PANDEMIA – CHEQUIA: De modelo de gestión en la primera ola al fracaso actual

Con una población de 10.693.939 de habitantes, el 22 de octubre Chequia tenía 124.000 enfermos activos de Covid-19, de los cuales unos 4.400 están hospitalizados. Eran 14.150 personas contagiadas más desde el día anterior. Para hacerse una idea de la propagación del virus, el 15 de julio pasado, Chequia acumulaba 13.475 casos confirmados de coronavirus, el 22 de octubre esta cifra había crecido hasta 223.065 casos.

El giro kafkiano de Chequia: de referente en la gestión contra el coronavirus a oveja negra de Europa

map flag and seal of Czech Republic | República checa, Mapas, Europa

En la primera ola fue ejemplo de cómo detener la expansión del coronavirus y ahora es el país europeo con la situación más desesperada

JOSEP REXACH FUMANYA / VILAWEB

En el mes de abril, cuando buena parte de los países europeos aún no habían llegado al famoso pico de la primera ola y contaban los muertos diarios por decenas, en Chequia los comercios ya empezaban a abrir. El país empezaba a relajar el confinamiento, proceso que culminó con el fin del Estado de Emergencia el 17 de mayo y la apertura de algunas fronteras el 5 de junio. El país tenía uno de los índices de contagios más bajos de Europa. Pero la rapidez en el desconfinamiento y algunas decisiones erróneas han llevado a Chequia ahora, a ser el país europeo con la situación más crítica.

Los indicadores son claros: tiene un riesgo de rebrote de 1.257 -el de Bélgica, el segundo país con peor pronóstico, es de 659. En España , por poner un ejemplo, es de 311.

¿Cómo ha llegado hasta aquí?

Si observamos el gráfico siguiente, vemos que en Chequia hubo una primera oleada de contagios muy leve; casi imperceptible. El día que tuvo más casos fue a principios de abril, con 377. Este 20 de octubre se contaron 5.058, y el día anterior, hubo 8.715.

La clave para detener una epidemia que penetró en casi todos los países europeos fue la respuesta rápida. El 12 de marzo, cuando aún no se había registrado ninguna muerte y sólo se habían detectado cuarenta positivos, el primer ministro checo se adelantó al resto de países europeos y declaró el Estado de Emergencia . Se prohibieron los eventos culturales y deportivos, se redujo la circulación y se suspendieron las clases en colegios y universidades. También se cortaron las conexiones con los países más afectados en ese momento, como China y Corea del Sur, y con los que tenían peores previsiones, como España e Italia.

Otro hecho diferencial, y que marcó el buen camino de Chequia, fue el uso de la máscara. A mediados de marzo, el científico checo Petr Ludwig pidió que se implantara como medida esencial en el país. En un vuelo de Nueva York a Praga, observó que él era el único que llevaba. Cuando llegó a Chequia, publicó un video en YouTube explicando por qué el uso de la máscara permitía reducir el avance de la pandemia. El vídeo tiene casi seis millones de reproducciones. (N.de la E.: Un video que enviábamos insistentemente quienes luchábamos contra el engaño de las autoridades sanitarias españolas y los medios corporativos, que hacían campaña contra el uso de máscaras protectoras). El 19 de marzo, el gobierno checo impuso obligatoriamente el uso de la mascarilla. (N.de la E.: En el Estado español, el uso obligatorio de la máscara no llegó hasta el 21 de mayo, cuando las autoridades sanitarias decidieron dejar de mentir).


Vender la piel del oso antes de cazarlo


Chequia se convirtió en un modelo a seguir y recogió los frutos de haberse anticipado a la enfermedad tomando medidas cuando aún no había ningún muerto. Los contagios fueron disminuyendo y las restricciones se fueron levantando progresivamente.

Pero durante el desconfinamiento, el gobierno -formado por una alianza entre populistas (de derechas) y socialdemócratas- no tuvo el sentido común que había tenido en la aplicación del Estado de Emergencia. Buena prueba de ello, es la fiesta que se organizó el 30 de junio en Praga «para despedir el coronavirus». Se construyó una mesa de 500 metros que atravesaba el emblemático Puente de Carlos y la gente fue a cenar y degustar comida típica. A partir de ese día, el país levantó las últimas restricciones, también la de llevar mascarilla obligatoriamente por la calle.
«Aproveche el verano para conocer su país», animó a los ciudadanos el presidente, Milos Zeman, al tiempo que las escuelas reabrían y el país vivía casi en plena normalidad. Durante el mes de agosto, los casos volvieron a recuperar los niveles de principios de marzo, pero sin que fuera preocupante. Además, el gobierno había activado el plan de la «cuarentena inteligente», una aplicación para móviles de rastreo de contactos que luego se demostró que era ineficaz.

En la maraña de errores y malas decisiones, también aparecen las divergencias entre políticos y científicos. Observando las cifras de contagios, el coordinador del Grupo Asesor de Restricciones del Coronavirus, del gobierno, pidió que se restableciera la obligatoriedad de la mascarilla, medida que el primer ministro vetó. Y Madar dimitió.

Algunas voces críticas del país señalan que el primer ministro retrasó la aplicación de medidas para no perjudicar los resultados de su partido en las elecciones regionales y al Senado que se celebraron el primer fin de semana de octubre. Pero la epidemia no entiende de votaciones y la cifra de contagios continuó creciendo de manera alarmante. En medio, el ministro de Sanidad, también dimitió. En ese momento, el país tenía una incidencia acumulada de 193 positivos por cada 100.000 habitantes. Su sustituto, partidario de medidas más estrictas, fue más allá de la máscara y el 30 de septiembre devolvió el país al Estado de Emergencia del mes de marzo. Se aplicará durante treinta días, hasta el 3 de noviembre. En el momento del anuncio, el país ya tenía una incidencia acumulada desbocada, de 271.

Asimismo, Chequia ha aplicado más medidas, como la prohibición de las reuniones de más de seis personas, el cierre de bares y restaurantes y de escuelas, y la prohibición de espectáculos deportivos. También pidió a los médicos residentes en el extranjero que vuelvan al país para ayudar a combatir el virus. Las medidas no han gustado a todo el mundo y el pasado domingo, como el derecho de manifestación no está prohibido, quinientas personas se reunieron en Praga para protestar. La manifestación terminó con veinte detenidos e imágenes de violencia.

Chequia ya es, con diferencia, el país con las predicciones más negativas de toda Europa. La incidencia acumulada es de 659, una cifra incomparable ahora mismo con ningún punto del planeta. Una situación kafkiana en el país de Franz Kafka.