ACORRALAR A RUSIA ES DINAMITAR EL ORDEN MUNDIAL, dice el ex asesor del presidente francés Sarkozy

«Si la Guerra Fría no condujo a la Tercera Guerra Mundial, fue porque ninguno de sus protagonistas buscó nunca acorralar al otro. En las crisis más graves cada uno se aseguró de que el otro tuviera una salida. Hoy, por el contrario, Estados Unidos y sus aliados quieren acorralar a Rusia», escribió Henri Guaino, un alto funcionario y político francés, en una nota de opinión titulada “Caminamos hacia la guerra como sonámbulos”, publicada en Le Figaro el pasado 12 de mayo.

La voz del alto funcionario francés ha sido la del que clama en el desierto, porque desde que la levantó en favor de una salida diplomática para detener la escalada -que en cualquier momento se les escapará de las manos a los obtusos líderes occidentales- ésta no ha hecho más que incrementarse con las decisiones de la cumbre del G7 y la de OTAN, y la aprobación de la solicitud de ingreso de Finlandia y Suecia en la Alianza.

“La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”, dijo Erasmo de Rotterdam, (1465-1536) el teólogo y humanista neerlandés. Pero en tantos siglos Europa no ha aprendido nada.

Caminamos hacia la guera como sonámbulos

Primera Guerra Mundial: Una columna francesa marcha hacia Verdún

El pasado 12 de mayo en una columna de opinión publicada en Le Figaro y titulada “Caminamos hacia la guerra como sonámbulos”, Henri Guaino, un alto funcionario y político francés, advirtió que Europa está repitiendo exactamente la espiral que precedió al estallido de las dos guerras mundiales.

Igual que muchos europeos -al menos quienes tienen consciencia de que estamos al filo de una guerra nuclear- Guaino echa en falta la voz de Francia, alta y clara, aportando sentido común. Especialmente en un momento, en que -aunque está pasando muy desapercibido o está siendo silenciado expresamente- Alemania ha entrado en retórica belicista. El político francés, esribió: «¿Dónde está la voz de Francia, de este «viejo país, de un viejo continente que ha conocido guerras, ocupación, barbarie», que el 14 de febrero de 2003 en la ONU dijo no a la guerra de Irak, que en 2008 salvó a Georgia y se opuso a su adhesión y la de Ucrania a la OTAN; y que hoy no aboga por la neutralidad de una Ucrania que no tendría vocación de entrar ni en la OTAN, ni en la Unión Europea, haciéndose eco de la advertencia lanzada en 2014 por Henry Kissinger: ‘Si Ucrania quiere sobrevivir y prosperar, no debe ser la avanzada de uno de los bandos enfrentados. Ella debe ser un puente entre ellos. Occidente debe entender que para Rusia, Ucrania nunca puede ser un mero país extranjero’. Fue a través de su neutralidad que Finlandia pudo permanecer libre y soberana entre los dos bloques durante la Guerra Fría. Fue a través de su neutralidad que Austria volvió a ser un país libre y soberano en 1955″.

A la UE, también le recrimina que «en lugar de alzar la voz para evitar esta locura y detener la masacre, la Unión Europea está siguiendo los pasos de Estados Unidos al intensificar su poder de guerra. Pero, ¿qué harán los europeos y los Estados Unidos contra el muro de la guerra total? Con proyectiles nucleares y armas nucleares tácticas de baja potencia, el muro ya no es tan alto. ¿Y después? Después puede pasar cualquier cosa: el trágico ciclo de violencia mimética que nadie hubiera querido pero al que todos habríamos contribuido y que podría destruir Europa y quizás a la humanidad; o llegar a una capitulación de las potencias occidentales en Munich a la que quizás no queramos arriesgarnos; y lo peor será para Ucrania, o quizás incluso para los países bálticos o Polonia. Recordemos la advertencia del general de Gaulle en 1966 cuando retiró a Francia del comando integrado de la OTAN: ‘La Rusia soviética ha desarrollado armas nucleares capaces de golpear directamente a los Estados Unidos’, lo que naturalmente dejó, como mínimo, indeterminadas las decisiones de los estadounidenses, en cuanto al uso eventual de su bomba».

También sitúa en su justo lugar, a las causas de la escalada del conflicto, que se han ocultado cuidadosamente a la opinión pública para que, quienes no están habituados a seguir la política internacional -y tal vez antes del conflicto militar no sabían situar a Ucrania en el mapa ni les sonaba el nombre de su capital- sean receptores dóciles de un relato que insulta a la inteligencia: «el presidente ruso es un demente como Hitler»; «quiere reconstruir la URSS», o inclusive «el imperio zarista» como ha escrito alguna pluma desvergonzada en medios españoles. Pero no son ni siquiera originales, sino que siguen las directrices belicistas como todos los medios corporativos occidentales. Le Figaro, en medio de la nota de Henri Guaino llamando a la sensatez, intercala en las recomendaciones de la redacción, notas que desde el título ya evidencian ser más propaganda que información u opinión informada: La Russie poutinienne, malade d’une psychose impériale explosive (La Rusia putiniana enferma de una psicosis imperial explosiva). Se está sembrando el odio a conciencia, envenenando a las mentes para la guerra.

