COVID-19: Cuando el agronegocio mata

Agronegocio capitalista y Covid-19: una combinación mortal

El biólogo evolutivo Rob Wallace explica los estrechos vínculos entre los nuevos virus, la producción industrial de alimentos y la rentabilidad de las corporaciones multinacionales. El nuevo coronavirus mantiene al mundo en estado de shock. Pero en lugar de combatir las causas estructurales de la pandemia, los gobiernos sólo se están centrando en medidas de emergencia. La revista socialista alemana Marx21 habló con Rob Wallace, autor de Big Farms Make Big Flu (Monthly Review Press, 2016) sobre los peligros del Covid-19, la responsabilidad de los agronegocios y las soluciones sostenibles para combatir las enfermedades infecciosas.

MARX21

Marx21: ¿Es peligroso el nuevo coronavirus?

Rob Wallace: Depende de dónde usted se encuentre en el momento del brote local de Covid-19: en un momento temprano, al nivel máximo o tarde. Depende de lo buena que sea la respuesta de salud pública de su país. Depende de su edad, de si está inmunológicamente debilitado, de su estado de salud subyacente , de su inmunogenética, de si la genética subyacente a su respuesta inmune se alinea con el virus o no…

¿Todo este alboroto sobre el virus son sólo tácticas de miedo?

R.W.: No, ciertamente no. A nivel de la población, el Covid-19 registraba una tasa de letalidad (CFR) de entre 2 y 4% al comienzo del brote en Wuhan. Fuera de Wuhan, el CFR parece caer más o menos al 1% e incluso menos, pero también parece aumentar en puntos aquí y allá, en lugares de Italia y los Estados Unidos (N.de la E. en España es del 10%). Su rango no parece mucho en comparación con, por ejempo el 10% del SARS, el 5-20% de la gripe de 1918; el 60% de la gripe aviar H5N1, o en algunos puntos con el 90% del Ébola. Pero ciertamente supera el CFR del 0.1% de la gripe.

Sin embargo, el peligro no es sólo una cuestión de la tasa de mortalidad. Tenemos que lidiar con lo que se llama penetrancia o tasa de ataque comunitario: cuánto de la población mundial es penetrada por el brote.

¿Puede exlicar eso?

R.W.:La red global de viajes está en conectividad récord. Sin vacunas o antivirales específicos para los coronavirus, ni en este momento inmunidad de grupo para al virus, incluso una cepa con sólo el 1% de mortalidad puede presentar un peligro considerable. Con un período de incubación de hasta dos semanas y una evidencia creciente de que hay alguna transmisión antes de la enfermedad, antes de saber que las personas están infectadas, es probable que pocos lugares queden libres de infección.

Si, por ejemplo, el Covid-19 registra un 1% de fatalidad en el curso de infectar a cuatro mil millones de personas, eso significa 40 millones de muertos. Una pequeña proporción de un gran número aún puede ser un gran número.

Estos son números aterradores para un patógeno aparentemente poco virulento …

R.W.: Absolutamente y sólo estamos al comienzo del brote. Es importante comprender que muchas infecciones nuevas cambian en el transcurso de las epidemias. La infectividad, la virulencia o ambas pueden atenuarse, o en otros brotes aumenta la virulencia.

La primera ola de la pandemia de gripe en la primavera de 1918 fue una infección relativamente leve. Fueron la segunda y tercera olas ese invierno y hasta 1919, las que mataron a millones.

Es engañoso comparar la gripe estacional con el COVID -19

Pero los escépticos argumentan que muchos menos pacientes han sido infectados y asesinados por el coronavirus que por la gripe estacional típica. ¿Qué piensa sobre eso?

R.W.:Sería el primero en celebrar si este brote demuestra ser un fracaso. Pero estos esfuerzos para descartar al Covid-19 como un posible peligro al citar otras enfermedades mortales, especialmente la gripe, es un dispositivo retórico para disminuir la preocupación.

Entonces,¿la comparación con la gripe estacional es una equivocación?

R.W.:Tiene poco sentido comparar dos patógenos en diferentes partes de sus epicurvas. Sí, la gripe estacional infecta a muchos millones en todo el mundo, matando, según estimaciones de la OMS, hasta 650.000 personas al año. El Covid-19, sin embargo, sólo está comenzando su viaje epidemiológico. Y a diferencia de la gripe, no tenemos vacuna ni inmunidad colectiva para frenar la infección y proteger a las poblaciones más vulnerables.

