EEUU – ELECCIONES: Se acumulan las sorpresas a la luz de los resultados parciales
En este enlace de BBC News se puede consultar un mapa interactivo donde seguir el recuento de votos en tiempo real, y ver los resultados de todos los Estados.
Un puñado de votos en cinco estados decidirán si gana Trump o Biden

La tendencia parece dar más margen al candidato demócrata, pero el presidente aún tiene margen para remontar en un recuento que podría alargarse días
OT BOU COSTA / VILAWEB
El fantasma de Hillary Clinton inquietaba los demócratas. Si los sondeos habían sido tan rotundamente equivocados hace cuatro años, ¿por qué no podían volver a serlo ahora? Y han vuelto a serlo. Quizás no demasiado -aunque aún hay mucho por verse- porque pronosticaban para el candidato demócrata, Joe Biden, victorias con cierta firmeza en los Estados que en 2016 Donald Trump arrebató a los demócratas (ganados en 2012 con Barack Obama). En cambio, el mano a mano final indica que Biden será presidente por un margen ajustadísimo, y se abre una rendija para que el resultado de las elecciones tenga mucho más que ver con el relato político y las victorias morales que con la cifra.
Las opciones posibles
Por ahora, tenemos un rompecabezas en el que los dos posibles ganadores penden de un hilo, aunque las predicciones concedan más tranquilidad a Biden que a Trump. El candidato demócrata suma 227 votos electorales y el republicano, 213. La mayoría es de 270. Hay también la posibilidad de un empate a 269, que no ha pasado nunca en la historia. No es una situación muy probable, pero nunca antes lo había sido tanto. (N.de la E.: a las 19:38 hora local de Nueva York, la diferencia es entre 243 y 214, a favor de Biden).
Quedan para completar el recuento 6 estados que ya se preveían disputados, uno que lo ha acabado siendo y uno que ya se veía que sería republicano (Alaska).
Los casos de los Estados pendientes, ordenados de acuerdo con el porcentaje de votos escrutados:
Wisconsin (97%). La victoria en 2016 fue para Trump y ahora está prácticamente asegurada para Biden, por un margen mucho más estrecho del que se preveía (49,5% – 48,8%).
Carolina del Norte (95%). Un caso delicado. Obama ya perdió en 2012, pero Biden preveía recuperarlo. Trump se va imponiendo. El recuento puede alargarse allí hasta el día 12, pero es muy probable que se lo lleve Trump.
Georgia (93%). Uno de los Estados donde ahora mismo la batalla es más encendida. El presidente Trump encabeza el escrutinio, pero los votos que quedan para contar son en buena parte de la ciudad de Atlanta, feudo de Biden, previsiblemente. Hay posibilidades reales de que acabe llevándose el Estado, y esto puede trastocar el mapa electoral.
Michigan (92%). Trump ya ganó en 2016 y ahora Biden se impone con el mismo porcentaje que en Wisconsin (49,5% – 48,9% ). Se espera que se sabrán los resultados finales esta madrugada, pero no parece que vaya a cambiar de color.
Arizona (86%). Otro de los estados críticos. Biden se impone hasta ahora de sorpresa, y eso le ha salvado de estrellarse por los malos resultados en Florida, Texas, Carolina del Norte y -parece que- en Georgia. Pero Trump recorta distancias y, si se mantiene la tendencia, podría ganar.
Nevada (86%). No estaba en las apuestas de casi nadie, pero Trump pisa los talones de Biden con sólo ocho mil votos de distancia. Que el republicano se acabe imponiendo es una de las posibilidades menos esperadas.
Pensilvania (80%). El epicentro de todo, que podría decantar la victoria. Los sondeos daban un margen amplísimo a favor de Biden, pero por ahora Trump gana con un 8% de diferencia. Pero hasta este viernes no se acabará de conocer el 20% de votos restantes, que incluye el voto por correo, en el que la mayoría de votantes encuestados y registrados han optado por el candidato demócrata.
Juego de votos electorales: las tres situaciones más probables
1.Victoria de Biden. Si gana en Wisconsin y Michigan, como todo parece indicar, y también en Arizona, como de momento señala el recuento, sería presidente aunque perdiera en el resto de Estados donde continúa el recuento. En este caso, se impondría por sólo 270 votos electorales a 268. Este resultado podría saberse muy pronto.
2. Victoria de Trump (o de Biden). Si Biden gana en Wisconsin y Michigan pero Trump se lleva Arizona, el demócrata debería ganar en Pensilvania, Georgia o Carolina del Norte, donde ahora gana Trump. Sin embargo, las proyecciones indican que Biden podría superarlo, sobre todo en Georgia. Para certificar este resultado podríamos tener que esperar hasta el viernes.
3. Victoria de Biden. Hay una tercera posibilidad, en la que Biden se afianza en Michigan, Wisconsin y Arizona, y añade Georgia y -menos probablemente- Pensilvania. Es el caso menos ajustado, y seguramente el menos conflictivo, porque dificultaría que Trump confiara en la vía de los tribunales para cambiar la situación.
