CORONAVIRUS: Virus similares al SARS transmitidos por murciélagos infectan 400.000 personas por año en Asia

Mapa del riesgo de propagación de coronavirus relacionados con SARSr-CoV. C. A. Sánchez et al., MedRxiv (2021)

El pasado 14 de septiembre, un equipo de investigadores dio a conocer en una preimpresión en medRxiv -un sitio propiedad de la Universidad de Yale y la editorial British Medical Journal- un estudio sobre la propagación de los coronavirus de murciélago, relacionados con el SARS-CoV, en el sudeste asiático. El estudio, titulado «Una estrategia para evaluar el riesgo de propagación de los coronavirus de murciélago relacionados con el SARS en el sudeste asiático», fue realizado por investigadores de EcoHealth Alliance y la Facultad de Medicina Duke-NUS de Singapur.

Los investigadores estiman que un promedio de 400.000 personas se infectan anualmente con coronavirus relacionados con el SARS, en derrames zoonóticos que nunca se convierten en brotes detectables.

Una infección por derrame se produce cuando una población de reservorios (en este caso los murciélagos) con una alta prevalencia de patógenos, entra en contacto con una nueva población de huéspedes (por ejemplo, los humanos). El derrame zoonótico es un evento común, de hecho, más de dos tercios de los virus que actuamente afectan exclusivamente a los humanos fueron transmitidos por animales en algún momento del pasado. Sin embargo, la propagación zoonótica ha aumentado en las últimas décadas, principalmente debido al agronegocio -y su secuela de deforestación, invasión de los humanos en el hábitat de la vida silvestre y pérdida de biodiversidad- el extractivismo, la ganadería industrial, el cambio climático y la globalización.

Según la Organización Mundial de la Salud, casi las tres cuartas partes de todas las epidemias en las últimas décadas se han propagado desde los animales.

En el documento, los investigadores dicen que «la evidencia sugiere que algunos coronavirus de murciélago relacionados con el SARS (SARSr-CoV) podrían infectar a las personas directamente y que su propagación es más frecuente de lo que se reconocía anteriormente». La importancia de «cuantificar el alcance de este derrame ‘oculto’ puede ayudar a orientar los programas de prevención», señalan los autores.

El objetivo de tener datos sobre la geografía y la escala de la propagación es poder elaborar programas de vigilancia y prevención .

Los investigadores explican que crearon un mapa de los hábitats de 23 especies de murciélagos que se sabe que albergan coronavirus relacionados con el SARS (grupo al que pertenecen el SARS-CoV y el SARS -CoV-2) y lo superpusieron con las zonas habitadas por humanos, un área en que viven unos 500 millones de personas. Luego, usaron «la evaluación probabilística del riesgo y los datos sobre el contacto entre humanos y murciélagos, la seroprevalencia del SARSr-CoV humano y la duración de los anticuerpos». Así estimaron que «aproximadamente 400.000 personas se infectan con el SARSr-CoV anualmente en el sur y sudeste de Asia». El área comprende el norte de la India, Nepal, Myanmar y la mayor parte del sudeste asiático, con un riesgo mayor en el sur de China, noreste de Myanmar, norte de Vietnam, Laos, Camboya, Java y otras islas de Indonesia.

El Dr. Eddie Holmes, biólogo evolutivo y virólogo de la Universidad de Sydney, que no participó en la investigación, dijo al matutino británico The telegraph, que «este es un estudio muy interesante y útil» porque “muestra claramente el peligro claro y presente que representa la propagación de los virus de los murciélagos a los humanos. Estas exposiciones son continuas y frecuentes, y claramente ocurren con mucha más frecuencia que cualquier exposición en un laboratorio«.