Incluso si la comparación es engañosa, ambas enfermedades se deben a virus, incluso a un grupo específico, los virus de ARN. Ambos pueden causar enfermedad. Ambos afectan el área de la boca y la garganta y, a veces, también los pulmones. Ambos son bastante contagiosos.

R.W.:Esas son similitudes superficiales que dejan de lado una parte fundamental en la comparación de dos patógenos. Sabemos mucho sobre la dinámica de la gripe, pero sabemos muy poco acerca del Covid-19. Hay muchas incógnitas. De hecho, hay mucho sobre el Covid-19 que no se puede conocer hasta que el brote se desarrolle por completo. Al mismo tiempo, es importante comprender que no se trata de Covid-19 versus gripe. Una cosa es el Covid-19 y otra la gripe. La aparición de múltiples infecciones capaces de convertirse en una pandemia, atacando a las poblaciones en combos, debe ser la preocupación principal y central.

Las andanzas del capital convierten a patógenos marginales en celebridades globales, unos tras otro

Ha estado investigando epidemias y sus causas durante varios años. En su libro Big Farms Make Big Flu, intenta establecer la conexiones entre las prácticas agrícolas industriales y la epidemiología viral. ¿Cuál es su idea?

R.W.:El verdadero peligro de cada nuevo brote es el fracaso, o mejor dicho, el rechazo oportuno de comprender que cada nuevo «Covid-19» no es un incidente aislado. El aumento de la aparición de virus está estrechamente relacionado con la producción de alimentos y la rentabilidad de las corporaciones multinacionales. Cualquiera que pretenda comprender por qué los virus se están volviendo más peligrosos debe investigar el modelo industrial de la agricultura y, más específicamente, la producción ganadera. En la actualidad, pocos gobiernos y pocos científicos están preparados para hacerlo, sino todo lo contrario.

Cuando surgen los nuevos brotes, los gobiernos, los medios de comunicación e incluso la mayoría de las instituciones sanitarias están tan concentrados en cada emergencia concreta, que descartan las causas estructurales que están conduciendo a múltiples patógenos marginados a convertise en una celebridad global repentina, uno tras otro.

¿Quién es el responsable?

R.W.: Dije agricultura industrial, pero va más lejos. El capital está encabezando la apropiación de tierras en los últimos bosques primarios y tierras de cultivo de pequeños propietarios en todo el mundo. Estas inversiones impulsan la deforestación y el desarrollo que conduce a la aparición de enfermedades. La diversidad funcional y la complejidad que representan estas enormes extensiones de tierra se están racionalizando de tal manera que los patógenos previamente encerrados se están extendiendo a las comunidades locales de ganado y humanos. En resumen, los centros del capital, lugares como Londres, Nueva York y Hong Kong, deben considerarse los principales puntos responsables de enfermedad.

¿De qué enfermedades estamos hablando?

R.W.: No hay patógenos libres de las andanzas del capital en este momento. Incluso los más remotos se ven afectados distalmente. El ébola, el zika, los coronavirus, la fiebre amarilla emergiendo nuevamente, una variedad de gripes aviarias y la peste porcina africana en los cerdos, se encuentran entre los muchos patógenos que salen de las zonas más remotas del interior hacia los lazos periurbanos, las capitales regionales y, finalmente, hacia la red global de comunicaciones. Desde los murciélagos de la fruta en el Congo hasta matar a los bañistas de Miami, les lleva unas pocas semanas.

¿Cuál es el papel de las empresas multinacionales en este proceso?

R.W.: El planeta Tierra es en gran parte Planet Farm (Granja planetaria) en este punto, tanto en biomasa como en tierra utilizada. El agronegocio tiene como objetivo dominar el mercado de alimentos. La casi totalidad del proyecto neoliberal se organiza en torno a los esfuerzos de apoyo de las empresas con sede en los países industrializados más avanzados para robar la tierra y los recursos de los países más débiles. Como resultado, muchos de esos nuevos patógenos previamente controlados por ecologías forestales de larga evolución están siendo liberados, amenazando al mundo entero.

¿Qué efectos tienen los métodos de producción de los agronegocios en esto?

R.W.:La agricultura dirigida por el capital que reemplaza las ecologías más naturales, ofrece los medios exactos por los cuales los patógenos pueden desarrollar los fenotipos más virulentos e infecciosos. No se podría diseñar un mejor sistema para engendrar enfermedades mortales.

¿Cómo es eso?

