En España hay ruido de sables, advierte Joaquín Urías, catedrático de Derecho Constitucional
Esta semana que todos los aparatos e instituciones de la derecha española han alzado la voz como nunca contra el gobierno de Pedro Sánchez, el profesor ha recordado, de lo que ya se advirtió en su día, que contra Cataluña ensayaron lo que hoy puede ocurrir en toda España.
JOSEP CASULLERAS NUALART / VILAWEB
Joaquín Urías (Sevilla, 1968) es profesor de Derecho Constitucional y ex letrado del Tribunal Constitucional español. Es uno de los intelectuales de izquierda españoles que estos últimos años ha alzado la voz contra los abusos políticos y judiciales que se cometían en la represión contra el independentismo catalán. Hace un año, siguió de cerca el juicio contra el proceso en el Tribunal Supremo, y lo que vio le impresionó, por la manera como la más alta instancia judicial española era capaz de retorcer la ley en servicio a la unidad de España. Y esta semana que todos los aparatos e instituciones de la derecha española han alzado la voz como nunca contra el gobierno de Pedro Sánchez, el profesor nos ha recordado, de lo que ya se advirtió en su día, que con Cataluña abrieron una puerta que nos lleva donde estamos ahora.
-¿Cómo ve el aumento de la tensión política en España?
-Una situación de crisis siempre tiene unas consecuencias políticas. Pasa cuando hay una guerra, una catástrofe … Y nuestra generación no lo había vivido antes. A raíz de la pandemia, se ha polarizado aún más la sociedad y suben posiciones extremas, mucha gente reclamando cosas imposibles … Son las olas típicas de las situaciones de crisis.
-¿Qué particularidad tiene esta crisis?
-Que ha coincidido con un gobierno débil que se consiguió con una coalición electoral y que no tiene una mayoría parlamentaria fuerte, un gobierno que llegó inicialmente al poder con una moción de censura que hizo mucho daño a la derecha española. En estas circunstancias, ahora hemos visto que hay una parte del electorado que considera ilegítimo este gobierno y esto estalla con la crisis. Hemos visto los repiques de cacerolas, las protestas en las redes diciendo que el gobierno no era legítimo y debía dimitir, que había que nombrar un gobierno técnico … Hay un gobierno muy débil a escala parlamentaria y social y esto ha hecho que la crisis sanitaria tenga un efecto político, como mínimo, inquietante.
-Usted dijo con motivo del ataque de Álvarez de Toledo al padre de Pablo Iglesias: «Es una estrategia deliberada para hacer ruido de sables contra el gobierno legítimo. Y en estos momentos eso es muy grave». ¿Puede explicarlo? (N. de la E. La portavoz del PP, la hispano argentina Cayetana Álvarez de Toledo Peralta Ramos, le espetó en el Congreso al vicepresidente segundo Pablo Iglesias, «usted es el hijo de un terrorista, a esa aristocracia pertenece, a la del crimen político». El padre de Pablo Iglesias, de joven, fue militante antifranquista en la Federación Universitaria Democrática)
-Hizo una intervención para incentivar el ruido de sables contra el gobierno. Yo creo que sí, que hay ruido de sables, sinceramente. En el sentido de que en España quienes tienen el monopolio del uso de la fuerza, que son los cuerpos de seguridad y el Ejército, ideológicamente todavía están muy cerca de planteamientos casi preconstitucionales, sobre todo en algunas materias – como se vio en Cataluña- como es el caso de la unidad de España.
Esta falta de compromiso constitucional de quien tiene el monopolio de la fuerza hace que la policía, sobre todo, sea muy susceptible de manipulación por parte de la ultraderecha. Y las noticias falsas calan con mucha facilidad entre la policía, la Guardia Civil, el Ejército.
No es que vaya a haber un golpe de Estado, pero ya está pasando que en las filas de la policía y el Ejército se está diciendo continuamente que el gobierno no es legítimo, se están apoyando manifestaciones de la ultraderecha, muchos días vemos policías que aplauden a los manifestantes, que se añaden, que no los identifican, que no cumplen su función … de ello se puede decir ruido de sables, no por una amenaza directa de golpe de Estado, pero sí como un aviso de los que tienen el monopolio de la fuerza, que dicen «estamos aquí».
