FRANCIA: Hay un bloque popular en gestación frente a las élites unidas por Macron

El analista político y profesor universitario Jérôme Sainte-Marie, explica cómo Macron ha reunido los liberalismos y las burguesías en un solo bloque elitista, y cómo funciona esta alianza. A su vez, señala, se está conformando un bloque popular. En su último libro «Bloque contra bloque: la dinámica del macronismo»,Sainte-Marie explica por qué al eliminar la división tradicional izquierda-derecha reaparecieron polarizaciones y fracturas sociales. Asimismo señala que el triunfo del bloque de las élites unidas y su liberalismo autoritario, está propiciando el surgimiento espontáneo de un bloque popular unificado, cuya composición no es la ideal, pero es el único que puede tener posibilidades reales de expulsar a las élites unidas, en las elecciones de 2022.

La dinámica elitista del macronismo propicia el surgimiento del bloque popular, explica Jérôme Sainte-Marie, analista político francés

Bloc contre bloc

KÉVIN BOUCARD-VICTOIRE / MARIANNE

Usted habla de un bloque de élite, compuesto por los ganadores del sistema, que se habría movilizado detrás de Macron. Ese bloque ¿no está formado por clases sociales con intereses diferentes?

– Jérôme Sainte-Marie: Comencé a estudiarlo a partir del análisis del apoyo comprobado a Macron, ya que podemos identificarlos por sus donantes para su campaña presidencial, sus votantes en la primera vuelta y sus partidarios en los estudios de opinión. Surgen tres círculos, que no forman exactamente clases sociales, especialmente el último de ellos.

Élite real, élite aspiracional, élite de apoderados

Primero está la verdadera élite, la clase dominante, el 1%, o lo que suelen llaman casta u oligarquía. Es una realidad muy concreta, de la cual Emmanuel Macron representa una encarnación maravillosa, aquel que hizo su recorrido en la alta administración y las altas finanzas. El lugar donde comienza su ascenso político es conocido, es la Comisión Attali (esta comisión, dirigida por el economista Jacques Attali, llamada Comisión para la liberalización del crecimiento francés, recibió en 2007 el encargo del presidente Nicolás Sarkozy de preparar recomendaciones y proposiciones para «relanzar la economía de Francia». En 2008, la Comisión presentó 316 propuestas y 20 medidas «fundamentales» que señalaban, entre otras cosas: formar a los jóvenes para «asumir riesgos»; participar en la globalización «como campeones» y reformar el mercado laboral), una verdadera incubadora del nuevo orden económico.

El segundo círculo, electoralmente sustancial, está formado por el mundo de los ejecutivos. Los del sector privado, que comparten la visión de gestión y los códigos sociales de Emmanuel Macron, pero también los del sector público, que reconocen plenamente la apuesta europeísta macroniama. En este universo, existen diferencias significativas en los ingresos, pero también un estado compartido, precisamente el de supervisar las diversas actividades sociales. Se reconocen a sí mismos en el ideal de éxito individual defendido por Macron, y representan la élite aspiracional, y aquí estamos muy cerca del concepto de clase social en sí misma, y para ellos mismos. La conciencia de la clase media alta en sí misma está muy bien documentada en los estudios realizados por los sociólogos Pinçon-Charlot, y los ejecutivos se reconocen en ella. Las encuestas muestran que es la categoría que más cree en la existencia de clases sociales y se identifica mejor en tal esquema.

El tercer componente del bloque de élite, lo que yo llamo la élite apoderada, es diferente. De hecho, Emmanuel Macron puede recurrir a una gran parte de ese inmenso continente que ahora forman los jubilados, que representan a uno de cada tres votantes. Como trato de explicar, no constituyen una clase «para uno mismo», pero su dependencia del trabajo de los demás, dentro del marco del sistema de reparto, los coloca en la dependencia del poder político para garantizar su supervivencia , y los inclina favorablemente a las reformas liberales.

-¿Este bloque de élite no se dividió en 2017 entre Macron y Fillon?

– De hecho, ha habido una división interna y una lucha bastante severas en los estratos dominantes de la sociedad. La opción más radical era, por supuesto, Emmanuel Macron, ya que tenía la intención de eliminar el significado de «izquierda» y «derecha» y las representaciones que comúnmente se asociaban con ellos. Sólo con él podemos hablar de un bloque de élite, retomando el concepto desarrollado por Antonio Gramsci de «bloque histórico». Es una construcción en tres niveles, que combina una base sociológica compuesta pero compatible, una convergencia ideológica y una forma política. La verdadera élite constituye su núcleo, pero debe tener en cuenta los intereses de las fuerzas reunidas a su alrededor.