RW.: La cría de animales domésticos idénticos genéticamente elimina cualquier cortafuego inmune que pueda estar disponible para ralentizar la transmisión. Los tamaños y densidades de población más grandes facilitan mayores tasas de transmisión. Las condiciones de hacinamiento deprimen la respuesta inmune. El alto rendimiento proporciona un suministro continuo de ejemplares susceptibles de ser infectados, lo cual es el combustible para la evolución de la virulencia del patógeno.

En otras palabras, el agronegocio está tan enfocado en las ganancias que el hecho de que a la vez estén contribuyendo a la selección de un virus que podría matar a mil millones de personas, se considera un riesgo digno de correr.

¿¡Qué!?

R.W.:Estas compañías pueden externalizar los costos de sus operaciones epidemiológicamente peligrosas hacia todos los demás: desde los propios animales hasta los consumidores, los trabajadores agrícolas, los entornos locales y los gobiernos de todos los niveles.

Los daños son tan extensos que si devolviéramos esos costos a los balances de la compañía, los agronegocios, tal como los conocemos, terminarían para siempre. Ninguna compañía podría soportar los costos del daño que impone.

En muchos medios se afirma que el punto de partida del coronavirus fue un «mercado de alimentos exóticos» en Wuhan. ¿Es verdadera esa afirmación?

R.W.: Sí y no. Hay pistas a favor de esa idea en cuanto a la localización. El seguimiento de contactos de infecciones vinculadas se remonta al mercado mayorista de alimentos marinos de Hunan en Wuhan, donde se vendieron animales salvajes. El muestreo ambiental parece señalar el extremo oeste del mercado donde se tenían animales salvajes. Pero, ¿cuan atrás en el tiempo y con qué amplitud debemos investigar? ¿Cuándo exactamente comenzó realmente la emergencia? El enfoque en el mercado de Wuhan pierde de vista el estudio de los orígenes en la agricultura silvestre en el interior y su creciente capitalización. A nivel mundial, y en China, los alimentos silvestres se están formalizando como sector económico. Pero su relación con la agricultura industrial se extiende más allá de simplemente compartir las mismas bolsas de dinero. A medida que la producción industrial (cerdo, aves de corral y similares) se expande en el bosque primario, ejerce presión sobre los operadores de alimentos silvestres que deben internarse más en el bosque que era el recurso para las poblaciones locales, lo que aumenta la interfaz y la propagación de nuevos patógenos, incluido el Covid-19 .

Covid-19 no es el primer virus en desarrollarse en China.

R.W.:Sí, pero esto no es exclusivo de China. Estados Unidos y Europa también han sido el punto cero de nuevas gripes, recientemente, la H5N2 y la H5Nx, y sus multinacionales y representantes neocoloniales impulsaron la aparición del ébola en África occidental y el zika en Brasil. Los funcionarios de salud pública de EEUU protegieron los agronegocios durante los brotes de H1N1 (2009) y H5N2.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado ahora una «emergencia sanitaria de interés internacional». ¿Es correcto este paso?

R.W.:Si. El peligro de tal patógeno es que las autoridades sanitarias no tienen un control sobre la distribución estadística del riesgo. No tenemos idea de cómo puede responder el patógeno. Pasamos de un brote en un mercado a infecciones esparcidos por todo el mundo en cuestión de semanas. El patógeno podría quemarse. Eso sería genial. Pero no lo sabemos. Una mejor preparación mejoraría las probabilidades de socavar la velocidad de circulación del patógeno.

La declaración de la OMS también es parte de lo que yo llamo escenario pandémico. Las organizaciones internacionales han muerto por inacción, y me viene el recuerdo de la Liga de las Naciones (N. de la E. la Liga o Sociedad de las Naciones se creó después de la primera guerra mundial con la idea de mantener la paz mundial, y en 1929 ya había fracasado). Si bien, los grupos de organizaciones de la ONU siempre están preocupados por su relevancia, poder y financiación; su acción también puede converger en la preparación y prevención real que el mundo necesita para interrumpir la cadenas de transmisión del Covid-19.

La reestructuración neoliberal del sistema de atención médica ha empeorado tanto la investigación como la atención general de los pacientes, por ejemplo en los hospitales. ¿Qué diferencia marcaría un sistema de salud mejor financiado en el combate con el virus?

