COVID-19 – MÁSCARAS, SÍ: Usar máscara ayuda a generar inmunidad, explica un estudio

El uso universal de la máscara facial contra el SARS-CoV-2, puede ser uno de los pilares del control de la pandemia, y no sólo por su papel bien conocido de frenar la transmisión del virus. El uso de la máscara de protección facial, puede ayudar a reducir la gravedad de la enfermedad y garantizar que una mayor proporción de las nuevas infecciones sean asintomáticas o transcurran con síntomas leves, es decir, generaría inmunidad. Cómo y por qué funciona, es lo que expone un reciente estudio de investigadores de la División de Enfermedades Infecciosas y Epidemiología Global; del Departamento de Medicina; y del Departamento de Epidemiología y Bioestadística, de la Universidad de California en San Francisco (EEUU). Los científicos explican que es un mecanismo que funciona por la misma razón que funcionaban los procesos de «variolización» que se utilizaron contra la viruela durante siglos antes de la creación de la vacuna moderna en 1796.
La variolización en la lucha contra la viruela
Fue China hacia el año 900, el país que creó esa forma primitiva de vacuna contra la viruela, una enfermedad que asolaba a la humanidad desde al menos 10.000 años antes de nuestra era, con una tasa de mortalidad del 30% y secuelas, como la ceguera, en muchos supervivientes. Europa tardó hasta 1700 en adoptar el sistema chino de prevención contra la viruela, y sólo lo hicieron miembros de las clases pudientes y bien informadas, en especial británicos y franceses que tenían contactos en Oriente. La clase médica occidental recelaba del método nacido en China para prevenir la viruela y sólo se sintió satisfecha con la vacuna moderna creada por el británico Jenner. A pesar de que existía una vacuna moderna, los brotes de viruela seguían ocurriendo, y a finales de los años 50 aún afectaban a 2 millones de personas por año en el mundo. Entonces, el viceministro de Salud de la la URSS – en su país se vacunaba sistemáticamente a la población- propuso a la OMS en 1958, una iniciativa conjunta para erradicar la viruela del mundo. La propuesta fue aprobada y se convirtió en el pincipal objetivo de la OMS. En 1980, después de años sin casos, la OMS certificó la erradicación de la viruela. La estructura del virus de la viruela nunca fue descifrada, ni se conoce su mecanismo de infección. La vacuna se elaboró de manera empírica, y con la mentalidad actual correrían ríos de tinta en toda la comunidad occidental desprestigiando al británico Jenner, haciendo una campaña contra la OMS por aceptar la propuesta rusa de erradicar la enfermedad…y aun seguiría muriendo gente de viruela en el mundo.
Cuando el gobierno español mintió sobre el uso de máscaras
Cuando en marzo de 2020 llegó la ola de coronavirus a España, el gobierno del Estado y los medios corporativos que se prestan a defender cualquier cosa si creen que les conviene, negaban cualquier utilidad al uso de máscaras en personas sanas, y hasta llegaron a decir que su uso «podía ser perjudicial». Recomendaban la antihigiénica medida de «taparse la boca con el codo al toser» si la persona tenía síntomas. No sólo se desaconsejaba su uso, sino que se estigmatizaba desde la propaganda oficial y desde los medios, como «egoístas», «insolidarios » o «incívicos» a los ciudadanos que con muy buen criterio optaron por usar mascarillas protectoras para salir al exterior de sus domicilios. En las residencias de personas mayores, cuando los trabajadores pidieron usar máscaras para proteger a los residentes del virus que ellos podían portar del exterior, se les dijo que no debían usarlas, porque verlos con máscaras «alarmaría a los ancianos». ¡Como si nuestros mayores fueran tontos y no estuvieran curtidos por guerras, posguerras, hambrunas y toda clase de calamidades! «Si estás sano no es necesario mascarilla», decían los anuncios del gobierno. ¿Quién podía saber que no era un portador asintomático? ¿Por qué quien estaba (aparentemente) sano tenía que exponerse al contagio de un virus del cual había sobradas evidencias de su peligrosidad? El descaro