya ha probado de centralizar el gobierno poniendo gente que le es muy leal en cargos que hasta ahora no lo habían sido del todo. Ha designado un encargado de entrevistar cargos técnicos del gobierno para detectar si son lo suficientemente leales a Trump y, en caso de que no lo sean, despedirlos y sustituirlos por otros que lo sean más. Hasta ahora ha recibido muestras legítimas de disconformidad de miembros del gobierno que rechazan su visión, y ahora trata de llenar de lealistas áreas del gobierno que normalmente quedan libres de todo esto, como el Pentágono o las fuerzas armadas. Esto asusta. Son instituciones poderosísimas: observamos cómo estos meses ha hecho que el ejército interfiriera en el proceso electoral o lo ha enviado a reprimir manifestantes.
-Usted escribió que este primer mandato de Trump es una especie de tercer mandato de George W. Bush.
– Trump es a la vez algo nuevo y aterrador, pero al mimo tiempo es la misma vieja tradición política republicana de siempre. Entre los grandes partidos de derechas del mundo, el Partido Republicano es probablemente el más extremo, despiadado y poderoso. Ni siquiera los conservadores británicos son tan extremos. (N.de la E. posiblemente no conocce a la derecha española). Los años de Bush fueron francamente aterradores. Bush y la gente que lo rodeaba no sólo eran peligrosos, sino increíblemente listos y efectivos. No como Trump. Ellos sabían qué hacían, sabían cómo conseguir lo que querían.
-¿No como Trump?
-Mire que torpes que han sido los intentos de Trump de empezar una guerra con Irán, y compárelo con la manera bien calculada, con la que Bush y su gente lograron crear el marco idóneo para una guerra con Irak. Trump es nuevo y aterrador, pero sólo porque significa un agravamiento de la política republicana habitual. Todo lo que hace es coherente con lo que han hecho todos los republicanos de Reagan hasta hoy: derogar las regulaciones ambientales, hacer grandes reducciones de los impuestos para las tasas más altas combinadas con recortes de los servicios sociales para los pobres y la clase media, proporcionar regalos inmensos a las grandes corporaciones … Tiene cosas diferentes, como su posición respecto del comercio. Pero sigue la agenda republicana.
–Hablemos de Joe Biden. ¿Cuál es su legado? Hace casi cincuenta años que está en primera línea política.
-Lo único que ha prometido realmente a la gente, la promesa que de hecho, lo hizo ganador de las primarias demócratas, es que aunque no cambie nada -él mismo lo dijo así-, al menos se desharán de Trump, impedirán un segundo mandato que podría ser más radical que el primero y «recuperará el alma de la nación». Si no lo consigue, esto marcará el legado. De momento, su legado es el del hombre que encabezó la creación de las condiciones que nos han llevado hasta Trump.
-¿Por qué?
-Biden está detrás del encarcelamiento masivo en Estados Unidos, que ha devastado las comunidades de afroamericanos en todo el país. Es responsable de los tratados comerciales como el NAFTA y los pactos con China que han devastado la industria americana. Contribuyó a crear el «Cinturón del Óxido» (N.de la E.: designa a la situación decadente del «Cinturón Fabril» de EEUU, a causa de la globalización, los tratados de libre comercio, etc) que hizo a Trump presidente en 2016. Es responsable de poner obstáculos a las familias de clase media para declararse en bancarrota; de la guerra de Irak … Todas estas cosas que hicieron que la gente dijera: «estoy tan harto del statu quo que daré una oportunidad a este fanático porque no hay nada que perder». Todo lo que ha provocado (Biden) es que comunidades de votantes tradicionalmente Demócratas, como los afroamericanos, o la gente joven, o los hispanoamericanos, dijeran: «sabes qué, ya no creo nada en la política, dejaré de votar, mejor malo conocido que bueno por conocer». Si Biden gana tendrá la oportunidad de revertirlo, de redimirse, y si sigue los pasos adecuados puede deshacer estos daños.
–Su libro comienza así: «Joe Biden nació en la cuna del orden del New Deal que más tarde contribuiría a desmantelar». Y agrega que hay que decir que no es, ni mucho menos un caso único, sino que el estado del bienestar de la mayoría de países desarrollados ha sido erosionado por los que más se aprovecharon».
-Puedo hablar de Nueva Zelanda, por ejemplo. Esta generación de políticos creció con la generosidad del estado del bienestar y, una vez en el poder, o bien se negaron a expandirlo o bien lo recortaron. No únicamente lo ha hecho Joe Biden. Con Bill Clinton, ha sido más o menos igual.
-¿Cuál fue el papel de Joe Biden en la invasión de Afganistán?
-En 2002, Biden hacía campaña para ser reelegido como senador. El 11-S era reciente. Había un sentimiento creciente y multitudinario de que el país vivía en período de pre-guerra. La administración Bush presionaba mucho para ir a la guerra. Era muy difícil para mucha gente oponere a esta guerra, y él optó por apoyarlo.
-¿Y en la invasión de Irak?