Si tomamos la primera vuelta de las elecciones presidenciales, un tercio de los ejecutivos votó a Macron y un quinto a Fillon, que tiene ventaja entre los jubilados. Pero tan pronto como tomamos otros criterios, nos damos cuenta de que el voto de Macron domina el voto de Fillon en el sector de alto poder financiero y nivel educativo, y en consecuencia de confianza en el futuro. El problema del candidato de derecha (Fillon), al final, era seguir así, con los votantes mayores y a menudo católicos relativamente practicantes, que encarnan una burguesía patrimonial mucho más que una burguesía emprendedora. Aquí encontramos un eco de la distinción que hizo Karl Marx de las élites monárquicas francesas entre los legitimistas, más apoyados por la renta y por lo tanto, aficionados al conservadurismo; y los orleanistas, más orientados al lucro y, por lo tanto, a un progreso vertiginoso.

– ¿Por qué hasta 2017 no surgió un Macron que logró unir los burgueses de izquierda y derecha?

– Durante medio siglo ha habido una aspiración constante de reunir a los modernistas, como solían llamarse a sí mismos, por encima de la división entre izquierda y derecha. A partir de la década de 1970, el proyecto fue refinado desde la izquierda, traicionando las aspiraciones de la burguesía adscrita a él por razones históricas y culturales, para disociar sus intereses de los impulsados ​​por el movimiento obrero, en sentido amplio.

El ideal europeo fue una excelente pantalla para esta empresa, y para recordarlo tenemos los nombres de Michel Rocard, Dominique Strauss-Kahn y Manuel Valls, por ejemplo. Sin embargo, todos se enfrentaron a una dificultad institucional. Para prevalecer, la izquierda liberal necesitaba los votos de las clases populares, lo que obligó a un compromiso social con las categorías populares. Sin embargo, como la burguesía liberal y europeísta se dividió entre la izquierda y la derecha, se vio debilitada en cada campo. Fue la primera división del panorama político en dos campos formalmente opuestos.

Antiliberales populistas: el campo político francés se divide en tres

La solución surgió, paradójicamente, del surgimiento de antiliberales en el país, que se llamarían populistas. Esto da primero la tripartición electoral: significa que el equipo de izquierda o derecha que llegue al poder tiene en su contra a dos tercios de los franceses, lo que obstaculiza su voluntad de reforma. La alternancia, entonces se vuelve disfuncional para los intereses dominantes.

Luego, desde la mitad del período de François Hollande, se da por segura la presencia de Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, y se estructuran unas elecciones estratégicas. Entonces hay una triple reunificación: la de los reformadores elegidos por izquierda y derecha, la del liberalismo cultural y el liberalismo económico, sobre todo de la burguesía.

En 2017, el deseo de «bloquear» (a Le Pen) garantizó la victoria de Emmanuel Macron sobre un programa (el del Frente Nacional) aun lejos del punto de equilibrio de la opinión pública francesa. Para 2022, apostar por la reproducción de este esquema, lo que yo llamo «la alternancia prohibida», constituye una apuesta cada vez más arriesgada.

Parecería que fue la cuestión de los valores lo que dividió el bloque popular entre el Frente Nacional y la Francia Insumisa. ¿Cómo puede explicar que esto no plantea un problema dentro del macronismo, donde se puede encontrar a un liberal-conservador y a un liberal-progresista?

– Los valores existen fuertemente para un individuo, no hace falta decirlo, pero cuando queremos explicar el comportamiento colectivo y, por lo tanto, la homogeneización de valores a nivel grupal, debemos analizar la base de la estructura.

Para decirlo de otra manera, las diferencias entre «liberales conservadores» y «liberales progresistas» en temas como la familia o la identidad nacional son superables, porque convergen los intereses concretos de estas dos poblaciones, generalmente ricas. Las elecciones europeas (de mayo de 2019) hicieron una demostración espectacular del peso relativo de los «valores» en la opción electoral: muchos votantes de François Fillon, asustados por el fenómeno de los Chalecos amarillos y preocupados por el retorno al orden, votaron a la candidata de Macron. En esa ocasión, el bloque de élite se consolidó, tanto por el refuerzo de sectores enteros de la burguesía como por las clases medias altas, que hasta ahora habían quedado fuera de la influencia del macronismo, y por la marcha de un una serie de ex votantes de izquierda, a menudo de la pequeña burguesía.

