FUKUSHIMA: Japón tirará al Pacífico el agua contaminada almacenada tras el accidente nuclear

El 11 de marzo de 2020 se cumplieron 9 años del accidente nuclear en la central de Fukushima, ocurrido tras un terremoto de magnitud 9 que provocó un tsunami con olas de hasta 40 metros de altura, en la costa noreste de Japón. El accidente provocó 3 fusiones nucleares, 3 explosiones de hidrógeno, liberación de radiación a la atmósfera, y vertido de grandes cantidades de agua contaminada al Océano Pacífico.
En los informes de los comités establecidos por el Parlamento y el gobierno para investigar la causa del desastre nuclear de Fukushima, lo consideraron un «desastre provocado por el hombre». También señalaron que TEPCO (Compañía de Energía Eléctrica de Tokio) nunca consideró la posibilidad de que la planta de Fukushima perdiera todas las fuentes de energía eléctrica en caso de un terremoto o tsunami porque «se adhirió a un mito infundado de que la planta era segura».
El 80% de las emisiones atmosféricas fueron a parar al Pacífico depositadas por los vientos. Además el agua contaminada que se usó para enfriar el reactor durante los trabajos de emergencia se descargó varias veces en el océano. También hubo varias fugas accidentales de los tanques de almacenamiento y descargas intencionales hasta 2013 para almacenar más agua contaminada.
Actualmente, las instalaciones alrededor de la central contienen más de 1 millón de toneladas de agua contaminada, almacenada en 1.000 tanques, pero a mediados de 2022 ya no habrá más espacio y el ministro de Medio Ambiente de Japón, anunció en una conferencia en Tokio, que «la única opción» será lanzar esa agua, otra vez, al Océano Pacífico.
El agua almacenada está más contaminada de lo que se esperaba porque ahorraron en filtros
En octubre de 2018, The Asahi Shimbum -el segundo diario en importancia de Japón- publicó que el operador de Fukushima, la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio –Tepco- había revelado que el sistema de filtrado para descontaminar el agua no había podido eliminar elementos radiactivos como el estroncio 90 y el yodo radiactivo.
Esto significa que alrededor del 80% del agua tratada de la planta, en 2018 todavía tenía niveles de radiación superiores a los permitidos para el vertido en los océanos. Según la propia empresa TEPCO, tenían 65.000 toneladas de agua ya tratada, que continuaba con niveles de estroncio 90, cien veces superiores a los estándares de seguridad. En algunos tanques, los niveles de contaminación superaban 20.000 veces el estándar.
Estas fallas –según explica TEPCO– se deben a que no reemplazaron con la debida frecuencia los filtros absorbentes para eliminar los radioactivos del agua, para “mantener el sistema funcionando el mayor tiempo posible”. La compañía informó de los hechos a un subcomité del Ministerio de Industria a cargo del problema del agua radiactiva y simplemente pidió disculpas.
No hay excusa para no haber reemplazado los filtros que limpiaban el agua radioactiva: cualquiera sabe que un filtro utilizado más allá de su vida útil no cumple su función. ¿Quién puede creer que los ingenieros y técnicos operadores del proceso de limpieza de Fukushima pensaran que unos filtros ya inservibles funcionarían igual? Detrás de tal decisión, obviamente se esconden intentos de abaratar los costes de la limpieza del desastre, que han sido estimados por una agencia del gobierno de Japón, en unos 660 mil millones de dólares.
En 2016 cuando TEPCO -que aun ocultaba a la opinión pública que no habían eliminado ni el estroncio 90 ni el yodo radioactivo- comunicó al gobierno lo que costaría filtrar el tritio (que se suponía que era el único contaminante que iba quedando), Japón consideró que el método era demasiado caro. Eliminar el tritio del agua cuesta 1.000 millones de dólares en instalaciones y cientos de millones de dólares anuales para operarlas.
TEPCO dijo a finales de 2018 que iba a filtrar el agua contaminada nuevamente para reducir los niveles de materiales radiactivos por debajo de los estándares de seguridad. Es difícil de creer que desde 2018, hayan tenido tiempo de refiltrar correctamente toda el agua y eliminado el estroncio 90 y el yodo radioactivo -cuyos niveles superan los permitidos para lanzar el agua al mar- y sólo quede el tritio (que no piensan eliminar, no está de más repetirlo).
El vertido del agua al Pacífico
En medio de este escándalo -que los medios occidentales han obviado y sólo han mencionado al tritio, señalando que es «inocuo» para los humanos- llega la noticia de que a Japón se le acaba el espacio para almacenar el agua contaminada y va a usar el Pacífico como basurero. Las críticas no han tardado en hacerse oír, porque el vertido del agua contaminada con tritio -suponiendo que sólo contenga este contaminante- dañará la vida marina hasta Corea del Sur.
Precisamente eso, que «el mar no es un basurero», delaró Jan Hakervamp, experto en energía nuclear de Greenpeace, al conocerse la noticia. Los ambientalistas señalaron que la «única opción ambientalmente aceptable» sería continuar almacenando el agua en tanques y filtrarla para ir eliminando cada contaminante, pero el gobierno japonés considera que esta opción es demasiado cara. Es «demasiado cara», siempre que se suponga que convertir al mar en basurero sale gratis.
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