del gobierno del Estado llegó al punto de fingir que había un grupo de expertos solventes asesorándolos sobre el particular, y llegaron a afirmar que la OMS «desaconsejaba» el uso de mascarillas en la población porque podía ser hasta «contraproducente». Las autoridades sanitarias chinas soprendidas por esa afirmación -se ve que sí leen prensa internacional a diferencia de nuestros gobernantes-, ya que sabían que el uso de la mascarilla es básico en la contención de epidemias, preguntaron a la OMS por qué tenían diferentes criterios para diferentes países. La prensa china publicó la respuesta que les dio la OMS: que sabían que algunos países «no tienen máscaras ni para su personal sanitario», y que toleraban que dijeran eso a su población. ¿Cuántas muertes y casos graves de Covid-19 se podrían haber evitado si se hubiera impuesto el uso general de máscaras protectoras desde febrero o marzo? Si no había suficientes, se podía haber puesto en marcha la industria y fabricar suministros, a pesar de tanta globalización, aún se fabrica en Euskadi y Cataluña, cómo opinaban nuestros ingenieros, muchos de los cuales hicieron proyectos de cómo se podía hacer. Pero para los gobernantes es más cómodo llamar por teléfono y tratar de llegar antes que otros a los suministros, que poner en marcha un país y autoabastecerse. Y mientras tanto, mentir a los ciudadanos como si fueran niños de preescolar o campesinos medievales.
Ahora sí, los dejo sin más demoras con la traducción del estudio publicado en The New England Journal of Medicine.
Mascarilla facial contra Covid-19 y su potencial de «variolización» mientras esperamos una vacuna
THE NEW ENGLAND JOURNAL OF MEDICINE
A medida que el SARS-CoV-2 continúa su propagación mundial, es posible que uno de los pilares del control de la pandemia de Covid-19, el uso universal de la máscara facial, pueda ayudar a reducir la gravedad de la enfermedad y garantizar que una mayor proporción de nuevas infecciones sean asintomáticas. Si se confirma esta hipótesis, el uso universal de la máscara podría convertirse en una forma de «variolización» que generaría inmunidad y, por lo tanto, ralentizaría la propagación del virus mientras esperamos una vacuna.
La variolización era un proceso mediante el cual las personas eran inoculadas con material extraído de una vesícula de una persona con viruela, con la intención de provocar una infección leve y la consiguiente inmunidad. La variolización se practicó hasta la introducción de la vacuna contra la viruela, que finalmente la erradicó.
(N.de la E.: La variolización fue una técnica de profilaxis que se aplicaba para protección contra la viruela, antes de la creación de la vacuna por el británico Edward Jenner. El procedimiento consistía en hacer una incisión superficial en la persona a inmunizar, y depositar allí polvo de las costras de enfermos de viruela. La incisión se cerraba y se dejaba a la persona aislada hasta que tuviera la enfermedad de forma leve. Se practicó desde el siglo X en China y desde allí se extendió a India, Oriente Medio, Asia Menor y África. Europa conoció este sistema en siglo XVIII y salvó muchas vidas)
Una razón importante para el uso de la máscara facial en toda la población se hizo evidente en marzo, cuando comenzaron a circular informes que describían las altas tasas de diseminación viral del SARS-CoV-2 por la nariz y la boca de pacientes que eran presintomáticos o asintomáticos, eran unas tasas de diseminación equivalentes a las de los pacientes sintomáticos. El enmascaramiento facial universal parecía ser una forma posible de prevenir la transmisión de personas infectadas asintomáticas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU recomendaron el 3 de abril que el público usara máscaras faciales de tela en áreas con altas tasas de transmisión comunitaria, una recomendación que se ha seguido de manera desigual en los Estados Unidos.
La evidencia anterior relacionada con otros virus respiratorios indica que el enmascaramiento facial potege al usuario de la infección, al bloquear la entrada de partículas virales en la nariz y la boca.
