MACRON II PARTE: ¿Cuánto tardará la cólera en volver a las calles de Francia?
Aux Armes, Citoyens!
Una disección de las elecciones francesas

La segunda presidencia de Macron fue tan calculadoramente preparada por la élite liberal de Francia como la primera. A medida que el cisma económico y geográfico del país se amplíe aún más, las protestas de los Chalecos amarillos de ayer parecerán una fiesta.
PEPE ESCOBAR / THE CRADLE
Al final, sucedió exactamente lo que el establishment francés diseñó: lo avancé en diciembre pasado en una columna aquí en The Cradle.
Esto es lo esencial: el arabófobo reconocido Eric Zemmour, quien es de origen argelino, fue fabricado por el Institut Montaigne para cortar el paso a la candidatura populista de derecha de Marine Le Pen [dividiendo el voto]. Al final, el rendimiento electoral de Zemmour fue pésimo, como se esperaba.
Otro candidato, logró una intervención milagrosa y fue aún más útil: el ambicioso, oportunista, egocéntrico, Jean-Luc Melenchon.
«Le Petit Roi» Emmanuel Macron genera cero empatía en toda Francia. Eso explica la enorme abstención de votantes del 28 % en la segunda vuelta.
Los números cuentan la historia: hay 48.803.175 ciudadanos franceses con derecho a voto. Macron obtuvo 18.779.809 votos. Marine Le Pen obtuvo 13.297.728 votos. La suma de la abstención/votos en blanco/anulados es de: 16.674.963 votos.
Así que, el presidente de Francia fue reelegido por el 38.5 % de los votantes, mientras que el segundo lugar real, fue para la abstención/voto en blanco/voto nulo, que obtuvo el 34.2 %.
Eso implica que aproximadamente el 42 % de los franceses con derecho a voto se molestaron en ir a votar básicamente para barrar el paso a Le Pen: una marca que sigue siendo tóxica en vastas franjas de la Francia urbana, pero no tanto como antes, a pesar de todo el peso de los medios de comunicación oligárquicos participando en el modo de campaña de odio en dos minutos. Las cinco oligarquías que dirigen el llamado «paisaje audiovisual» (PAF, según el acrónimo francés) de los mensajes de campaña son todos macronistas.
¿Quién, de hecho, es este Pequeño Rey ilusionista que en el mejor de los casos se puede definir como un mensajero de la plutocracia transnacional? Desde los intestinos del sistema, posiblemente el veredicto más agudo proviene de Mathieu Pigasse, conocido informalmente en París como «The Punk Banker» debido a su afición a la banda británica de punk-rock The Clash.
Cuando Macron era un banquero de fusiones y adquisiciones en Rothschild & Company, Pigasse estaba trabajando para la oposición, Lazard Freres. Fue Macron quien convenció que los intereses de Nestlé debían ser manejados por Rothschild, mientras Pigasse representaba a Danone.
Pigasse también es uno de los principales accionistas de Le Monde, que supo ser un gran periódico hasta la década de 1980, y ahora es una copia superficial de The New York Times. Le Monde es macronista hasta el núcleo.
Pigasse define a Macron como «el producto más puro del elitismo francés, en términos del microcosmos parisino». Aunque Macron es un provinciano de Amiens, encaja perfectamente en el Beau Monde parisino [la «alta sociedad»], que es en sí mismo un universo bastante raro, y sí, igualmente provinciano, como un pueblo donde todos conocen a todos.
Pigasse también identifica a los personajes del establishment que inventaron a Macron y lo colocaron en la parte superior de la pirámide, desde el polémico Jacques Attali hasta Serge Weinberg (ex CEO de Sanofi), Francois Roussely (ex-Presidente de EDF, compañía de electricidad de Francia) y Jean-Pierre Jouyet, ex ministro del deshonrado ex presidente Nicolas Sarkozy y luego número dos en el Elíseo bajo el supremamente incompetente Francois Hollande.
Attali, por cierto, describe el macronismo como una «modernización proeuropea, comprometida, liberal y optimista. Eso corresponde a un centro derecha de la Francia moderna» , y «que no es necesariamente toda Francia «.
«No necesariamente toda Francia», de hecho significa la mayoría de Francia, si uno se molesta en salir de algunos distritos de Paris para hablar con personas en Pas-de-Calais, Borgoña o el Var (en la Provença). Esta Francia identifica a la «economía de mercado social» ensalzada por Attali y promovida por Macron, como una farsa gigantesca.