El ex asesor del presidente de la República Francesa escribe: «Al extender la OTAN a todos los antiguos países del Este hasta los países bálticos, al transformar la Alianza Atlántica en una alianza antirrusa, al acercar las fronteras de la Unión Europea a las de Rusia, EEUU y la UE despertaron en los rusos el sentimiento de cerco que ha estado en la raíz de tantas guerras europeas. El apoyo occidental a la revolución de Maidan de 2014 contra un gobierno ucraniano prorruso demostró a los rusos que sus temores estaban bien fundados».

Y continúa: «El acuerdo de asociación estratégica entre Estados Unidos y Ucrania el 10 de noviembre de 2021, sellando una alianza de los dos países dirigida explícitamente contra Rusia y prometiendo la entrada de Ucrania en la OTAN, ha terminado de convencer a Rusia de que tenía que atacar antes de que el adversario pudiera hacerlo. Este es el equipo de 1914 en toda su escalofriante pureza».

Y recuerda que «en 1914, ningún líder europeo estaba loco, ninguno quería una guerra mundial que mataría a veinte millones de personas, pero juntos la iniciaron. Y en la época del Tratado de Versalles nadie quería otra guerra mundial que matara a sesenta millones de personas pero, entre todos, armaron la máquina infernal que iba a conducir a ella». Y que «ni Churchill ni Roosevelt habían pensado que algún día ordenarían el bombardeo masivo de ciudades alemanas para quebrar la moral de la población, ni Truman que acabaría en 1945 recurriendo a la bomba atómica para romper la resistencia japonesa. Kennedy, al enviar unos pocos cientos de asesores militares a Vietnam en 1961, no pensó que ocho años más tarde Estados Unidos enviaría a más de medio millón de hombres allí, llevaría a cabo bombardeos masivos de napalm, y sería responsable de la masacre de pueblos enteros»

«Si la Guerra Fría no condujo a la Tercera Guerra Mundial, fue porque ninguno de sus protagonistas buscó nunca acorralar al otro. En las crisis más graves cada uno se aseguró de que el otro tuviera una salida. Hoy, por el contrario, Estados Unidos y sus aliados quieren acorralar a Rusia».

Y advierte: «Cuando [a Rusia] se le presenta la perspectiva de que Finlandia, Suecia, Moldavia y Georgia se unan a la OTAN además de Ucrania; cuando el Secretario de Defensa estadounidense declara que Estados Unidos ‘desea ver a Rusia debilitada hasta el punto de que ya no pueda hacer el tipo de cosas que hizo al invadir Ucrania’; mientras el presidente de EEUU se complace en llamar carnicero al presidente ruso, al declarar «por el amor de Dios, este hombre no puede permanecer en el poder» y pide al Congreso 20 mil millones de dólares además de los 3.5 millones ya gastados por EEUU en el suministro masivo de tanques, aviones, misiles, armas y drones a los ucranianos, entendemos que la estrategia que pretende acorralar a Rusia ya no tiene límites».

«Acorralar a Rusia es empujarla a superar la amenaza. ¿Cuán lejos? ¿Guerra total, química, nuclear? Hasta el punto de provocar una nueva guerra fría entre Occidente y todos aquellos en el mundo que, recordando a Kosovo, Irak, Afganistán, Libia, piensan que si Rusia está acorralada, también lo estarán porque ya no habrá límite para la tentación hegemónica de Estados Unidos: India no condena a Rusia y piensa en Cachemira; China denuncia vehementemente «las políticas coercitivas» de Occidente porque sabe que si Rusia se derrumba se encontrará en primera línea; Brasil a través de la voz de Lula, dice «una guerra nunca tiene responsable”, y todos los demás en Asia, en el Medio Oriente, en África, que se niegan a sancionar a Rusia».

«Hacer de todo para acorralar a Rusia no es salvar el orden mundial, es dinamitarlo. Cuando Rusia haya sido expulsada de todos los foros internacionales y estos se hayan desintegrado como la Sociedad de Naciones a principios de la década de 1930, ¿qué quedará del orden mundial?»

Henri Guaino, (Bouches-du-Rhône, 1957) es economista y alto funcionario del Estado francés, fue adjunto del secretario general del Club de París de 1987 a 1988; y asesor especial del presidente Nicolás Sarkozy de 2007 a 2012, siendo el autor de sus principales discursos durante los cinco años. Actualmente es miembro del Tribunal de Cuentas que audita la educación superior y la investigación. Guaino es autor de una docena de libros, entre ellos cabe destacar: De Gaulle en el presente (2015); Poniendo fin a la economía del sacrificio (2016); Quieren matar a Occidente (2019) y De Gaulle, el nombre de todo lo que echamos de menos (2020).