Los poderes fácticos intentan doblegar al gobierno salido de las últimas elecciones
-No ve posible un golpe de estado, pero ¿hasta dónde puede llegar este ruido de sables?
-Eso es muy complicado. Estamos en una situación inédita en la democracia española. En la Constitución hay un reparto de poderes, sobre quién manda, el presidente del gobierno, etc. Pero por debajo hay algo que se llama la constitución material, que es la definición de quien manda de verdad, quien tiene el poder. La constitución material significa que el rey tiene un poder, la Iglesia tiene un poder, el Ejército tiene un poder … Son los que realmente tienen un poder fáctico y no un poder institucional. Pienso que ahora estos hacen una llamada de atención a quienes tienen el poder legítimo.
Tenemos un momento de conflicto entre la constitución material, -los que mandan de verdad- y la constitución formal. Y en este conflicto, la policía, el Ejército, las grandes empresas, la monarquía, parece que intentan doblegar la voluntad popular expresada en las últimas elecciones.
–Eso que usted llama «constitución material», ¿es el ‘deep state’ (estado profundo), que se activa?
-Exactamente. Pero el concepto de constitución material lo explica mejor. Una cosa es quien manda de verdad en un país. Y quien manda es quien tiene la sartén por el mango, quien tiene las empresas, la capacidad de influir …
Esta gente normalmente se someterá al poder formal, legítimo, pero en este momento quieren hacer valer su capacidad de incidencia y no aceptan los resultados electorales de las últimas elecciones y los quieren doblegar mediante la presión.
–¿La destitución de Pérez de los Cobos es un síntoma de este conflicto? (N.de la E. Pérez de los Cobos, coronel de la Guardia Civil, fue destituido hace pocos días como responsable de la Guardia Civil de Madrid, por el Ministro de Interior).
-Sinceramente, pienso que todavía no sabemos por qué han destituido a Pérez de los Cobos. Algunos dicen que lo han echado porque no dio acceso al ministro a una determinada información, que sería algo irregular, pero en cambio hay quien dice que no, que tal como insinúa, estaba metido en esta presión al gobierno, y hay otros que hablan de una lucha de poder dentro de la Guardia Civil. Yo no lo sé.
-Pero mire cómo lo glorifica la derecha, cómo usa la destitución como arma contra el gobierno de Sánchez.
-La destitución de Pérez de los Cobos ha sido torpe, porque ha dado argumentos a los que quieren presentar al gobierno como un gobierno que odia a la policía y al Ejército, precisamente para sublevarlos. Por eso pienso que ha sido un error indisponerse con la Guardia Civil. Pero tampoco sé muy bien la causa de la destitución. Donde se ve bien esto que le explico, es en la reacción de la policía hacia las manifestaciones ilegales (de la derecha) de la semana pasada.
-¿Permitiéndolas?
-Eran manifestaciones que no estaban comunicadas, que no respetaban el estado de alarma, salían a la calle sin haberlo comunicado y poniendo en peligro la vida de todos. Pero la policía no identificó a nadie, no procedió a comprobar si había habido infracciones, tal como dice la ley que debe hacer, no disolvió ninguna manifestación, y hay un montón de imágenes de policías añadiéndose y aplaudiendo.
Cuando la policía apoya actos ilegales y delitos porque ideológicamente coincide, esto es un aviso muy importante para la sociedad.
-Ni (el ministro) Marlaska ni ningún mando político de Interior hizo nada ante eso. ¿Es un signo de debilidad?
-Claro, pero entonces en vez de destituir al coronel de la Guardia Civil ahora -que queda como que lo han destituido para defenderse de una investigación judicial, transmitiendo una imagen muy negativa- yo habría entendido perfectamente que el Ministerio de Interior hubiera dicho a los mandos intermedios de la policía «o cumplen su deber e identifican a los manifestantes y dejan de mostrar sus preferencias políticas, o los destituyo». Y hacerlo en el marco de las manifestaciones ilegales de la semana pasada que ponían en peligro la cuarentena, que era cuando había que dar un golpe de fuerza. Pero hacerlo en el marco de una investigación contra el gobierno es un error. (N. de la E. la investigación judicial que estaba realizando la Guardia Civil, se inscribe en el marco de la denuncia que presentó el PP contra el Ejecutivo de Sánchez por haber permitido las manifestaciones del 8 de marzo, que según los denunciantes habrían favorecido la dispersión del coronavirus.)