Sería demasiado fácil pintar la división nacional actual entre, por un lado, los ancianos y los muy jóvenes que llevan un diploma y viven con comodidad; y por otro lado, la gente de entre 25 a 60 años, sin educación superior que apenas llega hasta fin de mes. Es decir, las masas de clase trabajadora.
Es más matizado que eso. Aún así, los dos factores más importantes en esta elección son que cerca de un tercio de los votantes ni siquiera se molestaron en aparecer o ir a emitir voto nulo (incluso en París). Y la crédula horda de Melenchon entregó su voto a Macron, con la ilusión de que su líder [Melenchon] se convertirá en Primer Ministro [en las elecciones al parlamento].
Las clases trabajadoras serán literalmente exterminadas durante otros cinco años de neoliberalismo duro. El que era hasta hace poco un sistema de bienestar social estelar, terminará de ser diezmado. La edad de jubilación se extenderá a 65 años. Las pensiones más pequeñas apenas serán suficientes para vivir. Los super-ricos pagarán impuestos mucho más bajos, mientras que el trabajador común pagará los más altos. La educación y la atención médica serán privatizadas.
Francia se pondrá al día rápido en el capitalismo del casino, que está en descomposición en Estados Unidos y el Reino Unido. Y no olviden, habrá más restricciones de viajes, escasez de alimentos y combustible.
La islamofobia no se disolverá en un suave arco iris. Por el contrario: se instrumentalizará como el chivo expiatorio perfecto para la incompetencia y la corrupción macronistas en serie.
Si tenemos en cuenta los resultados espectaculares de la abstención/voto en blanco/voto nulo, tenemos algo así como una mayoría silenciosa de 30 millones de personas que instintivamente sienten que todo el sistema está manipulado.
Los ganadores, por supuesto, son los sospechosos habituales: BlackRock/McKinsey/ Foro Económico Mundial/la industria armamentística. McKinsey prácticamente dirige la política del gobierno francés, que bordea el fraude fiscal, un escándalo que los medios corporativos hicieron todo lo posible para enterrar. Por su parte, el CEO de BlackRock, Larry Fink, un «consultor» muy cercano al Elíseo, debe haber aparecido con algunas botellas adicionales de champán.
Macron y los instructores franceses atrapados en Mariupol junto a los nazis: un escándalo que acabará por estallar en Francia
Y luego, está Francia como gran poder: líder de grandes franjas de África (con un golpe en los dientes recién recibido desde Mali); líder de Asia occidental (pregúntele a los sirios y libaneses al respecto); líder de la gran UE, restablecido e incrustado en la máquina de guerra de la OTAN.
Todo esto nos lleva a una historia invisible anterior a esta elección, que ha sido totalmente enterrada por los medios corporativos. Sin embargo, la inteligencia turca la recogió. Los rusos, por su parte, se han mantenido deliciosamente mudos, en su modo característico de «ambigüedad estratégica».
Denis Pushilin, líder de la República Popular de Donetsk, confirmó una vez más a principios de esta semana que hay aproximadamente 400 «instructores» extranjeros de la OTAN, parapetados en las entrañas de la planta metalúrgica Azovstal en Mariupol, sin salir.
La inteligencia turca sostiene que 50 de ellos son franceses, algunos de ellos de alto rango. Eso explica algo que ha sido confirmado por varias fuentes rusas, pero no reconocido en absoluto por París: Macron ha estado llamando frenéticamente a Putin para establecer un «corredor humanitario» para sacar sus «valiosos activos».
La medida respuesta rusa ha sido, una vez más, un movimiento de judo geopolítico que ya es su marca registrada. No hay «corredor humanitario» para nadie en Azovstal, ya sean los neonazis de Azov o sus manejadores extranjeros de la OTAN, y no habrá bombardeo. Cuando tengan hambre, al final se verán obligados a salir y rendirse.
La directiva de Macron, aún no confirmada pero plausible, es que no se rindan de ninguna manera. Porque rendirse significa dar a Moscú en bandeja de plata una serie de confesiones y todas las pruebas de una operación secreta ilegal [ante las leyes de Francia] realizada por el «líder de Europa» en apoyo a los neonazis.
Todas las apuestas están abiertas cuando la historia completa estalle en Francia. Bien podría suceder durante el próximo Tribunal de crímenes de guerra que se establecerá probablemente en Donetsk.
Aux Armes, Citoyens? Bueno, tienen cinco años más por delante para llegar a las barricadas. Pero puede suceder antes de lo que pensamos.
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