Las investigaciones epidemiológicas realizadas en todo el mundo, especialmente en los países asiáticos que acostumbraron a la población al enmascaramiento durante la pandemia de SARS de 2003, han sugerido que existe una fuerte relación entre el enmascaramiento público y el control de la pandemia.
Datos recientes de Boston demuestran que las infecciones por SARS-CoV-2 disminuyeron entre los trabajadores de la salud después de que se implementó el uso universal de la máscara facial en los hospitales municipales a fines de marzo.
El SARS-CoV-2 tiene la capacidad de causar innumerables manifestaciones clínicas, que van desde la ausencia total de síntomas hasta la neumonía; síndrome de dificultad respiratoria aguda y muerte.
Datos virológicos y epidemiológicos recientes han llevado a la hipótesis de que el enmascaramiento facial también puede reducir la gravedad de la enfermedad entre las personas que se infectan. Esta posibilidad es consistente con una teoría de larga data, en patogénesis viral, que dice que la gravedad de la enfermedad es proporcional a la carga viral recibida.
Desde 1938, los investigadores han explorado, principalmente en modelos animales, el concepto de la dosis letal de un virus, o la dosis a la que muere el 50% de los huéspedes expuestos (LD50). En las infecciones virales en las que las respuestas inmunitarias del huésped desempeñan un papel predominante en la patogénesis viral, como el SARS-CoV-2, las dosis altas de inóculo viral pueden abrumar y desregular las defensas inmunitarias innatas, aumentando la gravedad de la enfermedad.
De hecho, la inmunopatología de regulación negativa es el mecanismo por el cual la dexametasona, mejora los resultados en la infección grave por Covid-19.
Como prueba del concepto de que los inóculos virales influyen en las manifestaciones de la enfermedad, las dosis más altas de virus administrado condujeron a manifestaciones más graves de Covid-19 en un estudio con hámsters sirios infectados con SARS-CoV-2.
Si el inóculo viral es importante para determinar la gravedad de la infección por SARS-CoV-2, una razón adicional para el uso de máscaras faciales sería reducir el inóculo viral al que está expuesto el usuario y el impacto clínico posterior de la enfermedad. Dado que las mascarillas pueden filtrar algunas gotitas que contienen virus (con la capacidad de filtrado determinada por el tipo de mascarilla), la mascarilla podría reducir el inóculo que inhala una persona expuesta. Si esta teoría se confirma, el enmascaramiento de toda la población, con cualquier tipo de máscara que aumente la aceptabilidad (por parte de la población) y la adherencia (la constancia en usarla) , se podría contribuir a aumentar la proporción de infecciones por SARS-CoV-2 que transcurran de forma asintomáticas.
Los CDC estimaron que la tasa típica de infección asintomática con SARS-CoV-2 era del 40% a mediados de julio, pero se informa que las tasas de infección asintomática son superiores al 80% en entornos con enmascaramiento facial universal, lo que proporciona evidencia práctica a esta hipótesis.
A los países que han adoptado el enmascaramiento de toda la población les ha ido mejor en términos de tasas de enfermedades graves relacionadas con Covid y muerte, lo que sugiere un cambio de infecciones sintomáticas a asintomáticas.
Otro experimento en el modelo con hámsters sirios simuló el enmascaramiento de los animales con máscara quirúgica y mostró que con el enmascaramiento simulado, los hámsteres tenían menos probabilidades de infectarse y, si se infectaban, eran asintomáticos o tenían síntomas más leves que los hámsteres sin máscara.
La forma más obvia de evitar que la sociedad sufra los efectos devastadores del Covid-19 es promover medidas para reducir tanto la transmisión como la gravedad de la enfermedad. Pero el SARS-CoV-2 es altamente transmisible, no se puede contener sólo con la vigilancia de los sintomáticos, y está resultando difícil de erradicar, incluso en regiones que implementaron estrictas medidas de control iniciales.
Las esperanzas de las vacunas están puestas no sólo en la prevención de infecciones: la mayoría de los ensayos de vacunas incluyen un resultado secundario de disminuir la gravedad de la enfermedad, ya que aumentar la proporción de casos en los que la enfermedad sea leve o transcurra asintomática sería una victoria de salud pública.