Lawfare: en España una parte del poder judicial está fuera del respeto a la ley
–¿La Guardia Civil y la policía española van por libre, entonces? ¿Qué está pasando?
-En España hay una cierta connivencia con la policía, se apoya a la policía haga lo que haga. También lo vemos mucho en una parte del poder judicial. Es lo que conocemos como guerra jurídica (lawfare), es decir, se manipulan las leyes de tal manera que se pueda hacer daño al gobierno, o incluso hacerle torcer el rumbo. Y en este marco hay una parte de la Guardia Civil, de la policía y de la judicatura que se van cubriendo entre ellos y se sienten con la legitimidad de no aplicar las leyes como deberían aplicarse.
–La derecha y la extrema derecha utilizan en su favor esta dinámica que usted explica, y la cúpula judicial está en sintonía con ellos. ¿Cómo puede terminar esto?
–Esta crisis es muy grave, es de legitimidad democrática. El poder judicial debe ser neutro para que funcione el estado de derecho.
La esencia del estado de derecho es que las decisiones políticas se toman en un parlamento elegido por el pueblo y que el poder judicial es neutro, es decir, que aplica la voluntad del parlamento. Y punto.
Hace años que en España una parte del poder judicial no es neutro, y todo comenzó en el caso de Cataluña. A raíz del referéndum del Primero de Octubre y el proceso independentista catalán, hemos visto como el poder judicial iba mucho más allá de lo que dicen las leyes. Es que en el juicio a los políticos independentistas el Supremo no era el tribunal competente. Y el delito que se aplicó no existía, se lo inventaron. Toda la condena a los políticos independentistas es un ejemplo de la forma en que el poder judicial se inventa leyes que no ha votado el parlamento, diciendo que aplican la ley pero en realidad se la inventan. Vienen a decir que organizar manifestaciones es una especie de sedición, y se inventan la sedición en unos términos que no se habían aplicado nunca. Pero también se inventan sus competencias, y dictan sus propias leyes. Cuando se acepta que para defender unos principios, como la unidad del Estado, el poder judicial ya no es neutro y ya no aplica la ley sino que se la inventa, se abre una puerta que nos lleva a donde estamos ahora.
-¿Y dónde estamos ahora?
–Ahora una parte del poder judicial ya está fuera del respeto a la ley, y creen que las leyes las pueden manipular porque los principios son más importantes que las leyes.
Dicen que la unidad de España es más importante que el texto concreto del código penal. O sea, que se inventan el código penal porque quieren proteger la unidad de España. Esto mismo que pasó en Cataluña lo pueden aplicar en la situación actual.
Después de lo ocurrido en Cataluña, el siguiente paso en esta pérdida de neutralidad del poder judicial es que si la mayoría de los jueces de la cúpula judicial piensan que este gobierno es ilegítimo, ellos se sentirán legitimados para retorcer las leyes y las normas jurídicas para tumbar al gobierno.
No creo que esto pueda llevar a una rebelión armada, no. Pero sí hay un riesgo de que el poder judicial vaya más allá del papel que le otorga la Constitución y que el poder judicial pervierta el sentido del estado de derecho. Ellos tienen la sartén por el mango pero deberían aplicar la ley que ha aprobado el parlamento, y en cambio aplican la ley que se inventan ellos.
-¿Hasta el punto de hacer caer el gobierno?
–No sé si hacerlo caer, pero hay esta ofensiva y unas querellas en marcha. El poder judicial debería decir que son asuntos políticos y que no entrará en ellos. Pero en vez de eso, parece que hay unos jueces que lo fomentan. Es un disparate, asistimos a declaraciones públicas de los jueces contra el gobierno. Los jueces que invocan la independencia de los tres poderes piensan que su independencia consiste en que nadie puede criticar una sentencia judicial. Y piensan que la independencia de los poderes permite que ellos puedan hacer declaraciones en público, en la prensa y con su nombre, diciendo que el gobierno no es legítimo, que no le gustan las leyes (que legisla el Parlamento), que lo hace mal … Pues eso precisamente atenta contra la independencia de los poderes. La situación es delicada y no sé cómo acabará, pero no tiene buena pinta para un país democrático que los jueces estén en los medios fustigando al gobierno.