El Dr. Peter Daszak -zoólogo británico, experto y asesor público en ecología de enfermedades, en particular en zoonosis y uno de los autores del estudio- señaló en declaraciones a la revista Science, que «las interacciones con murciélagos [por parte de la población de la zona], son mucho más comunes de lo que la gente piensa. El sólo hecho de vivir allí significa que estás expuesto: la gente se refugia en cuevas, sacan guano [de murciélago] de las cuevas, cazan y comen murciélagos». «Los mapas podrían orientar los esfuerzos para reducir la probabilidad de propagación cambiando los comportamientos en las comunidades de alto riesgo y dirigiendo la vigilancia para detectar nuevos brotes antes», dijo Daszak.

Ciertamente, la gran difusión que tiene el murciélago en la dieta humana es sorprendente, no sólo en Asia sino en África, Oceanía y algunos puntos de Latinoamérica. El riesgo para la salud es bien conocido, e incluye enfermedades mucho más dramáticas que las provocadas por los coronavirus. A pesar de ello, China es el único país que ha tomado medidas: el 24 de febrero de 2020 el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional prohibió la caza, el comercio y el transporte de todos los animales salvajes para el consumo humano. La prohibición cubre no sólo las especies capturadas en el medio silvestre, sino también a los animales salvajes nacidos y criados en instalaciones de cría. Anteriormente varios ministerios -como el de Asuntos Agrícolas y Rurales, entre otros- ya habían advertido contra el consumo de carne de animales silvestres, pero no se había llegado a la prohibición como ahora.

Pero no se trata sólo del contacto con murciélagos en la dieta humana sino que hay en juego actividades económicas como la recolección del guano de estos animales, que constituye el medio de vida de aldeas rurales enteras de Tailandia, Camboya, Vietnam o Laos. Por ejemplo, en algunas aldeas de Vietnam, hasta el 70% de sus habitantes -en especial mujeres y niños- se ganan la vida recolectando guano de murciélago, que es considerado un abono natural eficaz. Los agricultores que se dedican al cultivo de fruta, consideran que el guano de murciélago hace a la fruta más dulce, y también se usa en los arrozales de toda la región. Es un trabajo mal pagado, duro, insalubre y peligroso: se trabaja desde antes del amanecer en cuevas oscuras, recogiendo el guano del suelo, soportando un olor casi imposible de resistir, bajo una permanente «lluvia» de excrementos de murciélago, que anidan en lo alto de las paredes rocosas. Los recolectores que quieren evitar la lluvia de heces, trepan arriesgadamente para recoger el guano de los salientes de la roca.

Un campesino transporta heces de murciélago de la cueva de Vihear Luong en Camboya Foto: Merlintuttle.org

En 2020, un equipo liderado por el Dr. Marc Valiutto del Instutito Smithsonian, halló seis coronavirus completamente nuevos, de la misma familia que el SARS-CoV-2, que causa COVID-19, en muestras de estiércol de 464 murciélagos.

Ante este panorama, es inevitable no pensar en que mientras el vehículo robótico Mars Rover Perseverance (llamado cariñosamente Percy por sus operadores de la NASA) recoge con eficacia y precisión, rocas en el planeta Marte -y las analiza-, aquí millones de seres humanos tienen que ganarse la vida recogiendo mierda infecta con las manos. Obviamente, quienes hayan pensado honestamente – es decir, los que no responden a agendas políticas- que la pandemia de SARS-CoV-2 se pudo originar «en un laboratorio», no tienen la menor idea de las condiciones en que vive la mayor parte de nuestra propia especie.

El cálculo de infectados estimado en el estudio puede estar infraestimado, ya que según explica Science, no contaron a las personas que se dedican al comercio de vida silvestre, y pueden infectarse a través de un animal infectado previamente por un murciélago.

El Dr. Daszak dice que los mapas también podrían orientar los esfuerzos para encontrar el origen natural del virus. También dijo a Science que “es probable que muchos de los virus no se puedan transmitir de una persona a otra, pero tengo muy pocas dudas de que ha habido enfermedades debido a estos virus que se diagnostican erróneamente o nunca se diagnostican, ya que es poco probable que un agricultor rural de Myanmar vaya a la clínica porque tiene un poco de tos».