SOLEIMANI: Las fortunas que ya han crecido con el asesinato del general iraní

Los altos ejecutivos de las principales industrias militares de EEUU vieron crecer sus fortunas escandalosamente, en un solo día, tras el asesinato del general iraní, gracias a la subida del precio de las acciones. La fortuna de uno de estos ejecutivos aumentó de 4,5 millones a 94,5 millones de dólares.

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SARAH ANDERSON / COUNTERPUNCH

Los CEO de los principales contratistas militares de EEUU pueden cosechar enormes ganancias inesperadas de la escalada del conflicto con Irán. Esto fue evidente inmediatamente después del asesinato del alto oficial militar iraní por parte de Estados Unidos la semana pasada. Tan pronto como la noticia llegó a los mercados financieros, los precios de las acciones de estas compañías se dispararon, inflando el valor de las acciones que sus ejecutivos reciben como parte de su salario.

Compruebe cómo influyó este aumento en los CEOs de los cinco principales contratistas del Pentágono, según los datos más recientes:

Los ejecutivos de Northrop Grumman tuvieron el mayor aumento en el valor de sus acciones después del ataque aéreo estadounidense que mató a Qasem Suleimani el 2 de enero. Las acciones en el fabricante de bombarderos B-2 subieron un 5,43 por ciento al final del día siguiente.

Wesley Bush, quien entregó las riendas de Northrop Grumman a Kathy Warden el año pasado, poseía 251.947 acciones de la compañía en varios fideicomisos según su presentación de documentos públicos, el pasado 4 en mayo de 2019. (Las empresas deben presentar estos informes cuando los altos ejecutivos y directores compran y venden acciones de la compañía.) Asumiendo que Wasley Bush todavía está sentado en esa reserva, vio que el valor creció de 4,9 millones de dólares a un total de 94,5 millones de dólares el viernes pasado.

El nuevo CEO de Northrop Grumman, Warden, vio las 92.894 acciones que había acumulado, a medida que la empresa aumentaba su valor, le reportaban una ganancia de más 2.7 millones de dólares en solo un día de actividad mercantil, tras el asesinato.

Lockheed Martin, cuyos misiles Hellfire se utilizaron en el ataque en el aeropuerto de Bagdad, vio un aumento del 3,6 por ciento en el precio por acción el 3 de enero.

El fabricante del MQ-9 Reaper que portaba los misiles Hellfire es General Atomics. A pesar de haber ganado 2.800 millones de dólares en contratos financiados por los contribuyentes estadonidenses en 2018, el fabricante de drones no está obligado a revelar información de sus ejecutivos porque es una corporación privada.

Sabemos que el CEO de General Atomics, Neal Blue, tiene un paquete de acciones estimado en 4.100 millones de dólares y es un importante inversor en la producción de petróleo, un sector que también se beneficiará de un conflicto con un importante país productor de petróleo como Irán.

El asesinato de Suleimani también infló el valor de la fortuna de la CEO de General Dynamics, Phebe Novakovic. A medida que el precio de las acciones del fabricante de armas aumentó aproximadamente 1 punto porcentual el 3 de enero, esta ex funcionaria de la CIA vio aumentar su fotuna en más de 1,2 millones de dólares.

El CEO de Raytheon, Thomas Kennedy, vio un aumento de su fortuna en más de medio millón de dólares en un día, ya que el precio de las acciones del fabricante de misiles y bombas aumentó casi un 1,5 por ciento.

Las acciones de Boeing se mantuvieron estables el viernes. Pero Dennis Muilenberg, recientemente derrocado como CEO por el escándalo de las aeronaves 737, parece estar bien posicionado para beneficiarse de cualquier movimiento ascendente contínuo del sector de Defensa. Según datos oficiales, Muilenburg estaba sentado sobre acciones por valor de aproximadamente 47.7 millones de dólares. En las condiciones de su salida de la empresa, aún sin finalizar, el ex ejecutivo en desgracia también podría acumular enormes sumas de acciones actualmente no invertidas.

Con suerte, la sensatez prevalecerá y la tensión extrema entre la administración Trump e Irán disminuirán. Pero incluso si el aumento de capital de las industrias militares, el viernes pasado, resulta ser efímero, es un recordatorio aleccionador de quién se beneficiará más de una guerra que podría poner en riesgo millones de vidas.

Se puede poner fin a la obtención de ganancias en guerras, negando contratos federales a corporaciones que pagan salarios desorbitados a sus altos ejecutivos. En 2008, John McCain, entonces candidato presidencial republicano, propuso limitar el pago de los CEO a las empresas que reciben dinero de los contribuyentes, a no más 400.000 dólares anuales (el salario del presidente de los Estados Unidos). Esa noción debería extenderse a las empresas que reciben contratos masivos financiados por los contribuyentes.

El senador Bernie Sanders, por ejemplo, tiene un plan para negar los contratos federales a las empresas que pagan a los CEO más de 150 veces lo que gana el trabajador tipo de la misma.

Mientras se permita que los altos ejecutivos de nuestra economía de guerra privatizada cosechen recompensas ilimitadas, el motivo de lucro para la guerra en Irán, o en cualquier lugar, persistirá.