-En Cataluña mucha gente piensa que cada uno cosecha lo que siembra. Por ejemplo, la abogada del Estado Rosa Seoane denuncia ahora que hay una causa general contra el gobierno de Sánchez, justamente ella que participó por orden del gobierno de Sánchez en una causa general contra el independentismo.
-No tengo ninguna duda de que una parte de esto que pasa tiene que ver con lo que pasó en Cataluña. Cuando invocando la unidad de España menospreciaron las leyes y encerraron en la cárcel a gente que no lo merece, abrieron una puerta muy peligrosa. Pero estos días también veo gente en Cataluña que dice que si en España dan un golpe de estado les da igual, y que si se pierde la democracia en España les da igual, que es un problema de los españoles. Y yo creo que es un error. La defensa de la democracia y del estado de derecho debe ir más allá de la aspiración por la independencia. Es mi opinión. En este momento, es un error incluso estratégico para Cataluña decir que da igual lo que pase en Madrid. Hoy, Cataluña está legalmente integrada en el ámbito español y sufrirá lo mismo que sufra el gobierno español. Y si en España acaba habiendo una reducción de derechos fundamentales, afectará también a Cataluña. Con independencia de lo que haya pasado antes, ahora no es el momento de lavarse las manos.
-Pero ¿por qué se ha llegado hasta aquí? Cuando esto ocurría en Cataluña, muy pocos políticos e intelectuales de la izquierda española alzaban la voz. Usted fue uno de los pocos que lo hacía. Y el PSOE, incluso, participaba (contra Cataluña).
Sí, y no sólo el PSOE. Y es triste que, incluso, desde la universidad y la ciencia y la doctrina jurídica sólo se denuncien las cosas cuando afectan personalmente. La democracia es democracia cuando me afecta a mí, pero también a los demás. Y me parece un error de quienes se erigen como demócratas que sólo recuerden una norma cuando se les aplica a ellos. Es un error, porque una cosa ha llevado a la otra. Cualquiera que siguiera con detalle lo que ocurría en Cataluña debía ser consciente de que podía tener consecuencias como las que ahora tiene, en el sistema judicial y legal español.
–El editorial de El País del miércoles lamenta que se utilicen informes de la Guardia Civil con finalidad política. Ellos lo hicieron en Cataluña contra el independentismo, con informes y testimonios de la Guardia Civil.
-Entiendo que para un catalán que siguiera de cerca todo lo que pasó allí, lo de ahora incluso le haga reír. ¿Ahora los informes de la Guardia Civil no valen? Si vimos aquellos informes llenos de disparates que se presentaron en el juicio del Supremo (contra los políticos catalanes). Es evidente que aquí se denuncian las cosas sólo cuando afectan a unos. Pero pienso que la situación en España es tan grave que, más allá de lo que pasó (en Cataluña), que es evidente que eso pasó, ahora se debe detener y denunciar porque el riesgo es grave.
–La mala gestión de la crisis (del coronavirus) que ha hecho el gobierno español, ¿puede haber alimentado esta situación?
-El gobierno ha cometido errores muy graves. Pero la crisis sanitaria ha sido muy similar en los países de nuestro entorno. La gestión sanitaria no ha sido mala, pero la comunicación política y las decisiones políticas han estado llenas de errores.
El gobierno decretó el estado de alarma sin haberlo negociado con nadie, y haciéndolo de una manera muy arbitraria, un día pactando con Ciudadanos y otro con ERC, o con Bildu . Y esta política errática ha hecho que el gobierno haya terminado perdiendo sus socios. Un gobierno débil que va perdiendo la confianza política de sus socios porque o bien los engaña, o se sienten engañados, es un error.
Y no se ha negociado con las Comunidades Autónomas. Es un escándalo que el gobierno de Madrid decidiera que la isla de La Graciosa, en Canarias, pasara a la fase 1 (de desconfinamiento). Esto lo tenía que decidir el gobierno autonómico canario. No negoció con las autonomías. Después que no espere contar con ellas.