-Su rival en 2002 atacaba a Biden porque no daba suficiente apoyo a Bush, porque no era lo suficientemente duro con el terrorismo. Y Biden hizo lo que hacía siempre en las elecciones: cuando la derecha lo atacaba él se iba aún más a la derecha para neutralizar los ataques. Después de ganar la reelección era presidente del Comité de Relaciones Extranjeras en el Senado, un órgano muy poderoso en política exterior, y usó la posición para convertirse en la principal voz de los Demócratas a favor de la guerra de Irak. Se fue a la televisión a decir que Saddam era de Al-Qaeda, que tenía armas de destrucción masiva, y convocó una audiencia del Comité en el que invitó mayoritariamente voces a favor de la invasión. Y esto originó el relato, las noticias iban llenas de: «Miren, todos estos expertos apoyan la invasión». Tuvo un papel importantísimo a la hora de vender la guerra de Irak, especialmente a los votantes progresistas que eran más escépticos.
Joe Biden derechizó el Partido Demócrata en los años 80
–También ha escrito usted que tuvo un papel fundamental para derechizar el Partido Demócrata durante la presidencia de Ronald Reagan. ¿Por qué?
-Biden ya defendía este tipo de posiciones, pero cuando Reagan ganó en 1980 lo hizo con una victoria demoledora, y él lo usó para decir al resto de Demócratas: «No podemos ser el partido que éramos, el partido que gasta mucho y sube los impuestos, se preocupa de los pobres, de los afroamericanos, de los hispanoamericanos y los homosexuales. Debemos parecernos a Reagan, apelar a los votantes de las zonas residenciales, ser más conservadores, más favorables a la guerra, recortar presupuestos». En 1984 participó en el Consejo de Liderazgo Demócrata, una facción derechista y pro-empresarial del partido que trabajaba para conducirlo más hacia el conservadurismo. Él decía que los Demócratas se centraban demasiado en «intereses especiales» y que se debían centrar en la clase media. Esto está registrado. Cuando él decía «intereses especiales» no se refería a gente rica, hombres de negocios, empresarios y lobbistas. Se refería a los afroamericanos, los hispanoamericanos, los pobres, al colectivo LGBTQ, los sindicatos. Y cuando se refería a la clase media quería decir los votantes de Reagan de los barrios residenciales.
-Como ahora, de hecho.
-Sí, esta campaña que vemos ahora lo refleja en muchos sentidos. Ya veremos como acaba, pero según la mayoría de sondeos Biden gana porque ha ganado entre los votantes pro-Trump mayores y del mundo rural, que no están contentos con la forma en que ha gestionado la epidemia. Pero parece que ha perdido algo de apoyo -no lo suficiente, pero sí significativo- de los afroamericanos e hispanoamericanos, entre los cuales Trump parece que sale mejor parado que en el 2016. Es la filosofía de Biden: los Demócratas deben centrarse en los centristas y los conservadores y dar al resto de grupos de votantes como garantizados.
–¿Eso significa una derrota para la izquierda que Bernie Sanders ha ayudado a propulsar estos últimos años dentro del Partido Demócrata? ¿Qué futuro tiene este nuevo movimiento?
-Sí. Es indiscutiblemente una pérdida. Biden ha repudiado a ese sector. No parece que tenga pensado gobernar para satisfacer a Bernie Sanders; quizás tome un par de ideas pero mayoritariamente no, y Wall Street ha rechazado el programa. Desgraciadamente, la candidatura de Bernie Sanders fue un intento de inspirar la esperanza de que si tenías un hombre así en la Casa Blanca podrías inspirar un movimiento que fuera más lejos. Como no lo ha conseguido, la gente tendrá que emprender la tarea pesada y poco glamurosa de organizarse. El movimiento continúa existiendo, y todavía no está claro qué forma acabará tomando si no hay una figura central que la aglutine. Pero cada vez hay más candidatos de la izquierda demócrata de la línea de Bernie Sanders que ganan elecciones para otros cargos y lo seguirán haciendo. Y la campaña de Sanders aún tiene recursos. La cuestión es cuánto tiempo podrán ocupar un altavoz efectivo a escala nacional y si Biden o Trump -gane quien gane- los silenciarán.
-Biden ha basado su campaña en decir que «recuperaría el alma de la nación», pero en 2016 Trump recibió más de sesenta millones de votos. ¿Cómo se puede coser el país? ¿Qué puede hacer Biden para impedir que vuelva a emerger otro fenómeno como Trump?
-Lo de «recuperar el alma de la nación» es un gran lema. Me gustaría preguntarle qué significa realmente y cómo se hace. Sospecho que, para él, «restaurar el alma de la nación» significa ser presidente y no twitear cosas vergonzantes y no ir diciendo cosas racistas. ¿Por qué ganó Trump? Va mucho más allá de eso. Mucha gente lo eligió sencillamente porque son Republicanos y les gustaban Reagan, y Bush padre y Bush hijo y ahora les ha gustado Trump. Pero otra parte de quienes lo votaron -en menor grado, pero fueron determinantes- lo hicieron porque estaban desilusionados, porque necesitaban desesperadamente que cambiara algo. «Es loco, no sé qué hará, pero que lo intente». También había gente que estaba enfadada porque la clase política la había desatendido durante décadas, y para mucha gente fue una especie de rendición: «No pienso comprometerme a nada». Todo esto debe decirse. Para subsanarlo hay que enmendar exactamente los problemas que originó Biden. La frustración en términos de protección social. La destrucción de los puestos de trabajo en las fábricas, y de buenos sueldos para la clase trabajadora. Biden puede hacerlo, pero no tiene incentivos para hacerlo. Entre otras razones, porque la prensa tiene miedo de decir nada malo de él y hacer que se repita la situación del 2016. Esto puede cambiar si es presidente y la gente dice: «Eh, está muy bien que no separes a los niños (inmigrantes) de sus padres, pero ¿y todo lo demás?»
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