En cuanto al bloque popular, no existía en 2017. Podríamos analizar el voto de las categorías populares, pero no hubo construcción de un todo coherente, articulando una sociología particular con una ideología y una forma política, bajo el paraguas de un grupo social particular. Reflejando el triunfo político del bloque de élite y el colapso de la Francia Insumisa, este bloque popular está en proceso de aparecer y el fenómeno de los Chalecos amarillos fue una etapa importante en su constitución

En su opinión, un bloque de izquierda alternativo es imposible. Sin embargo, Francia Insumisa se ha realineado con los valores de la izquierda, como usted señala, haciéndola compatible nuevamente con los otros componentes. Y teniendo en cuenta los resultados en las elecciones europeas, contando a los ambientalistas, se alcanza el 30%, que sería suficiente para ir a una segunda vuelta en las presidenciales..

– La línea de retorno a la izquierda se llevó a cabo efectivamente con coherencia, por la Francia Insumisa desde finales de 2017, que hicieron todo lo necesario, incluida la cuestión europea, para volverse aceptables y deseables por el electorado de izquierda. Y lógicamente, el resultado de esta línea fue un desastre electoral.

Al negarse a escuchar las demandas de los componentes populares de su electorado, especialmente sobre el tema decisivo en el voto de la inmigración, Jean-Luc Mélenchon recurrió al universo tradicional de la izquierda, el del servicio público y liberalismo cultural. Pero siempre parecerá demasiado populista para aquellos que se identifican con la izquierda, mientras que parecerán demasiado izquierdistas para los populistas.

Recordemos también que casi el 40% de los simpatizantes socialistas o ambientales todavía expresaron, en octubre de 2019, su aprobación con respecto a Emmanuel Macron. Por lo tanto, me parece que esta opción de un «bloque alternativo» de izquierda no tiene estabilidad sociológica o ideológica, y constituye un sueño imposible a la luz de las realidades políticas. Podemos agregar siglas y hacer una alianza de todos los colores, pero esto está lejos de las demandas políticas de la gente común.

Después de su apoyo a la marcha contra la islamofobia del pasado 10 de noviembre, ¿la Francia Insumisa aún espera reunir a las clases populares?

– No concedo gran importancia a este asunto, en la medida en que es una continuación de la gran debilidad de la Francia Insumisa con respecto al izquierdismo cultural generalizado que prevalece en su movimiento militante, por un lado, y por otro, porque interviene cuando el movimiento de Jean-Luc Mélenchon ya ha vaciado una gran parte de sus fuerzas electorales.

¿Es posible un bloque popular con los personajes políticos actuales?

– Como ya le dije, hay un bloque popular en formación. Todos sabemos que el voto de los trabajadores y empleados ahora se centra masivamente en Asociación Nacional (ex Frente Nacional) de Marine Le Pen, y que su lista fue la principal salida electoral para los partidarios de los Chalecos amarillos y que Marine Le Pen reconstruyó su imagen como la antítesis de Emmanuel Macron y como él, ni de izquierda ni de derecha.

Sin duda, estas son realidades desagradables para muchos, pero se evidencian con los datos electorales y los estudios disponibles. Si titulé mi ensayo «Bloque contra bloque», es porque frente al bloque de élite se forma un bloque popular, cuyo núcleo duro está formado por los trabajadores pobres del sector privado, cuyo voto lepenista es la expresión política, y cuya ideología es la soberanía integral. Es por eso que la dinámica del macronismo podría ser profundamente paradójica.

La aparición de una nueva personalidad, independiente del medio político, y situando su proyecto más allá de la división entre izquierda y derecha, constituye una opción tan atractiva como imprecisa. Sólo me gustaría decir, casi con certeza, que su éxito dependerá menos de su imagen inicial que de su capacidad para responder a las demandas sociales y culturales de la población que resiste la atracción del modelo macroniano. La perspectiva no es exactamente un camino de rosas, dada la presencia real de dos bloques, cada uno de ellos minoritario, pero a la vez poderoso y consistente en su conflicto.

Anuncio publicitario