El uso universal de máscara protectora facial parece reducir la tasa de nuevas infecciones. Planteamos que al reducir la carga viral que llega a la persona, también aumentaría la proporción de personas infectadas que permanecerían asintomáticas
En un brote en un crucero argentino cerrado, por ejemplo, donde los pasajeros recibieron máscaras quirúrgicas y el personal usó máscaras N95, la tasa de infección asintomática fue del 81% (en comparación con el 20% en brotes anteriores en cruceros sin enmascaramiento universal). En dos brotes recientes en plantas procesadoras de alimentos de EEUU, donde todos los trabajadores recibieron máscaras todos los días y se les pidió que las usaran, la proporción de infecciones asintomáticas fue del 95%, entre las más de 500 personas que se infectaron; con sólo un 5% que experimentó síntomas leves a moderados.
Las tasas de letalidad en países con enmascaramiento obligatorio o forzado en toda la población se han mantenido bajas, incluso cuando ha habido brotes al levantarse el confinamiento.
A pesar de las preocupaciones con respecto a la seguridad, la distribución mundial y la eventual aceptación, el mundo tiene grandes esperanzas de una vacuna contra el SARS-CoV-2 altamente eficaz y, a principios de septiembre, hay 34 vacunas candidatas en evaluación clínica y cientos más en desarrollo.
Sin embargo, mientras esperamos los resultados de los ensayos de las vacunas, cualquier medida de salud pública que pueda aumentar la proporción de infecciones asintomáticas por SARS-CoV-2, puede hacer que la infección sea menos mortal y se puede aumentar la inmunidad de toda la población sin infecciones graves ni muertes.
En las últimas semanas han surgido datos prometedores que sugieren que incluso una infección leve o asintomática por SARS-CoV-2, provoca una fuerte inmunidad, por lo que cualquier estrategia de salud pública que pueda reducir la gravedad de la enfermedad también aumentaría la inmunidad de toda la población.
Para probar nuestra hipótesis de que el enmascaramiento de toda la población es una de esas estrategias, necesitamos más estudios que comparen la tasa de infección asintomática en áreas con y sin enmascaramiento universal. Para probar la hipótesis de la variolización, necesitaremos más estudios que comparen la fuerza y la durabilidad de la inmunidad de células T específicas del SARS-CoV-2 entre personas con infección asintomática y personas con infección sintomática, así como una demostración de la desaceleración natural del SARS -CoV-2 en áreas con una alta proporción de infecciones asintomáticas.
En última instancia, combatir la pandemia implicará reducir tanto las tasas de transmisión como la gravedad de la enfermedad. La creciente evidencia sugiere que el enmascaramiento facial en toda la población podría beneficiar una repuesta a ambos elementos.
xuxuyoc450 6:01 pm el 19 septiembre, 2020 Enlace permanente |
Muy acertadas las valoraciones de @mesmontse en su blog y en Pájaro Rojo con Juan José Salinas, Argentina, y las del New England Jounal of Medicine, sobre que el uso generalizado de la mascarilla, máscara facial. barbijo o cubreboca, la distancia de 2 metros entre todos los sujetos y el quedarse en casa, agrego, son hasta ahora los únicos recursos para evitar el contagio. No es VERDAD la fake news neoliberal que la «libre» circulación de personas en lugares públicos es «recomendable», muy publicada por EMPRESAS mediatícas y de REDES sociales, cómplices de colapsos sanitarios públicos y privados y de una abierta invitación a entregarse como una res al matadero, eso se llama genocidio. Por otro lado los gobiernos, neoliberales o no, tienen la obligación constitucional de cuidar a sus ciudadanos y a ejercer todas las medidas para erradicar el contagio por una estupidez dirigida desde los mercados, más ILÍCITOS que legales. Que se publique las ganancias extraordinarias de los multimillonarios de Forbes durante la pandemia, la de los dueños de MEDIOS y empresas de Internet.
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