El fraude electoral, la vía de los tribunales y la declaración de victoria de Donald Trump
El presidente Donald Trump ha impulsado una estrategia en tres flancos estas últimas horas. Por un lado, ha insinuado que probaría la vía de recurrir a los tribunales, aduciendo que el recuento ha tenido errores en Estados donde el resultado ha sido muy ajustado. No es una situación nueva. En el año 2000, el recuento en el Estado de Florida, que decantó la balanza a favor de George Bush hijo, por delante de Al Gore con tan sólo 537 votos de diferencia, terminó en manos del Tribunal Supremo por un recurso de los demócratas. Entonces, el tribunal decidió que el resultado era válido y selló la presidencia de Bush. Que se repita un caso similar es todavía factible y, de hecho, la campaña de Trump ya ha anunciado que exigiría un segundo recuento en el Estado de Wisconsin, donde Biden se ha impuesto por sólo 21.000 votos.
Esto no es nuevo. El presidente estadounidense estos últimos meses ha abonado el terreno por si llegaba a este punto, asegurando que el sistema de voto por correo conduciría a un ‘fraude’ electoral, llegando a sabotearlo para impedir su viabilidad. La participación mediante el voto por correo ha sido multitudinaria y sin precedentes, debido a la pandemia de Covid-19, y los datos de votantes registrados y los sondeos indican que en varios puntos, como Pensilvania, la mayoría de votos por correo son demócratas con una ventaja demoledora. Tanto, que pueden dar la vuelta a la ventaja que ahora tiene Trump. Esta noche, en el primer twitteo, Trump acusó a los demócratas de intentar «robar las elecciones».
Y tanto la carta de los tribunales como la de sugerir un pucherazo llevan al tercer acto de la reacción de Donald Trump: rechazar la derrota. También ayer dio el primer paso en esta dirección: «Ya hemos ganado estas elecciones», dijo en una declaración en Washington, mientras la tendencia comenzaba a invertirse a favor de Joe Biden. No es anecdótico. Que Trump se reivindique ganador tiene una parte de confrontación, manipulación y no aceptación de la realidad, de justificación, pero tiene otra de profundamente discursiva, política y moral. Y es que, sea cual sea el resultado final, de estas elecciones ya se pueden sacar algunas lecciones importantes.
¿Ha perdido Donald Trump?
Esta no es la situación que quería Joe Biden, ni tampoco la que se imaginaba. Quizás el principal mensaje de estas elecciones es que la base social del trumpismo no cesa. Más aún: arraiga, cristaliza. Por más que Biden se convierta en presidente con el voto popular más grande de la historia (nunca ningún candidato había alcanzado los 69.445.086 de votos que ha sumado hasta ahora), lo hará con un margen muy ajustado, mientras que Trump también ha mejorado su resultado de 2016, y ha obtenido más votos en lugares donde ya se impuso a Clinton por sorpresa.
Cabe destacar que durante la mayor parte del mandato de Donald Trump, los índices de aprobación no han distado especialmente de sus antecesores, y que la campaña ha dado un giro con tres frentes que han acosado al presidente y que no han entrado en escena hasta estos últimos meses: la gestión de la pandemia de Covid-19, las consecuencias económicas de la misma y el aumento de las protestas antirracistas, a raíz de la muerte de George Floyd. La campaña de Joe Biden se ha basado principalmente en un contraste entre su talante unificador y el del presidente Trump, y últimamente adquirió un papel muy destacado el Covid-19. ¿Qué habría pasado, si la pandemia no hubiera transformado el mundo a principios de año?
Los estudios electorales indican que Biden ha podido recuperar terreno en los Estados norteños del Cinturón del Óxido por el disgusto de buena parte de los seguidores de Trump -sobre todo los viejos y los blancos- justamente por la gestión que ha hecho de la pandemia. En cambio, Biden ha perdido un apoyo considerable en varios sectores de la población, como los hispanoamericanos y el colectivo LGTBI, en comparación con el apoyo que éstos colectivos habían concedido a Clinton hace cuatro años. A lo largo de su carrera, y no sólo estos últimos años, Biden ha sido uno de los primeros impulsores dentro de los demócratas para que el partido se desplazara hacia la derecha y se centrara en el voto moderado de las zonas residenciales, en lugar de hacer campaña para grupos como los hispanoamericanos, los afroamericanos o el colectivo LGTBI.
Los resultados, pues, pueden interpretarse como un indicador de que esta estrategia no ha funcionado tan bien como Biden pretendía. Y que el presidente Joe Biden, si lo acaba siendo, deberá gobernar un país aún más dividido que hace cuatro años.
Fracaso demócrata en el Senado
Otra cuestión fundamental es el margen de maniobra de que dispondría Joe Biden si fuera presidente. En las elecciones legislativas que se hicieron ayer simultáneamente con las presidenciales, los demócratas revalidaron la mayoría en la Cámara de Representantes, pero no lograron arrebatar el Senado a los republicanos. De hecho, el jefe de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, ganó la reelección en Kentucky. Estos últimos cuatro años, McConnell ha puesto la mayoría republicana al servicio de Trump en varios momentos determinantes de su mandato, ha permitido, por ejemplo, la nominación de la juez Amy Coney Barrett en el Tribunal Supremo, e impedido la declaración de testigos clave en el proceso de impeachment contra el presidente.
En varios estados, como Maine y Carolina del Sur, los demócratas habían jugado la carta de arrebatar el asiento a senadores republicanos destacados, con la estrategia de condenarlos por sus aproximaciones a Trump. También en estos casos los sondeos predecían triunfos a los demócratas, pero las victorias de los senadores republicanos han sido, en general, incontestables. El único asiento que los demócratas han podido tomar los republicanos, en Colorado, se ha neutralizado con una victoria inversa a Alabama.
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