R.W.:Existe la terrible pero reveladora historia del empleado de la compañía de dispositivos médicos de Miami que, al regresar de China con síntomas similares a la gripe, hizo lo correcto por su familia y comunidad y exigió que un hospital local lo examinara para el Covid-19. Le preocupaba que su seguro mínimo del Obamacare no cubriera las pruebas. Acertó: le enviaron una factura de 3270 dólares.

Los estadounidenses deberían exigir que durante la declaración de una emergencia en un brote de pandemia, el gobierno federal pague todas las facturas médicas pendientes relacionadas con la prueba de infección y el tratamiento después de una prueba positiva. Debería ser así si lo que se busca es alentar a las personas a buscar ayuda, en lugar de esconderse, e infectar a otros, porque no pueden pagar el tratamiento. La solución obvia es un servicio nacional de salud, con todo el personal y equipo para manejar emergencias en toda la comunidad, de modo que nunca surja un problema tan ridículo como desalentar la cooperación comunitaria.

Tan pronto como se descubre el virus en un país, los gobiernos de todo el mundo reaccionan con medidas autoritarias y punitivas, como una cuarentena obligatoria de ciudades y países enteros . ¿Se justifican unas medidas tan drásticas?

R.W.: El uso de un brote para probar lo último en control de masas, para seguir usándolo después del brote significa que el capitalismo del desastre ha descarrilado definitivamente. Un sentido de solidaridad y respeto común es una parte fundamental para obtener la cooperación que necesitamos para sobrevivir juntos. Las cuarentenas automáticas con el apoyo adecuado –registros de brigadas de vecindarios capacitados, camiones de suministro de alimentos que van de puerta en puerta, permiso de trabajo y seguro de desempleo– pueden generar la cooperación necesaria, el sentido de que todos estamos juntos en esto.

Como sabrá, en Alemania con la AfD tenemos un partido nazi de facto con 94 escaños en el parlamento. La ultraderecha nazi y otros grupos en asociación con políticos de la AfD usan la crisis del coronavirus para la agitación. Difunden falsos informes sobre el virus y exigen más medidas autoritarias del gobierno: restringir la entrada para los migrantes, cierre de fronteras y la cuarentena forzada …

R.W.: Las prohibiciones de viaje y el cierre de fronteras son demandas con las que la derecha radical quiere racializar lo que ahora son enfermedades globales. Esto no tiene sentido. En este punto, dado que el virus ya está en vías de propagarse por todas partes, lo más sensato es trabajar para desarrollar una salud pública, donde no importa quién se presente con una infección, porque tenemos los medios para tratarlos y curarlos.

Y por supuesto, dejar de robar la tierra de las personas en el extranjero y de empujarlos al éxodo en primer lugar, y así podemos evitar que los patógenos emerjan en todas partes.

La agroindustria debe terminar para siempre porque es una cuestión de salud pública

¿Cuáles serían los cambios sostenibles?

R.W.:Para reducir la aparición de nuevos brotes de virus, la producción de alimentos tiene que cambiar radicalmente. La autonomía de los agricultores y un sector público fuerte pueden frenar los cambios ambientales y las infecciones descontroladas. Hay que Introducir variedades de ganado y cultivos; hacer una reestructuración estratégica, tanto a nivel de granja como regional. Hay que permitir que los animales destinados a la alimentación se reproduzcan en el sitio donde se crían para transmitir la inmunidad que han adquirido en su entorno. La producción debe tener la circulación estrictamente necesaria. Se deben subsidiar los programas de consumo que apoyen la producción agroecológica. Hay que defender estos emprendimientos tanto de los embates de la economía neoliberal contra individuos y comunidades, como de la amenaza de la represión estatal dirigida por el capital.

¿Qué deberían pedir los socialistas ante la creciente dinámica de los brotes de enfermedades?

R.W.:La agroindustria debe terminar para siempre porque es una cuestión de salud pública. La producción de alimentos altamente capitalizada depende de prácticas que ponen en peligro a toda la humanidad, desatando una nueva pandemia mortal.
Deberíamos exigir que los sistemas alimentarios se socialicen de tal manera que, en primer lugar, se evite la aparición de agentes patógenos tan peligrosos. Eso requerirá reintegrar la producción de alimentos a las necesidades de las comunidades rurales primero. Eso requerirá prácticas agroecológicas que protejan el medio ambiente y a los agricultores a medida que cultivan nuestros alimentos. En general, debemos sanar las fallas metabólicas que separan nuestras ecologías de nuestras economías. En resumen, tenemos un planeta por defender.