-¿Por qué un gobierno de PSOE y Podemos hizo esta hipercentralización al comienzo de la crisis?
-En una crisis de esta magnitud, puede tener sentido la centralización en un mando único, lo digo en serio. Incluso, un mando único europeo, si lo hubiera habido. El mando único que facilita medidas en todo el territorio ayuda a combatir la epidemia y la crisis de manera eficaz, estoy seguro. Pero el mando único se debería haber hecho compatible desde el primer día con mucha más cooperación con las Comunidades Autónomas. También es cierto que la estructura autonómica de España es muy irregular. El sentimiento identitario de Madrid como comunidad casi no existe, todo lo contrario que en Cataluña, el País Vasco, Galicia … En Madrid, el gobierno autonómico ha utilizado la comunidad autónoma en la gestión de esta crisis como un caballo de Troya en la batalla política.
El monarca se desentiende de los ataques que recibe el gobierno legítimo de Sánchez
-Antes habló de la monarquía como poder fáctico. ¿Qué le parece el papel que ha tenido el rey español?
-El rey comenzó la crisis con un problema grave: cuando comenzaba la pandemia estalló el escándalo del dinero de Juan Carlos en Suiza que repartía a los amigos y amantes, las investigaciones judiciales, y el hijo diciendo que renunciaba a la herencia, aunque en realidad no podía renunciar. Llega este escándalo, que hace mucho daño a la monarquía, y llega la pandemia. Creo que el rey estaba muy preocupado por su posición personal, por la forma en que lo podía salpicar este escándalo que no se sabía cómo acabaría. Y con ello, a la monarquía le costó reaccionar (ante la pandemia) y ahora el principal problema que tiene es la capitalización que hace la ultraderecha.
Cada vez que la ultraderecha dice que el rey debería sacar al presidente Sánchez y nombrar un gobierno de coalición, hace daño a la institución monárquica. Y es un error que la Casa Real flirtee con este papel que le quiere regalar la ultraderecha.
-Quizá le va bien a la Casa Real con ese papel y lo quiere.
-Sí, pero es un error. Si ahora la monarquía se quisiera legitimar, debería lanzar un mensaje diciendo que respeta escrupulosamente la Constitución, que el rey en ningún momento se plantea hacer nada, sino que hará lo que tiene que hacer, que es estar callado y dejar que gobierne quien debe gobernar. Y hay muchas maneras de decirlo, con gestos en actos, saliendo más a menudo acompañando el presidente del gobierno … Pero cuando no lo hace, cuando se aparta hacia un lado, cuando hace como «a ver quién gana y yo me añadiré al ganador», deslegitima. Echo de menos que la Casa Real emita mensajes, mensajes indirectos, en el sentido de que no dará nunca apoyo a ningún movimiento que no sea de aplicación estricta de la Constitución.
El rey debería salir a afirmar que el presidente legítimo de España en este momento es Pedro Sánchez. Les guste más o menos. Pero no lo hace, se desentiende, y desentendiéndose, y flirteando con la ultraderecha, que lo quiere poner por encima del gobierno, comete un error que pagará caro. Porque en España crece el sentimiento antimonárquico.
-Insisto: ¿no es justamente es lo que pretende el rey?
-Sí, pero es un error pretender eso, porque no tiene recorrido. Hoy día, en España es imposible que crezcan los poderes del rey. Tiene razón, al rey actual le gustaría tener más poder político del que tiene, pero es un error. Porque el poder político implica responsabilidad, y asumir que la gente se puede enemistar, y eso ya le pasó en Cataluña. Parece que no haya aprendido que su futuro depende no de apoyar a la ultraderecha, sino, como hacía su padre, de apoyar a la izquierda. Porque a la ultraderecha ya la tiene ganada.
Si no entiende que ahora necesita dar más apoyo a la izquierda que a la derecha, o alejarse en todo caso de los cantos de sirena de la derecha, conseguirá que sea el final de la monarquía. Si el rey piensa que es una buena estrategia aceptar más poder, liquidará la monarquía.
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